Telesforo y Esperanza 1ª Parte IV y V

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(Niño del circo)
(ver post anterior)

IV

En el portal de su casa, Telesforo encontró a un zagalillo sentado en un escalón con la cara entre las manos. Parecía triste y por eso se atrevió a preguntarle:

  • ¿Estás perdido?
  • No
  • ¿Tienes hambre?
  • Mmmm, si
  • ¿Quieres subir y repartimos unas salchichas?
  • Bueno
Subieron al cuartucho y Telesforo pasó por la sartén las salchichas, dividió la barra de pan en dos, metió una salchicha en cada trozo, partió el tomate en trocitos, le hecho sal y un poco de aceite y se sentaron en la diminuta mesa a comer.
  • Bueno, cuéntame, ¿te has escapado de casa?
  • No tengo casa
  • ¿Y tus padres?
  • Mi padre es un poeta medio famosillo y mi madre ama de casa. Pero se separaron. Mi padre solo vivía para la poesía y mi madre se cansó y se buscó un maromo que la quisiera. Yo no quise quedarme con ninguno de los dos y me largué. No me hacían ni puto caso. Ni se han preocupado de buscarme.
  • Entonces ¿Dónde vives?
  • Trabajaba en un circo, pero ayer me escapé y el circo se fue a otro pueblo
  • ¿Cuántos años tienes?
  • Trece
  • ¿Y qué hacías con trece años en un circo?
  • Pues de todo un poco, pero parece ser que tengo facilidad para inventar melodías y mientras lavo a los animales, les doy de comer o ayudo a los payasos a vestirse, canturreo sin parar cancioncillas inventadas. Hace unos días, me llevé una sorpresa morrocotuda, un cantante famoso estaba cantando una de mis cancioncillas por la radio, con su orquesta y todo eso. Me quedé de piedra. No comprendía nada. La Mujer Barbuda, que es amiga mía, me dijo que había descubierto a uno de los músicos que tocan en el circo copiando en una partitura las canciones que yo inventaba. Luego se las pasaba al director del circo y este las vendía a una casa de discos. Se estaban forrando a mi costa y a mi solo me daban de comer y un sitio para dormir. No aguanté más y me escapé. Que se jodan.
  • Qué cabrones los del circo. ¿Y qué piensas hacer ahora?
  • No se. Quisiera ser inventor. Inventar algo que a nadie se le haya ocurrido antes.
  • Claro, de eso se trata, si es un invento, a nadie se le habrá ocurrido antes (bromeó Telesforo)
  • Ya, pero tiene que ser algo que sirva para desenmascarar a los cabrones que engañan a gente inocente. Un aparatito que los detecte, como a un billete falso.
  • Estaría muy bien eso, chaval. Adelante.

Terminaron de comer y Telesforo se echó una siestecita. Cuando despertó, el zagalillo se había marchado. En un trozo de papel higiénico dejo una escueta nota con letra temblorosa: “Gracias por el bocata, estaba de muerte”

A Telesforo le dio bastante pena la desaparición del chaval. Le hubiera gustado ayudarlo y encontrarle un trabajo pero luego pensó que probablemente su destino estaba marcado y a él no le tocaba intervenir. Al menos habían compartido un almuerzo. Siguió un rato echado en la cama mirando por la ventanita cómo corrían las nubes hacia el este. Le quedaba un cigarrillo pero no tenía cerillas. Se puso el cigarrillo en la boca y se quedó con cara de bobalicón recordando el momento tan mágico que había pasado con Esperanza esa mañana.

Por un momento creía que había sido un sueño, pero de eso nada, en el bolsillo del pantalón tenía un papelito con el número de teléfono de la chica. Llamaron a la puerta. No esperaba a nadie. Nunca esperaba a nadie - ¿Quién será? - (se preguntó)


(Tomás y Telesforo)

Abrió la puerta y ¡sorpresa! Aparece Tomás, un viejo amigo del instituto que hacía ya unos años que no veía:

  • ¡Hostias, Tomás! ¿de donde sales, cabrón? ¡Qué sorpresa!
  • Joder Tele, estás igual de feo que antes o más (risas)
  • Pues tú estás medio decrépito y empiezas a quedarte calvo (más risas)
  • Pues ya ves, estoy de paso y me acordé de tu dirección. Menos mal que no te has mudado.
  • Pues sigo aquí, anclado y sin muchas perspectivas de cambio.
  • ¿Sigues escribiendo aquellas poesías cochambrosas sin pies ni cabeza?
  • No hago otra cosa en mis ratos libres, pero nadie quiere publicar mis poemas. Dicen que son rarísimos.
  • Y tienen razón, pero lo raro tiene su público también. Son unos mamones estos editores. Yo dejé de escribir y ahora estoy de fábula. Me he buscado un trabajo de barman en un pub de moda.
  • ¿Y de mujeres, qué?
  • Bueno, he salido con algunas desde entonces, pero estoy mejor solo. De vez en cuando, sin compromiso, salgo con alguna amiga del bar en plan “sexo de mantenimiento” jejejeje. Más que nada para no oxidarme.
  • Pues yo hacía tiempo que no me comía una rosca, pero ayer…
  • Pero ayer ¿qué?
  • Pues eso, que conocí a una chica especial. Solo fue una mañana, dando un paseo y conversando, pero me quedé…colgadísimo. Algo mágico. Tengo su teléfono.
  • Pero…suelta la gallina de una vez, joder, no me dejes a dos velas.
  • Pues nada, que nos vimos en un bar, ella me habló y salimos a pasear y a charlar por su barrio y me transporté al paraíso. Nunca antes me había pasado algo así.
  • ¿Eso es todo? De poesía solo no se vive, Tele. Hay que ir hasta el fondo de la cuestión, y no es una metáfora.
  • Ya, pero esto es especial. Ya habrá tiempo para todo, eso espero al menos
  • Tú sabrás, siempre has sido rarito. Venga, te invito a una cerveza, tengo algo de presupuesto.

Salen a la calle charlando de sus cosas como en los viejos tiempos del instituto, cuando se reunían y el mundo desaparecía. Solo existían sus historias inverosímiles, sus planes imposibles, sus colocones de fin de semana, sus poesías estrafalarias, sus chistes malísimos, sus…

En el bar, delante de unas cervezas y una ración de patatas bravas, parecía que nada había cambiado entre ellos pero, en los silencios, cuando se miran por unos segundos a los ojos escrutándose, si que se nota una especie de pequeño abismo que antes no existía. Ellos lo disimulan, pero ambos lo saben.

Se despiden con un abrazo en la misma puerta del bar y prometen verse más a menudo, aún sabiendo que nadie es dueño de su destino; pero ¿quién sabe?

Fin de la 1ª Parte. Continuará... y las cosas ya no serán tan "normales"


Telesforo y Esperanza 1ª Parte III

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(Telesforo y Facundo en el parque)
(Ver post anterior)

III

Resultó que Esperanza era nieta de Facundo (¡que pequeño es el mundo, Facundo!) y también resultó que Esperanza malvivía limpiando casas ajenas ya que al quedarse huérfana muy pequeña, no pudo recibir una formación académica adecuada con la que pasar a engrosar las listas del paro, como cualquier universitario que se precie.

Vivía en casa de su abuelo que era viudo. Facundo era un buen hombre, muy bromista. Trataba de hacerle la vida más agradable a su nieta aunque a veces fuera un pelín pesado (cosas de la vejez) Ella lo quería mucho y cuidaba de que no se pasara con el tinto y los cigarrillos, pero Facundo era muy listo y se escaqueaba a menudo del control de su nieta.

Esperanza era simpática además de ser una belleza y cautivó a Telesforo, que quedó enamorado hasta los huesos como nunca hubiera imaginado.

  • ¿Te gustan los animales? (preguntó Esperanza)
  • Algunos, no todos
  • Menuda respuesta
  • Es que estoy impresionado. No esperaba yo esta mañana encontrarme con una joven tan simpática y hermosa y que además quisiera dar un paseo conmigo en un barrio desconocido. Me gustan los loros. Pero solo los que hablan
  • ¿Y los perros?
  • Algunos…perdona, los pequeñitos no me gustan son un poco cargantes. Y me gustan las cebras, algunos caracoles, los dromedarios, los delfines…en fin…
  • Que gustos más raros. ¿Y la música?
  • Alguna también. Es decir, la música que tiene color, ritmo y también la que tiene un sentimiento que te lleva a la melancolía, no se…que me sorprenda…
  • Eres más raro de lo que pensaba
  • ¿Y tú? ¿tienes novio?
  • Oye, ¿qué pregunta es esa? Te mereces una buena respuesta, ¿no te parece?
  • Bueno, se me ha escapado, me imagino que medio barrio estará enamorado de ti. ¿No?
  • Bah. No tengo novio, tenía uno pero lo mandé a hacer gárgaras, se pasaba el día peinándose y mirando a todas las chicas que nos cruzábamos cuando paseábamos juntos.
  • Como verás, yo voy siempre despeinado y no he mirado a ninguna chica que no seas tú mientras paseamos
  • ¿Y a mí que me importa? Puedes mirar a quien quieras. ¿Qué quieres decir con eso?
  • Pues que sería un buen novio para ti. No pienso peinarme jamás.
  • Ja ja ja ja
  • Por fin he hecho reír a una chica guapa. Hoy debe ser mi día (siguieron caminando y charlando animadamente)

Pero se acabó el tiempo. Esperanza se quedó en el portal de una casa que le tocaba limpiar ese día. Telesforo consiguió su teléfono después de insistir mucho, se despidieron y continuó su camino. Esta vez si que le dio tiempo a contestarse a la famosa pregunta: ¡si, este era un momento feliz, y tanto!

La mañana había sido intensa e inesperada. El barrio desconocido había dado mucho juego y Telesforo se sentía contento. Emprendió la vuelta a casa pero antes compró un par de salchichas en una carnicería, un tomate muy rojo, una barra de pan y una lata de cerveza. Con eso tendría bastante para el almuerzo. Luego se echaría una siesta y…
Continuará

Telesforo y Esperanza. 1ª Parte II

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(Ver post anterior)
II

Caminando enérgicamente, casi como un militar, recorrió varias calles que no conocía, doblando esquinas al azar hasta que, por exceso de marcialidad, empezó a faltarle el aire y se sentó en un banco de un pequeño parque bañado por los primeros rayos de sol de la mañana. Se preguntó si ese momento era un momento feliz pero no le dio tiempo a contestarse porque apareció un viejecito y se sentó a su lado. El viejecito le sonreía y parecía tener ganas de palique. Por fin se decidió:

-No parece usted de por aquí, joven
- Pues no, ¿en que se nota?
- Pues en que los jóvenes de este barrio, los sábados por la mañana están tarumba y no vienen a sentarse al parque a estas horas
- Ah
- Además, yo los conozco a todos y usted no me suena de nada
- Pues ya me conoce ¿no?
- Bueno, de vista
- Me llamo Telesforo
- Y yo también
-Vaya hombre, ¡qué casualidad!
- Era broma, siempre gasto esa broma cuando me presentan a alguien
- Pues tiene gracia (irónicamente)
- ¿Verdad? (sinceramente)
- En realidad me llamo Facundo (en ese momento, Facundo propina un codazo a Telesforo en las costillas. Telesforo notó como una corriente eléctrica pero disimuló como pudo)
- Pues encantado. Bueno, continúo que tengo algunas cosillas que hacer esta mañana.

Buscó un bar para tomar un cafelito caliente pero curiosamente no había ninguno abierto por la zona. Al fin encontró uno muy pequeño, con un par de mesas en el interior, pero acogedor. Pidió un café y un bollo. Quiso preguntarse si ese era un momento feliz pero tampoco le dio tiempo porque entró una joven de aspecto desvalido aunque de una belleza sobrecogedora. Telesforo se quedó casi petrificado y apenas podía disimular su admiración por la belleza de aquella joven que parecía tan desamparada.

No se atrevía a mirar descaradamente, sin embargo tampoco podía apartar la vista de ella. La joven pidió un vaso de leche caliente y se sentó en la otra mesa, frente a Telesforo. Por fin, ella se decidió a mirarlo. Fue una mirada furtiva pero intensa, que dejó completamente desarmado a Telesforo. La joven, dirigiéndose a Telesforo:

  • No pareces de por aquí ¿no?
  • Emmm, no, se …me …nota mucho (balbuceando)
  • Bueno, los jóvenes de este barrio están durmiendo la mona a estas horas
  • Pues usted es joven y está aquí tan fresca y reluciente como un arco iris
  • Gracias, no será para tanto
  • Me llamo Telesforo (ya más relajado)
  • Pues yo no
  • Qué graciosos sois en este barrio ¿ no?
  • Bueno, es que yo no le digo mi nombre a cualquier desconocido
  • Pero tú empezaste la conversación
  • Es verdad, confieso que me llamo Esperanza, pero no me pega el nombre
  • Esperanza, ¿querrías enseñarme tu barrio? No tengo nada que hacer esta mañana.
  • Bueno, me has caído bien. Tengo un par de horitas libres.

Y salen del bar charlando animadamente en visita turística por el barrio de (la) Esperanza.

Continuará

Telesforo y Esperanza. Cuento por entregas. 1ª Parte I

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PRIMERA PARTE
(Donde no ocurre nada fuera de lo normal, aparentemente)
I
Hacía fresco aquella madrugada, aunque fuera pleno verano. En su diminuto cuartucho alquilado, Telesforo calentó agua para un té y pensó por un momento en que ocupar aquella mañana del sábado; barajó varias opciones:

  • Pasear por calles desconocidas hasta el agotamiento físico y psíquico
  • Escribir poemas decorativos revolucionarios
  • Inventar algún artefacto que no sirviera para nada excepto para pasar la mañana
  • Esperar. Esperar lo que sea. ¿La fortuna? ¿Un tren? ¿La vejez?
  • Fumar asomado a la ventana y silbar en francés

Lo primero que hizo fue esperar. Como no ocurría nada, ni la fortuna llamaba a su puerta, ni pasaba un tren y tampoco quería esperar tanto tiempo a la vejez porque se aburría mucho, pues se puso a fumar y a silbar en francés. Luego intentó fabricar un artefacto pero no encontró herramientas ni nada de nada, ¡era tan pobre! Al poco rato escribió un poemita decorativo revolucionario que le subió la moral unos quince centímetros y no era para menos, observen (él lo llamaba ¡poema!):

Los floreros no son revolucionarios
las tuercas si
si encuentran un tornillo
¿verdad?
A las tuercas podemos darle una vuelta más
cuando nos dejan
¿verdad?
Aunque a veces tenemos que desandar lo andado
y desenroscarlas un poco
si no, nos encierran en jaulas
cuando no les da por zurrarnos

Sin embargo
un florero no es sospechoso
pasa desapercibido
si no es muy coqueto,
¿verdad?
También está la flor del payaso
esa si es revolucionaria ¡caramba!
Sobre todo cuando se aprieta la perilla
y sale el chorrito de agua
directo al ojo del alcalde
o de la autoridad competente
¿verdad?

(El “¿verdad?” hay que pronunciarlo como lo hacía la gente de antes, como una aseveración, no como una pregunta. Pero eso era antes, cuando la gente tenía cierta enjundia)


Ya por último, sin estar muy satisfecho del poema, se decide a salir a pasear por calles desconocidas, dispuesto a agotar sus reservas físicas y psíquicas. Le quedaban tres cigarrillos y dos cerillas. El cielo estaba despejado. ¿Quién dice que no puede ser un buen fin de semana?

Continuará...

¡Qué ilusión creernos dueños del destino! (2ª Parte y última)

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ESOS OJOS
(Música y letra.- Babelain)

Esos ojos con esa luz
De niño entre la niebla
En la calle que va subiendo
Hacia la primera estrella
Bajo una danza de globos
Iluminados por la luna
Esos ojos que no saben
Lo que les depara el tiempo

Pero el libro ya está escrito sin remedio
Y aunque creas que tú vas abriendo el surco
Solo sigues esa senda ya marcada
¡qué ilusión creernos dueños del destino!

Esos ojos que van buscando
De hombre entre los escombros
En la calle que desciende
Hacia el núcleo del átomo
Bajo una lluvia de vidrios rotos
Por la cólera del viento
Esos ojos que suspiran
Por olvidarse del tiempo

Pero el libro ya está escrito sin remedio
Y aunque creas que tú vas abriendo el surco
Solo sigues esa senda ya marcada
¡qué ilusión creernos dueños del destino!

( 2010-CD Babelain.- “Todos quieren ser felices”)

¡Qué ilusión creernos dueños del destino! (Primera Parte)

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Próximamente la segunda parte (con música incluida).