No estamos seguros (en La Cosmopolita)

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El martes 24 de febrero se "representó" en el bar La Cosmopolita de Málaga, el relato "No estamos seguros" (con música y texto de José L. Álvarez -Babelain-) 

La "representación" corrió a cargo de los poetas (y amigos) Jacinto Pariente, Juan Manuel Villalva y Paco Cumpián. Presentó Inma Bernils (poeta, polipoeta y actriz).


 Aquí podéis ver un resumen. Gentileza de Bruno, que grabó el vídeo y luego hizo el resumen.




De izquierda a derecha: Juan Manuel Villalva, Jacinto Pariente, Paco Cumpián (señalando al culpable, o sea a mí, mientras les hago la foto final) e Inma Bernils.

Agradezco desde aquí la implicación de todos ellos en el "evento". Unos días antes, en el ensayo en nuestra casa, compartimos un arroz y nos peleamos con el texto (sobre todo, el "desgajado" Jacinto).
Al final lo hicieron de lujo, y eso que el "material" no daba para mucho; todo hay que decirlo.



Portada del librito editado por Paco Cumpián (Maestro Impresor)


Para los no habituales del blog, el relato se puede leer, con el añadido de las ilustraciones de Mavi, a partir del siguiente enlace (Capítulo I), y luego ir viendo páginas posteriores:

http://totovaca.blogspot.com.es/2014/06/no-estamos-seguros-i-la-estrella.html


Para los prolegómenos utilizamos el instrumental “Introducción, del CD “Viendo pasar los trenes”:



Para las transiciones entre capítulos: “La última carta de Dylan Thomas”, del CD “El espejo ahogado”:

La Luna no tiene vello

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La Luna no tiene vello
(letra y música.- Babelain)

Sale la luna
tras la montaña
lo mira todo
con su cara extraña.

Intuye fortunas
prevé desgracias
no tiene vello
y provoca el ansia

Su piel tan blanca
brilla en la noche
giran en la feria
los carricoches

No dice nada
parece muda
es fruta extraña
y desnuda

Imanta mares
confunde el alma
cuando se marcha
viene la calma

Los buhos vigilan
bajo su manto
las brujas despliegan
todos sus encantos

Ordeña nubes
la Luna llena
ofrece su jugo
en las verbenas

El dulce jugo
y un poco amargo
agita el sueño
nos saca del letargo

No dice nada
parece muda
es fruta extraña
y desnuda

Imanta mares
confunde el alma
cuando se marcha
viene la calma


Sale la Luna
tras la montaña
lo mira todo
con su cara extraña

Los buhos vigilan
bajo su manto
las brujas despliegan
todos sus encantos

No dice nada
parece muda
es fruta extraña
y desnuda

Imanta mares
confunde el alma
cuando se marcha
viene la calma



Instrumentos utilizados en esta ocasión: Bajo Yamaha, Batería Roland, Guitarra Fender Stratocaster (la joya de la corona, auténtica U.S.A. de finales de los 60, se nota no?) y la última adquisición, un ukelele electroacústico. La Fender acústica se ha colado en la foto pero no la utilizo aquí.


Link canción con portada;


https://mega.co.nz/#!859GSaIZ!YeH9WZkk1D3xBuhzzL3hRJU8YJ_EgIJB1STMZG3EiRE

El Espontáneo

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El espontáneo

Ella caminaba por la otra acera. Me lancé a cruzar la gran avenida como se lanza un espontáneo a la plaza de toros. Esquivé de milagro las cornadas de los autos que la recorrían veloces en las dos direcciones. La había divisado desde mi acera porque irradiaba luz, ya que soy corto de vista. Cuando llegué a su altura, jadeante, le pregunté:

-¿Ha valido la pena arriesgar la vida atravesando la avenida repleta de locos al volante por venir y preguntarte si ha valido la pena arriesgar la vida...?

Ella siguió caminando altiva, con su carita de porcelana, como si oyera llover. En ese punto comenzó a llover. Por fortuna siempre llevo un paraguas a mano. Lo abrí y le ofrecí cobijo. Se agarró a mi brazo. Sonrió muy levemente. Me estremecí. Me puse a silbar, no sabía qué paso dar ahora. La miré de refilón. Sus rasgos eran asiáticos, con manos muy delicadas, piernas muy delgadas y pies diminutos. No se si entendía mi idioma. De repente se puso a silbar muy agudo la misma canción que silbaba yo antes. Nos convertimos por un momento en un dúo silbante de lo más armonioso. Dejó de silbar, me miró de frente y me dijo sin rastro de acento alguno:

-¡Tenemos que hablar!-

Me puse a temblar, algo iba mal. Sacó su móvil del bolsito y nos hicimos un selfie. Enseguida lo envió a un destinatario desconocido para mi. Al poco rato, un gran coche negro con los cristales tintados aparcó a nuestro lado. Se abrió una puerta y ella desapareció dentro.

A la mañana siguiente, leyendo el periódico en un bar, descubro que aquella mujer asiática era la amante de un famoso capo que habían asesinado esta misma noche. En la foto del periódico salía del brazo del mafioso unos día antes de nuestro encuentro.


 Fui al hotel, recogí mis cosas, pagué la cuenta y salí cagando hostias de allí. Ahora me encuentro en paradero desconocido. Me he afeitado el bigote y he ido a comprarme un sombrero. He adelgazado cuidando un poco la alimentación. Menos mal que en el hipódromo me van bien las cosas. En las últimas semanas he acertado varios caballos ganadores que no eran de los favoritos y me he sacado una pasta. Con los prismáticos descubrí a una negrita de piel brillante que cada vez que sonríe lo ilumina todo. Veremos si hay suerte.