El Ritual

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El Ritual
Cuando ya llevábamos un buen rato en el restaurante, entró aquella pareja de jóvenes. Se sentaron en una mesa cercana a la nuestra. Él me daba la espalda y no pude verle la cara. Ella se quitó el abrigo y me pareció una joven griega, morena, con el pelo recogido, rizado y con una pequeña flor de tela azul en la sien izquierda. Era muy guapa y en ningún momento en el que los observé dejó de mostrar sus encantos a su acompañante, como un ritual de enamoramiento de una pareja de animales en época de celo. Vestía una camiseta blanca, con el cuello bien ancho, que dejaba al descubierto un tatuaje en su hombro izquierdo. Al principio no oía apenas su voz. Cuando fue animándose pude observar un tono de voz bien “modosito”, que parecía pretender agradar a su compañero y mostrar un carácter dulce. Era de esas personas a las que da gusto observarlas sin que  lo noten, como si fuéramos invisibles, para no molestarlas.
Ella bebía coca cola y él, cerveza. Fueron animándose y cuando su voz empezó a llegarme clara (a él no lo oía; supongo que por darme la espalda y porque  hablaba más bajo) noté o imaginé que aquella dulzura era impostada, no era natural, y me transporté en el tiempo unos años después, en el mismo escenario. Ellos entraban, pedían cerveza y coca cola y ella empezaba a hablar; seguía sin entender lo que decían pero el tono y la intensidad habían cambiado, aquello sonaba a reproches, a quejas y a preguntas con trampa. Ella seguía igual de guapa, pero no había ritual, ni signos de modestia o dulzura; al descubierto quedaba la realidad de su carácter, que casi se podría calificar de vulgar y sin encanto. Él agachaba la cabeza, supongo que mirando los restos de comida en el plato y guardaba un silencio incómodo y peligroso.

                Enseguida me di cuenta de que estaba elucubrando (me pasa a menudo) y volví al tiempo real a la hora de  pedir el postre. La joven “griega” seguía su “encantamiento” con una tenacidad envidiable. Espero que  aquello no derive con el tiempo en lo que acababa de imaginar y que sean felices y coman perdices (o Sopa de Bok Choy Seco, si son vegetarianos)

P.D. Receta para la Sopa de Bok Choy Seco, en el blog de mi amigo Ficus: http://veganasia.blogspot.com.es/


Un día especial

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UN DÍA ESPECIAL

Como hoy es un día especial
arrojé el reloj al aire
y se convirtió en cuervo

Como hoy es un día especial
me tumbé al sol en la hierba
y mi cuerpo no dejó huella

Ya que no era un día cualquiera
subí a la cima del monte
y me sumergí  hasta el fondo

La niebla avanza ingrávida
Entre árboles retorcidos
Y solo se oyen ladridos

Como hoy es un día especial
miré al mar de tú a tú
y él esquivó la mirada

Como hoy es un día especial
cociné los alimentos
como si no hubiera mañana

Ya que no es un día cualquiera
imitaré el baile geométrico
de los pájaros que emigran

La niebla avanza ingrávida
Entre árboles retorcidos
Y solo se oyen ladridos

Como hoy es un día especial
volveré a ser aquel niño
con los pantalones cortos

Como hoy es un día especial
Tocaré acordes de humo
En mi guitarra de fuego

Como el día no ha terminado
puedo aún imaginar
que no todo está perdido

La niebla no es tan espesa
los árboles se enderezan
Se ve una luz a lo lejos




Babelain CD "Grotesco"

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Babelain CD “Grotesco”

Presentado por FICUS:

Escuchando y leyendo las obras de mi gran amigo bab, llego a la conclusión de que la creatividad y el criterio son elementos que pueden hacer inmunes a determinadas personas al paso del tiempo. Y que los continuos fracasos de la humanidad por encontrar el elixir de la eterna juventud, se deben a que nos empecinamos en relacionarlo con lo físico (y es inevitable que la materia se degrade). Cuando este siempre ha estado ahí, delante de nuestras narices, en planos mucho mas sutiles, relacionados con el mundo mental y algún extraño elemento mágico del subconsciente.
Y despues de esta charla metafísica, vamos a lo que nos ocupa, la flamante dicesieteava entrega del iconbustible babelain, que lleva por nombre "Grotesco".
Esta vez no voy a desgranar canción por canción por dos razones. La primera porque, como bien me ha comentado alguna vez mi gran amigo bab, la gente se cansa de leer. Y la segunda, por que creo que de vez en cuando debe cambiarse un poco el formato para que no resulte tan manido.
"Grotesco" son trece pildoras de lo mas variopinto, en las que se ven claramente definidas las dos caracteristicas inconfundibles presentes en todos y cada uno de los trabajos a que nos tiene acostumbrados el inquieto babelain.
Por un lado, el álbum familiar. Es decir, todo aquello que por una u otra razón, nos ha influenciado a lo largo de nuestra vida (y que en este caso es de un gusto exquisito), ya que a primera vista se pueden intuir cosas como la generación beat de los Burroughs, Kerouac etc.., el legado de la década dorada, en toda su extensión, desde el Mersey de los primeros años, hasta la costa Oeste de finales y primeros setenta... Rythm & blues, pop, smoke pub sound (este es un término que he acuñado yo para definir lindezas como Tom Waits o Nick Cave jejeje...) Bossa Nova, powerpop, etc, etc...
Y por otro, la impronta de caracter tan propia y característica de los autores supra-personales e irrepetibles.
Para acabar, simplemente decir que nos encontramos ante otro ejercicio soberbio de como el buen hacer no tiene porque estar carente de frescura. Y, para mi, el mas personal, de los discos de babelain hasta la fecha.
Una "grotesca" gema pulida que se abre con la sutileza y alegre melancolia de "Los Hermosos Vencidos" y se cierra con un guiño neo-sicodelico hipervitaminado y caústico llamado "Verano".
Entre medias, la introspección de "Viaje Sin Fin", el reflejo cristalino de "Nubes En Los Bolsillos", el deje latino en "Poetas", la crudeza de "Que Dia El De Aquella Noche", o el viaje a la soleada California de los últimos 60 llamada "Voy Buscando", etc, etc....

Como reza el dicho "El que tenga oidos, que escuche"...  y  "disfrute".





Babelain
- Grotesco -

 - 2012 -


Listado de Temas:

 1 - Los Hermosos Vencidos - 04:39 min.

 2 - Aún No - 03:22 min.

 3 - No Me Digas - 03:59 min.

 4 - Viaje Sin Fin - 03:51 min.

 5 - Poetas - 05:22 min.

 6 - El Mar - 04:10 min.

 7 - Lisa Murphy Y Napiato Sacan A Pasear Al Gato - 04:38 min.

 8 - Nadie Lo Echaba De Menos - 04:20 min.

 9 - Nubes En Los Bolsillos - 04:06 min.

 10 - ¡Qué Día El De Aquella Noche! - 03:37 min.

 11 - Voy Buscando - 03:38 min.

 12 - The Dead Boot - 01:55 min.

 13 - Verano - 04:00 min.


13 Temas - Tiempo Total: 00:51:37

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Todas las voces e instrumentos por
Babelain.
Voz en "Poetas":
Mavi

Todas los temas compuestos por
Babelain
excepto 
12 - The Dead Boot, por
Grapefruit

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mp3 @ 320
 Rippeado Por:
Babelain
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Reproductor múltiple por cortesía de Napi


 Link con portadas (incluidos tags) cortesía de Napi:




Emancipación

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Emancipación

Nuestras sombras tienen un no sé qué solidario, un punto de empatía, un algo de complicidad con nosotros. Yo no sé las vuestras, pero la mía me ha salido bastante descarada. Ya sé que adquieren muchos de nuestros vicios y pocas de nuestras virtudes, en mi caso será porque no las encuentra.
Decía que la mía me ha salido bastante descarada, me explico: Una tarde del mes pasado, estaba tomando plácidamente el sol  en un banco del parque y de pronto veo que mi sombra se “desprende” de mí, así, como lo oyen. Se levanta y comienza a alejarse, un poco titubeante al principio, como si dudara de la decisión tomada; pero poco a poco se fue reafirmando en su “aventura” de ir por su cuenta, sin la referencia de mi cuerpo. Vi claramente como  hacía los movimientos de sacarse una pipa de un bolsillo, una caja de cerillas de otro y encenderla con gestos supuestamente elegantes. ¡Y eso que yo no fumo! ¡Ni soy elegante! Nada más separarse de mí ya estaba tomándose ciertas libertades.
Al principio de la “separación” me sentí casi enojado por tamaño atrevimiento, al fin y al cabo llevábamos toda una vida juntos; pero luego me sentí un tanto aliviado, como más ligero. Volví a casa y como ya se había puesto el sol, casi no la eché de menos, las farolas de la calle aún no estaban encendidas.
Al día siguiente me desperté tarde, era sábado y no tenía que trabajar. Abrí la ventana de par en par y allí apareció mi sombra, al principio la noté un poco tímida, casi escondiéndose pero luego fue tomando forma. Hice como si no hubiera pasado nada, pero la noté nerviosa, incluso se adelantaba a mis pasos y no guardaba el orden natural entre ella, la luz y yo. Me dio un poco de pena y le pregunté a bocajarro: ¿qué tal la aventura, alma de cántaro? Entonces soltó unas lagrimitas y me contó que la “aventura” en solitario había sido un desastre. Nadie parecía hacerle ni caso. Entró en un bar y pidió una cerveza, el camarero no reparaba en ella y salió de allí enojada y cabizbaja. Luego, en un kiosco de periódicos se encontró con una sombra muy bien parecida de una joven pelirroja. Intentó “hacer migas” con ella, pero le dijo que no hablaba con sombras solas, sin cuerpo, que aquello no entraba dentro de las reglas del juego. Llegó la noche y no sabía qué hacer, no se sentía, no se veía, no tenía rumbo…se quedó dormida en un cajero de un banco como un vagabundo. Lo despertó un perro rascando la puerta del cajero a las cinco de la madrugada. Entonces volvió a casa, se deslizó por debajo de la puerta y esperó a que yo me despertara. Una sombra sin cuerpo no tiene razón de ser, me dijo convencida. Le di unas palmaditas en la espalda y me preparé un desayuno pantagruélico para afrontar el fin de semana con buen pie y con buena sombra.

¡Qué día el de aquella noche! Babelain Single

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Single de tres temas para cerrar el CD nº 17. Un instrumental  marchoso (incluso con algo de resaca) y dos canciones en plan lento (me han salido así, una con un cierto aire oriental y otra con otro cierto aire a Procul Harum, al menos a mi me suena a eso- a toro pasado-salvando las distancias, claro)

1.- ¡Qué día el de aquella noche! (Instrumental- Música.- Babelain))


2.- Voy buscando (Letra y música.- Babelain)

Voy Buscando
(Letra y música.- Babelain)
Voy buscando la Sombra
La Sombra de la Inocencia
La Inocencia del Misterio
El Misterio del Desierto
El Desierto de la Jungla
La Jungla de los Colores

La Jungla de los Colores
Los Colores de la Tierra
La Tierra de las Dudas
Las Dudas de la Ignorancia
La Ignorancia del Vacío
El Vacío de la Búsqueda

(Estribillo)
El Vacío de la Jungla de Colores
Los Colores del Misterio de los Ríos
Los Ríos que atraviesan el Desierto
El Desierto de Las Dudas del Vacío

Voy buscando las Luces
Las Luces de las Montañas
La Montañas de Las Lunas
Las Lunas de otras Tierras
Las Tierras de la inocencia
La Inocencia de la Duda

La Inocencia de la Duda
La Duda de la Ignorancia
La ignorancia del Vacío
El Vacío de la Búsqueda
Voy buscando la Sombra
La Sombra de la Inocencia

(Estribillo)
El Vacío de la Jungla de Colores
Los Colores del Misterio de los Ríos
Los Ríos que atraviesan el Desierto
El Desierto de Las Dudas del Vacío


3.- Nubes en los bolsillos (Letra y música.- Babelain)


Nubes en los bolsillos
(Letra y música.- Babelain)

Bajo la lluvia salada
De lágrimas de sirena
Los gnomos persiguen
El eco del silencio

A veces guardamos
Nubes en los bolsillos
Por si llegamos a la estación
Y nadie nos está esperando

Las risas de los sonámbulos
Inician su aquelarre
Tendremos que inmunizarnos
Silenciando las campanas

A veces guardamos
Nubes en los bolsillos
Por si llegamos a la estación
Y nadie nos está esperando


Aquellos que abandonamos
A lo largo del camino
Ahora cuecen su venganza
En un caldero de bronce

A veces guardamos
Nubes en los bolsillos
Por si llegamos a la estación
Y nadie nos está esperando









Sueño nº 13

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Sueño nº 13

Nunca me ha gustado perder el control, pero allí estaba yo, en medio de la fiesta, a la deriva, con mis catorce añitos cumplidos.  El organizador de aquel encuentro era Paul Bowles (El Cielo protector). La fecha: un día cualquiera de mil novecientos sesenta y pico. El lugar: una vieja mansión de varios pisos en las afueras de Tánger.

La gente abarrotaba los distintos cuartos de la casa,  sentada sobre alfombras y cojines o bailando y charlando en las terrazas y en el jardín medio silvestre. Varios criados marroquíes, ataviados con el típico fez, servían té a la menta y pasteles en bandejas plateadas. Los pasteles resultaron estar hechos con majoun (una mezcla de frutos secos, especies, miel y flores de kif,  muy común en Marruecos en ese tiempo) Al cocinero se le debió ir la mano con las flores y todo el  mundo andaba completamente ido, o al menos yo lo veía así. Las escenas se sucedían a cámara lenta, más bien lentísima.

En la fiesta estaba “todo” Tánger de aquellos tiempos: Los Bowles, con Jane de maestra de ceremonias, Truman Capote, íntimo de Jane,  Djuna Barnes, los Beat con Burroughs y Kerouac incluidos, Mohammed Chukri y algunos invitados especiales  que habían aparecido por sorpresa en la ciudad esos días.

Me quedaba absorto con cualquier nimio detalle, una voluta de algún cigarrillo se convertía en un cometa, una carcajada resonaba como un trueno, la mirada de una bailarina me traspasaba el cráneo; mis pies estaban a un kilómetro de mi cabeza, casi no los veía; intentaba sonreír pero mi cara se había convertido en un pergamino. Me levanté con gran esfuerzo del cojín en donde estaba sentado. Intenté la odisea de recorrer los distintos cuartos de la casa. Al entrar en uno de ellos pensé que estaba en un sueño dentro de otro sueño: en unas  banquetas estaban sentados Brian Jones y Keith Richards tocando “As tears go by” con sus guitarras de doce cuerdas; sentada en un cojín, junto a ellos, Marianne Faithfull ponía voz a la canción y tumbada sobre la alfombra, Anita Pallenberg fumaba lánguidamente; del humo de su cigarrillo salían sombras que luego se materializaban en personas conocidas pero no podía recordar sus nombres; luego desaparecían, se volatilizaban en el aire espeso de la habitación.

Alguien me arrastró hacia fuera del cuarto y me ayudó a sentarme en el césped del jardín. En un banco cercano, Burroughs le susurraba algo al oído a Ginsberg; quería oír qué le decía, pero el susurro era inaudible. La gente pasaba junto a mi, y sus risas retumbaban en mi cabeza con eco retardado. Jane Bowles salió y se puso a desmenuzar miguitas de los pasteles de majoun para los pájaros. Al rato, un par de pájaros se pusieron a dar vueltas alrededor de mi cabeza como si estuvieran en órbita; empecé a dar manotazos para espantarlos pero apareció Mick Jagger arrastrándose por el césped como una serpiente, con esa sonrisa magnética tan característica. Se paró a medio metro de mí y me ofreció una bolsa de papel con algo blando dentro. Sonrió y luego se marchó reptando, moviendo las caderas como si estuviera actuando en un escenario.

Pasó un tiempo indefinido pues estaba hipnotizado con el sonido de unos tambores y flautas que procedían al parecer de uno de los cuartos del edificio. Me sonaban a los Master Musicians of Joujouka; probablemente habrían venido por invitación de Paul Bowles, al saber que Brian Jones venía a Tánger. Abrí la bolsa que me había regalado Mick, eran tomates rojos chillones, muy maduros. Salí a la calle e intenté encontrar el camino de regreso al hotel Minzah,  que era donde me hospedaba. Mientras callejeaba me dediqué, sin saber porqué, a estrellar los tomates en el suelo, uno a uno, cada diez pasos. Contar diez pasos cada vez resultó ser una tarea extraordinaria, titánica; me distraía con cualquier cosa,  veía sombras extrañas en cada esquina, oía ruidos procedentes de otros mundos a mi alrededor. Miré hacia atrás, y el suelo del camino estaba repleto de manchas rojas de los tomates espachurrados y varios perros escuálidos se dedicaban silenciosos a lamerlas con sus largas lenguas moradas. Llegué al hotel de madrugada, cuando comenzaba a lloviznar, con las primeras luces del día.

Un mal día lo tiene cualquiera

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Un mal día lo tiene cualquiera


Esta mañana salí de la oficina camino de la sucursal bancaria que está en la otra punta del pueblo. No me encontraba bien, estaba mareado y no podía concentrar mi atención en nada. Me asusté un poco porque no tenía motivo aparente para ese malestar repentino, aunque nunca se sabe. Desde la oficina hasta la sucursal del banco, aparte del saludo habitual a conocidos, me encontré con tres personas con las que me paré a hablar un ratito por distintas razones:

 La primera fue una hermana que tiene una tienda y a la que hacía unos días le había hecho unas fotos para promocionar unos bolsos que ella fabrica. Quería ver el resultado de las fotos ya ampliadas y pasadas al soporte final.

            La segunda fue otra hermana que encontré por la calle en uno de sus cortos paseos para descansar de su trabajo diario.

            La tercera fue una amiga que encontré en la puerta de su casa y que hacía tiempo que no veía. Ella tenía también mala cara, todo hay que decirlo.

            Con las tres quise aparentar que me encontraba bien, alegre, en fin como siempre; aunque yo no sea “el tipo más simpático del barrio” (me suelo reí mucho más por dentro que por fuera)

No lo conseguí con ninguna, incluso tuve que reconocerle a las tres que me sentía fatal, mareado, incapaz de concentrarme. Digo que quise aparentar que tenía buen talante porque después de despedirme de cada una de ellas, pensaba, con toda seguridad, que  al dar tres pasos me iba a caer en redondo, muerto al instante. Quería dejarles una última buena impresión, aunque me temo que no lo hubiera conseguido. Un mal día lo tiene cualquiera.

Ya en la sucursal del banco, me senté en el despacho del Interventor y le pedí que me quitara las comisiones de una cuenta que tenemos del trabajo. Ahí no quise aparentar nada, en los bancos no hay que hacerse el simpático por que te roban la cartera cuando menos te lo esperas; lo que hay que aparentar es que somos unos tipos muy duros (tampoco sirvo para eso, pero al menos tenía cara de aguantar pocas bromas)

De vuelta hacia la oficina empezó a llover. Abrí el paraguas y automáticamente empecé a sentirme mejor. Parecía como si debajo del paraguas, abriéndome paso entre la cortina de agua que caía, hubiera entrado en otro mundo donde no existía ni la gravedad, ni la presión atmosférica; un mundo ingrávido donde el cuerpo pasara inadvertido y las sensaciones se percibieran en forma de ondas; como gotas de lluvia que caen mansamente sobre un lago en calma.

Facunda

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Facunda

            Durante un tiempo vivió en mi jardín una tortuga que se llamaba Facunda. Tenía un gran sentido del humor (o así lo entendía ella) aunque a veces se pasaba de lista y eso es lo que la perdió. Al final le salió el tiro por la culata.

            Una tarde de otoño, después de un chaparrón, salí al jardín a tomar un té y respirar un poco de aire fresco. Facunda se había salido de su caparazón y estaba encima de una piedra  simulando que era un lagarto; me miraba para ver que cara ponía yo. Pero esta vez no me engañó, yo sabía bien como eran los lagartos porque hacía unos años, dos lagartos habían tenido su madriguera en mi jardín y los había observado con detenimiento, incluso les había hecho fotos. Pero ella intentaba confundirme con esa pose altiva de los lagartos, aunque no podía ocultar su barriguita de tragona. La miré a los ojos fijamente y le saqué la lengua en señal de burla para que supiera que no me había engañado con su burda treta. Parece ser que su orgullo se vio afectado durante unos días porque no le vi más el pelo durante tiempo.

            Facunda no paraba de intentar burlarse de todo quisqui en el jardín. Imitaba el aullido del lobo o el ulular de las lechuzas o el silbido de las víboras… para poner en jaque a ardillas, roedores y todo bicho viviente de los alrededores. Las “transformaciones” no se le daban bien, pero ella insistía erre que erre. Una mañana de domingo, le dio por intentar transformarse en “chivo expiatorio”. Había oído esa expresión en una de las barbacoas que montamos en las noches de verano en el jardín, pero ella, para su desgracia, solo sabía el significado de “chivo”, no de “expiatorio”. Con unas ramas retorcidas de olivo se fabricó unos cuernos y con plumas de pájaros imitó una pelliza y se plantó en medio del jardín toda orgullosa. Cual fue su sorpresa cuando se vio rodeada por todos los habitantes del jardín y alrededores que empezaron a echarle la culpa de todos sus males, descargando toda su furia en la asombrada Facunda. La mantearon durante un buen rato y cuando se aburrieron, cada mochuelo se fue a su olivo, dejando maltrecha y pensativa a la pobre tortuga.

            Después de aquella amarga experiencia “expiatoria”, a veces, cuando estoy sentado en el banco del jardín,  Facunda se acerca y me da un par de cabezazos en los zapatos, me mira de reojo y sigue su camino rumiando parsimoniosamente alguna hoja de lechuga, como si la prisa no fuera con ella y  limitándose a ejercer solamente de tortuga.




Babelain E.P. Viaje sin fin

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Cuatro nuevos temas en este E.P.:


1.- Viaje sin fin (letra y música.- Babelain)

 Una canción de huida, con letra sencilla.

Viaje sin fin
(Letra y música.- Babelain)

Esto está muerto
Me voy de aquí
No queda nada
Por descubrir

No puedo más
Tengo que huir
Esto va a saltar
Como un polvorín

Me voy muy lejos
Me voy de aquí
El tren me lleva
Viaje sin fin

Pasan los pueblos
Gente en las calles
Pasan los bosques
Ríos y valles

No me detengo
Quiero ir al sur
Viajando como
Un viejo tahúr

Me voy muy lejos
Me voy de aquí
El tren me lleva
Viaje sin fin

Pasan las noches
Pasan los días
Lunas y soles
Sobre las vías

No pararé
Hasta encontrar
Una tierra virgen
En algún lugar

Me voy muy lejos
Me voy de aquí
El tren me lleva
Viaje sin fin




2.- Lisa Murphy y Napiato sacan a pasear al gato.- (Instrumental. Música.- Babelain)

Dedicado a Lisa/Napiato por sus constantes colaboraciones que siempre me sacan de un apuro

3.- Aún no.-  (letra y música.- Babelain)

 La letra es de un poema que escribí hace un par de años.

 Aún no
(Letra y música.- Babelain)

Ahora no es el momento
De despojarse de todo
Aún conservo mi sombrero
Y mi ridícula perilla
Una sonrisa medio irónica
Al menos cuando me miran

Puede que en otro tiempo
Cuando no haga tanto frío
Las miradas sean más limpias
Los pájaros más amables
Y las nubes más hermosas
Pueda soltar más lastre

No puedo quedarme desnudo
Aún no
Todavía hace frío
Ya vendrán otros  tiempos

Pero ahora reconforta
Rodearse de abalorios
Que distraigan nuestros días
Nos abriguen en las noches
Espanten a los fantasmas
Y nos protejan del otro

No puedo quedarme desnudo
Aún no
Todavía hace frío
Ya vendrán otros  tiempos


4.- The Dead Boot (Grapefruit)

            Esta es una canción que venía en la cara B de un single de Grapefruit publicado en 1968. La cara A era “Dear Delilah” que tuvo un relativo éxito. Aquel mismo año fui a la tienda a comprar el single pero se había acabado. Me enteré que un amigo tenía este single y lo convencí para que me lo cambiara por el E.P. de The Who con My Generation (que lo tenía repe, como los cromos) Luego, con el tiempo, ya me compré el CD donde esta canción viene como bonus track.  Y ahora he podido hacer esta versión que la tenía metida entre ceja y ceja. Es una canción muy breve. El final es raro, pero es así, podéis verlo en youtube.

Y eso es todo, de momento.

Link E.P. más portada: http://www.mediafire.com/?c4teit5o7cs6rf5

Mi Sombra

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Mi Sombra

 Hacía ya una semana que llovía sin parar, pero el domingo  amaneció con un sol espléndido y decidí salir a pasear. Soplaba un  viento suave de poniente y el mar lucía desafiante.  El aire era nítido, las montañas parecían estar más cerca de lo normal, casi se podían tocar alargando los brazos (esto es un poco exagerado  ¿verdad?)

                Mi sombra se apuntó al paseo. Ella debía estar harta también de tantos días sin sol y sin poder mostrarse. ¡Si las sombras hablaran! (estaríamos perdidos, ¿verdad?) Últimamente la tenía bastante castigada y la criticaba por estar siempre pegada a mí como una lapa. Pero ese día me pareció más simpática. 

 De pronto, en medio del paseo, por el carril junto a la playa, me fijé en ella,  la vi tan… silenciosa… tan… alargada… tan… presente pero sin querer molestar… que me decidí a fotografiarla con distintos fondos. Se portó de maravilla, no protestó ni un momento, posó con una paciencia infinita.  Cualquier sombra soñaría (si soñaran las sombras)   con pasar una mañana como la de hoy, por fin ¡protagonista!

He aquí algunas muestras: