Hermanos Albadalejo. Epistolario.

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Ilustración: Mavi

 

He aquí una pequeña muestra de la extensa correspondencia

entre los hermanos Albadalejo:

Francisco Cumpián y José L. Álvarez (Babelain)


Epistolario

I

Querido hermano Crisantemo:

Dejando a un lado mis cálculos biliares, mi melancolía caminera y mis ausencias. Teniendo en cuenta que siempre he vivido fuera de la ley y en combate conmigo mismo, he decidido que en la lápida de mi sepultura se escriba con letras doradas: «NO SÉ». Te lo comunico por ser el más cercano de mis allegados y por si se diera el caso. Por aquí los tiempos corren despacio, que tengo prisa, como mi tortuga, así que ya me dirás.


Querido hermano Pasionario:

Aquí estoy, en el jardín, con un cielo azul topacio, viendo caer a los dioses. ¿Será todo un complot? Yo tampoco SÉ, así que ya somos dos. Pero no quiero lápidas. Por cierto, hablando de no saber, ¿los dioses se parten los cuernos al caer? Ando ahora tratando de superar el vértigo y la náusea cuando me pongo a saltar de estrella en estrella en las noches más claras; esas noches que me gustaría guardar en botellas transparentes y soltarlas luego en el caos de mi habitación. Seguro que cesan las preguntas de sopetón. ¿Sabías que las moscas captan todos los movimientos a su alrededor en modo cámara lenta? ¿Ves? Ya sabes algo. Vas a tener que cambiar tu epitafio por un «NO SÉ CASI NADA».


II

Hermano Crisantemo:

Sabía lo de las moscas, pero mi «NO SÉ» es algo más ontológico, y a veces veo las cosas venir a cámara lenta, como las moscas, pero me es imposible evitar el tortazo. Dicen que está nevando en el desierto, pero aquí luce un sol espléndido, tanto que estuve a punto de subirme en un globo sonda, pero luego pensé que para qué sondear tanto. Así que aquí sigo con mi té y mi hierbabuena en la terraza. ¿Y los dioses tienen cuernos?


Hermano Pasionario:

¿«Ontológico», dices? O sea, referente al ser. Habrá que escuchar a Chicho, a ver si nos descubre algo nuevo con su canción. Hoy estoy más reposado. He dejado caer algunos pensamientos por el acantilado que da al mar, y me he quedado tan pancho. Descubrí algunas hipótesis en el lado oculto de la Luna. Pero no pude sacar ninguna consecuencia de ellas; no estoy para muchas bromas últimamente. Sin embargo, he sufrido una simpática metamorfosis esta madrugada: me había multiplicado por cinco y se me ocurrió pedir matrimonio a cinco señoras a la vez. Yo era cinco personas en una, no como la santísima trinidad. Una de las señoras tenía bigote, como Frida Kahlo, y era la más interesante. Después del té volví a mi ser. Que es de lo que hablábamos al principio, ¿no? Habrá que investigar el asunto ese de los cuernos.


III

Hermano Crisantemo, esta mañana me levanté un poco obstruso y escribí estos consejos.


Principios y preceptos para un cólico biliar.


1. Jódete.


2. Sube y baja escaleras gritando: «¡Ay! Ay!». En una de las subidas, coge a la tortuga de la terraza y bájala al salón para que no se hiele por la noche.


3. Enciende el fuego de la chimenea y escalda un poco la vesícula.


4. Hazte un zumo de remolacha, sólo para dar color.


5. No se lo digas al médico, porque aparte de ser un energúmeno te saldrá por peteneras.


6. Métete en la cama, pero no bajo las sábanas; tápate con una manta marroquí o en su defecto con una manta zamorana que pesa y no abriga y que cada palo aguante su vela, como decía Carmiña.


7. No le reces al dios de los cristianos porque, aparte de ser un egocéntrico, no existe; otra cosa son los dioses indios, pero si le preguntas a Pepe el Gitano te dirá desde ultratumba que El Baranda, pero no le hagas caso porque, además de ser otro egocéntrico, tampoco existe.


8. Baja al bar Aoum Rabí. Si te ofrecen los borrachines una pipa de kif, fúmatela, pero solo una para acompañar la cerveza.


9. Haz un poco de teatro, pero teatro «No», o teatro de la crueldad de Artaud.


10. No te emborraches nunca dentro de casa o acabareis la tortuga y tú mirándoos a los ojos fijamente.


11. Si el dolor no te deja dormir, abre un libro de Cioran; él te dirá que solo el dolor es capaz de transformar.


12. Haz como tu padre, un hombre sin fisuras (esto es una licencia poética, porque nuestro padre tenía fisuras, si no ¿qué somos nosotros dos?).


13. Y si la cosa sigue contempla el cuadro de Mavi Herrero Maternidad con flor; una sorpresa mística siempre alivia.


Hasta aquí estos consejos y, con respecto a los cuernos de los dioses, después de investigar en viejos libros esotéricos llego a la conclusión de que solo algunos tenían cornamenta.


Hermano Pasionario:

Se agradecen los consejos. Espero no tener que utilizarlos nunca. Y del cuadro de Mavi, qué quieres que te diga, lo he visto nacer e ir creciendo poco a poco cada día. No voy a entrar en el tema de si existen o no los dioses, sean indios o cristianos. La divinidad despista mucho, casi nunca está en el ajo. Y siempre quiere endilgarnos una penitencia. ¡Que le vayan dando! Por otra parte, esta noche me encontré con un hueco. Delante del hueco había un péndulo haciendo guardia que pedía contraseña para entrar en él. Probé con algunas, a ver si sonaba la flauta por casualidad: «Insomnio»... «Arrebato»... «Encéfalo»... «Serendipia»... Y nada, que no había forma. Pasé de intentar entrar en el hueco y le pedí a mi sombra que me psicoanalizara de pasada, sin mucho detalle, una cosa superficial, pero mi sombra pasó de mí olímpicamente y se fue a dormir. Yo hice lo mismo y me sentó de maravilla. Ah, y lo que diga Cioran va a misa. ¿Así que somos fisuras de nuestro padre? Menudo plan.


IV

Hermano Crisantemo, hoy estoy muy respondón. ¿Cómo se te ocurre querer meterte en un hueco? A los huecos hay que taparlos con piedras, o mejor con plumas; los huecos son terriblemente adictivos. De todas formas yo sé cuál es la contraseña que te pide el péndulo: hay que decir tres veces «Camilo José Cela», y te deja entrar, pero luego salir es más complicado. Por otra parte, a las sombras no se las molesta, que son muy quisquillosas y te pueden dejar tirado, y a ver qué haces tú por ahí sin sombra. Mi tortuga, cuando mi sombra pasa sobre ella, se esconde, y las tortugas saben de esto un rato. Con lo de las fisuras de papá creo que no he sido muy exacto; más bien somos diaclasas. ¿Recuerdas de niños que te pregunté si a las mujeres le crecían pelos en las piernas y tú me dijiste que no, que les crecía cera y luego se la arrancaban gritando? Como no nos poníamos de acuerdo se lo preguntamos a papá, y nos castigó sin merendar, aunque luego la criada nos trajo la merienda muerta de risa. Unos auténticos diaclasas. Que tengas buena noche y no te metas en líos.


Hermano Pasionario:

Ya sabes que soy muy curioso. A veces me meto donde no me llaman. Gracias por la contraseña; veo que quieres tentarme a pesar de todo. Si no me meto en líos será un milagro. Qué graciosos éramos de pequeños, ¿verdad? Y mira tú ahora. Cambiemos de tema. En contadas ocasiones, cuando estoy a punto de dormirme, oigo rumores y suspiros de vírgenes insomnes que buscan ingenuamente a Adán para cantarle las cuarenta. Adán nunca aparece. Solo Eva da la cara y quiere tranquilizarlas. Les dice que aprendan todas las artes del mundo del circo, que les van a hacer falta en el futuro. Ellas no comprenden ni una palabra de lo que les dice Eva y se marchan por donde han venido. Yo, la verdad, ni entro ni salgo. Me duermo y a otra cosa, mariposa. ¿Cómo va esa vesícula?


V

Hermano Crisantemo, la vesícula ahora descansa, solo se enfada cada mes o mes y medio. Con respecto a lo graciosos que éramos de niños, eso lo vemos ahora; entonces nos enfadamos mucho cuando nos castigaron y no entendíamos por qué se reía tanto la criada cuando nos trajo la merienda. Yo me siento mucho más gracioso ahora. Recuerdo esos versos del poeta del sur (no caigo ahora en el nombre) que decían: «Me rio a carcajadas/mirándome a mí mismo». Ah, han cambiado la contraseña para entrar en los huecos; ahora hay que hacer un mudra, eso de juntar las falanges medias de los dedos índices y las puntas de los pulgares, y hay que hacerlo bien, si no no cuela. Ya llegó aquí la tormenta y llueve a mares. Solo me queda una berenjena y un ramo de acelgas; no sé si hacerme con eso una quinoa y llamarle «quinoa loca», aunque no suena muy bien. Me iré a Aoum Rabí.


Hermano Pasionario, parece que estás empeñado en hacerme entrar en el hueco ese que te conté. No me des ideas, que me lanzo. Últimamente trato de ignorar algunos adjetivos, pero enseguida se me olvida. Me gustaría que el sustantivo lo dijera todo ya de él, sin más historias, pero veo que es imposible. Hay cosas que no funcionan en nuestras vidas; unas pasan fuera de nosotros, y otras están dentro. He leído por ahí que somos como remolinos en el río de nuestras vidas. El agua choca con un obstáculo haciendo que surjan remolinos. Luego sigue su curso, hasta el siguiente obstáculo. Curioso. No sé tampoco por qué aparece la emoción de pronto; es como una sacudida que te inunda sin venir a cuento, pero te pone a tono por unos segundos. Me he puesto místico, ya ves. ¿Te acuerdas cuando papá decía: «Abrígate, que tengo frío»? Pues eso, cuídate.

 

VI

Hermano Crisantemo, yo debo de estar tropezando continuamente con obstáculos porque no salgo del remolino, rozándome con las ranas y los pececillos de colores. Aunque quisiera que el remolino se convirtiera en tornado con una música o una hermosa canción que subiera y subiera a los espacios interestelares, pero inconscientemente, como Dylan Thomas dando buena cuenta de su undécima pinta Guinness. Hace frío y encendí el fuego, pero está tierno y esquivo, casi tímido así que estoy dándole con un palo y también con una soga, ya salió Vallejo, mientras la tortuga se puso a dar paseos. Estoy muy poético esta noche, pero la culpa la tienes tú con tus filosofías del río de la vida. Voy a escuchar Ballad of Francis Albadalejo de Magna Carta, que habla de papá.


No te me quejes, Hermano Pasionario, que sé que te va la marcha. Y ya que estamos en plan poético, te diré que a veces encuentro ciertas palabras que no se dejan escribir, que no quieren posarse en el papel. Si las fuerzo, al rato desaparecen por arte de magia; se borran ellas mismas del poema. Algunas lo harán por coquetería, mal entendida, digo yo. Otras, porque piensan que se enfriarán y perderán calor con el tiempo; no quieren arriesgarse a que les pase eso, supongo. A otras hay que mimarlas, casi engañarlas, ponerles la zanahoria delante; pero son muy astutas, las muy ladinas. Por ejemplo, la palabra «ladina» casi se me escapa volando. La pude atrapar a tiempo y convencerla con zalamerías. Para astuto, yo, faltaría más. Y ahora en plan filosófico, por decirlo de alguna manera: algunas veces, no muchas, mi voz me suena ajena; el Yo se me desubica y tengo que afinar al máximo, con mucha prudencia, incluso con disimulo, para que no parezca que desvarío demasiado. Vaya, esto parece un ensayo en vez de una carta fraternal, pero bueno; ya nos conocemos, ¿no? Cuanto tiempo sin oír esa canción de Magna Carta. La voy a poner yo también ahora mismo. Mi chimenea está a tope hoy; aquí hace frío también.


VII

Hermano Crisantemo, hay palabras que no es que vuelen y se escapen, sino que se te meten dentro y ahondan, ahondan hasta romperte los bolsillos, profundizan hasta llegar a sitios desconocidos e inesperados. Por cierto hoy estaba tomando una cerveza en Aoum Rabí y me pusieron una tapa de sesos rebozados; ya sabes que en mi último viaje al exterior, por las rendijas interestelares del quark sonámbulo, ya sabes, cerca del meteoro Céline, a mi vuelta me hice la promesa de no probar jamás los sesos rebozados, pues, bueno, los probé, y al rato se sentó en mi mesa un funcionario de fronteras llamado Mustafa y se empeñó en meterme el dedo índice en la oreja; lo intenté convencer para que desistiera pero tuvieron que venir el camarero y los dos guardaespaldas de la puerta para convencerlo pacíficamente de que aquello no era razonable y, bueno, lo convencieron, pero no paraba de mirarme la oreja, así que pagué y me fui a dar un paseo por el río cuando vino una mujer y me dijo «ya lo sé», y se marchó. En fin, que uno no debe romper las promesas que se hace, porque luego mira las consecuencias. Y estoy por hacer otro viaje, pero esta vez esquivando protones hacia el valle de las Hermanas Sister, a ver si me tranquilizo.


Querido hermanito Pasionario:

Qué tapas más cerebrales te metes entre pecho y espalda; quita, quita. Veo, por lo que cuentas, que hay mujeres que ya lo saben todo, y no digamos algunos hombres. No me fío ni un pelo de los que dicen saber tanto. Ahora ando rumiando otras historias. Parece ser que estoy en mi tiempo esdrújulo, el antepenúltimo. Aún hay vida no vivida, rincones escondidos sin punto de referencia. Dejaremos seguramente ilusiones huérfanas cuando se apague la fogata, pero ese paisaje con flecos que se mueven al ritmo de la brisa marina en una trama de claroscuros nos queda aún por transitar; con la emoción, aunque polvorienta, a flor de piel. Ya te digo, hermano. Ves que poético me he levantado hoy; rozando la cursilería. Bueno, no me hagas mucho caso; se me irá pasando a lo largo del día. Cuidadito con los protones si no están compensados con electrones. Mis saludos a los parroquianos del Aoum Rabí.


VIII

Querido hermano, perdona mi tardanza en contestarte pero me marché de viaje a los espacios interestelares y tuve problemas, como ya me advertiste, con los protones, que no estaban nada compensados; y al llegar al valle de las hermanas no me dejaron entrar con el pretexto de que no tenía sellados los escalofríos, así que tuve que darle la vuelta al meteoro Céline y tirar a la derecha por regiones para mí desconocidas; había unas tierras rojas donde los gusanos no paraban de comer amapolas de las blancas, las que colocan; y me invitaron, así que estuve un tiempo atareado en colocarme y descolocarme; luego encontré mujeres muy extrañas que siempre decían que sí, pero luego era que no, lo cual me hizo perder mucho tiempo; después encontré un ciervo de gran cornamenta y me dijo que el tiempo no existía, que era una ilusión de los humanos, y que además era una ilusión muy perversa, e intentó convencerme para que lo acompañara porque iba a escuchar el canto de la montaña, un hermoso canto, según él, y que me crecerían unas hermosas astas; le dije adiós y me fui; qué iba a hacer yo con unas astas; luego, aprovechando unos eclipses, pude pasar a otros parajes más austeros, donde no había nadie, y me dormí. Cuando desperté pude comprobar que al menos tres días estuve dormido, pero al contrario que en la tierra, dormir era estar despierto, así que estaba verdaderamente agotado. Bueno, te estoy contando las cosas por encima, porque entre una y otra ocurrieron más, pero no tienen la posibilidad del recuerdo. Ya en mi casa y descansado, he podido escribirte. Y tú qué tal lo llevas.


Querido y nunca bien ponderado hermano: ¡No me puedo creer que no tuvieras sellados los escalofríos! ¡Pero en qué cabeza cabe! Hasta el conserje de la sala Cabaret Voltaire sabía que era imprescindible para emprender cualquier viaje. Corramos un tupido velo. No lo vayas diciendo por ahí, que seguro se mofan de tu inocencia. Bueno, puede compensar eso de que sabes aprovechar los eclipses en momentos delicados; algo es algo. Hoy hemos estado en una notaría, que no tiene nada que envidiarle a un viaje interestelar. Buscábamos un desagravio a la leyes que imperan en el ambiente y que provocan el caos por doquier. Pero parece ser que no es el lugar indicado para ese asunto. Nuestra absoluta falta de conocimiento de la leyes que rigen en nuestra galaxia es monumental. No te rías, que tú tampoco tienes mucha experiencia en el asunto. Y, ya que preguntas que qué tal lo llevo, pues aquí, recreándome en lo inútil. Lo inútil, a veces, vale un potosí. Y, como siempre, enredando con las palabras. Hay algunas palabras que fracasan una y otra vez, pero ellas no son las culpables. En algunas ocasiones hay que borrarlas del papel para que el texto cabalgue a su gusto. Todo esto es un simulacro; por eso suenan las sirenas, pero ya vendrá la catástrofe cuando le toque, y ahí ya no habrá escapatoria. Qué serio me he puesto, hermano, aunque tú ya sabes que eso solo me pasa de vez en cuando. Y, hablando de otra cosa, en mi paseo vespertino por estrechas y desconocidas callejuelas, me encontré de sopetón con una tiendecilla minúscula donde vendían almas de segunda mano. Ya sabes que las almas ocupan poco espacio. El dueño era un personaje indescriptible. Le pregunté cuánto valía el alma más barata, solo por curiosidad. Él se empezó a reír, y no paraba... Hasta que de pronto se puso serio y me dijo que quería comprar mi alma. Le vi cara de Mefistófeles y salí pitando de allí. Al día siguiente volví a la misma calle, pero la tienducha había desaparecido por arte de birlibirloque. Bueno, aquí lo dejo. Te deseo mejor suerte en tus próximos viajes galácticos. Creo que el Imserso va a incluir algunos en su programa del año que viene.


IX

Querido hermano, me enteré por mi contacto con las altas esferas que el fluido bermejo necesario para los viajes exteriores lo están dando a cuentagotas en los almacenes de aprovisionamiento; no sé si es porque las minas del planeta Ljxus se están agotando o por otras cuestiones para mí desconocidas; como ya sabes, han descubierto un nuevo fluido mejor que el habitual porque no deja efectos secundarios, pero eso hasta ahora es secreto de estado; las películas 2001: Una odisea del espacio o Blade Runner se han convertido en cosas para niños y sería impensable hacer los viajes físicamente con cohetes interplanetarios; pues la cosa la veo muy fea, ya que soy un viajero empedernido; y olvídate de los viajes del Imserso. La cosa está tan fea que incluso puede haber una guerra, porque a ver quién es el que controla ahora este nuevo fluido. No quiero asustarte, pero lo de la guerra no es broma. Los tiempos están difíciles, como ves, y me temo lo peor en las manos que estamos. Te iré contando si me entero de algo más.


Querido Pasionario, veo que estás muy apasionado últimamente con los viajes interplanetarios, los fluidos, los escalofríos... Te voy a contar una anécdota, mejor dicho, un diálogo que escuché a un par de hombres que caminaban delante de mí. No era en un planeta de una galaxia lejana, no, era en un pueblecito del Cabo de Gata hace unos años:


—¿Tienes ya el antivirus?

—No.

—Entonces haz una raya en el agua.

—Es que son pequeños todavía.

—Pero ¿se oyen clamores?

—Si.

—Pues les cortas la cabeza

—¿Y si esa no es la solución?

—Solución no hay para eso; es una cuestión de honor.

—Eso suena a harakiri, a samuráis…

—Los clamores hay que cortarlos de raíz.

—¿Y si solo son… murmullos?

—¿Se te erizan los pelos al oírlos?

—Totalmente. Parezco un puerco espín.

—¡Clamores, fijo! ¡Córtales la cabeza! No te compliques; si no luego sería peor.

—Es fácil decirlo.

—Si haces bien la raya en el agua, todo irá miel sobre hojuelas.

—Lo dejaré para finales de septiembre.

—Siempre antes del otoño. Luego, los clamores serían insoportables; se incrustan en el cerebro

—¿Y si me llega antes el antivirus?

—¡Entonces estamos hablando en vano!


Pues eso, que no hace falta viajar tan lejos para sorprendernos. Lo exótico está aquí. Un abrazo y a vivir, que son dos días.


4 comentarios:

Rick dijo...

Esto ha sido un paseo muy variado, por muchos mundos distintos, entre dioses, tortugas, electrones, las Hermanas Sisters...

Por momentos me he sentido argentino, de la familia de Borges, o Cortázar, uno de esos. Me ha rejuvenecido esta lectura, porque me parece que la literatura actual lleva otros caminos. No sé, o sé muy poco, yo también.

Muchas felicidades a los galardonados. Así se hace.

babelain dijo...

Gracias por las felicitaciones. ¿Galardonados? Bueno, no creo que vayamos a recoger el premio; somos muy tímidos. Esto de los Hermanos Albadalejo viene de lejos. Lo pasamos muy bien con este intercambio "cultural". No sé que será lo próximo, pero seguro que algo caerá. Nosotros también rejuvenecemos escribiendo estos engendros. A mí me retrotraen al tiempo de Cavaret Voltaire, aunque aún nos quedaba mucho tiempo para nacer. Así que mejor diría que me llevan a los tiempos de Malasaña (1972/73) que es cuando empecé a leer a los dadaístas y surrealistas, además de a Cortázar y Borges, claro.
Saludos.

Rick dijo...

He visto una angustiada solicitud tuya en el blog de Javier. Posiblemente luego te olvides de volver por esa entrada, así que te dejo aquí el artículo solicitado:

https://www.mediafire.com/file/gq7eeec4qne8057/Sunforest.rar/file

A disfrutarlo.

babelain dijo...

Las pillas al vuelo, Rick. Era demasiado descarada la petición, ¿no? Jeje.
Se agradece en el alma. Y ya sabes, si necesitas algo... silba.
Saludos.

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