Aquí tenéis el Gran Reserva III completo.
Es un verdadero lujo para mí poder contar con su colaboración. Gracias, Rick:
"Como
ya saben los fans y asiduos a este blog, su titular, el músico
celebrado y conocido como Babelain, decidió hace un tiempo
reorganizar su extensa producción seleccionando las canciones de las
que más satisfecho se siente. Ese grupo de canciones queda
distribuido en una serie de volúmenes con el título genérico de
“Gran Reserva”; iban a ser tres, pero tal vez se anime a hacer
cuatro. En todo caso, hoy nos presenta el tercero; y si algún
transeúnte despistado se ha perdido los anteriores, aquí los tiene:
A
Bab no le gusta que le echen flores: compone canciones por el puro
placer de hacerlo, no busca el reconocimiento de nadie. Los que no
tenemos esa capacidad imaginamos, con cierta envidia, que debe de ser
una sensación impagable encerrarse con la idea en la cabeza, los
instrumentos a mano y crear una nueva; algo parecido a dar a luz,
debe de ser eso. Por otra parte, y como Bab es “padre numeroso”,
esta tercera selección es igual de buena que las dos anteriores. Hay
que resaltar también lo cuidado que está el material gráfico, es
decir, el cariño con el que se elaboran las portadas; en esta vemos
a la familia completa, en una representación que es clara prueba de
lo que ahora los modernos llaman con tanta ligereza “complicidad”.
En cuanto a las canciones seleccionadas, ordenadas al estilo clásico
de cara A y B, son estas:
Mis
fantasmas:
una influencia en Bab son los grupos españoles de los años 80 con
aroma lírico, que cuidaban mucho los arreglos. Esta canción podría
parecer un buen homenaje a ellos, aunque aquí las guitarras tienen
más densidad: su sonido es casi somnoliento, hipnótico. Con lo cual
tenemos una actualización mejorada de la que fue una corriente
española muy novedosa, con una letra igual de atractiva y cuya
temática va a juego: Coppini estaría encantado.
El
corazón tiende sus trampas: Esta
canción engaña. Al principio parece un reggae, pero volviendo sobre
ella se descubren muchos matices. Además de que, como siempre, hay
una exhibición de cuerdas de todo tipo, tenemos pedales y “ruiditos
variados”, de esos que a los fans de la psicodelia nos encantan y
que recuerdan el estilo de J.J. Cale, otro referente inevitable en
Bab: hay una base reggae, cierto; pero, como en el caso de Cale, sea
cual sea el estilo primario lo importante es todo lo demás.
Vete
ahora es
una pieza refrescante, cruce de medio tiempo entre rock and roll y
new wave, apoyada por una letra a juego, que nos recuerda las
virtudes del estilo ligero español, medio simpático medio chuleta,
tan nuestro. Como siempre los arreglos son los que marcan la
diferencia, e incluso parece ecualizada en un tono más grave, tal
vez para dar una impresión de mayor densidad. Y da resultado, porque
es de esas piezas que, como se decía antes, “tiene mucho cuerpo”.
Ya no se dice, supongo.
El
verano lleva
un rimo que le hace justicia y nos pone en situación: sol, calor,
languidez. Aquí las cuerdas y los truquitos electrónicos ganan
protagonismo y elevan el vuelo, envolviendo la canción en una
atmósfera ensoñadora. Y muy buenos esos coros y esos “uuuhhh”,
por cierto: redondean el ambiente en el que “el joven aguarda a que
baje ella”, y luego baja ella, y comienza la vida. Lo más
destacable es la destreza con la que Bab consigue crear el ambiente,
con ese ritmo tan… de verano, precisamente.
Vamos
a bailar es
otra canción muy trabajada, con varias capas. Lo primero que destaca
es la guitarra acústica, que en esencia lleva el ritmo con su
rasgueo; pero también anda por ahí una línea de bajo muy original,
y por supuesto las “otras” guitarras que le dan el sello a la
pieza con esas notas sueltas, con el juego de pedales. Hay además
una percusión ligera, de simples matices, que aparece solo a ratos,
pero que redondea la mezcla. Baile para dos, personal, pensado para
arreglar el “problema…”
Equilibrio
recuerda el estilo hawaiano: cuerdas eléctricas que suenan
acústicas, esa aparente languidez. Pero hay mucho más: esa voz con
eco, esa percusión, ese tono general de ensoñación… por un
momento puede recordar al estilo Fleetwood Mac cuando Peter Green se
ponía melancólico. Así que tal vez el conjunto resulte hawaiano;
pero, como en el caso de “El verano” y otras cuantas canciones de
Bab, los juegos de notas que hace con las cuerdas y esas percusiones
ligeras le dan un sello muy característico.
Los
pájaros
inaugura la cara B con un contraste entre la escala de fondo,
clásica, y el sonido de los instrumentos, que llevan un tratamiento
muy personal. El ritmo podría recordar incluso a las bandas de surf,
pero todo suena vaporoso, “aéreo”, que es otro rasgo distintivo
suyo. Hay fases en las que dobla la voz para contarnos esa triste
situación de los pájaros, que no pueden sonreír; pero, y esta es
otra marca de la casa, no sé por qué, incluso las situaciones
tristes me suenan a coña cantadas por él.
Presagio
de tormenta Es
una pieza densa, fiel al título, con un ritmo de medio tiempo que
parece discurrir penosamente, creando un ambiente que se despeja un
poco cada vez que interviene la voz y clarea parte de las tinieblas
para volver otra vez a la angustia de unas guitarras distorsionadas
sobre una percusión que parece marcar el paso de la comitiva. Si la
anterior era una pieza aérea, esta surge de las profundidades: aquí
el cielo es oscuro, efectivamente un presagio de tormenta. O algo
peor.
Todo
está ardiendo parece
seguir la línea “inquietante” de la canción anterior, pero aquí
el ambiente es más personal, por decirlo así. Hay una letra
surrealista cantada por una voz con eco, dando la sensación de
buscar un segundo plano. Sin embargo es la voz la protagonista aunque
no lo quiera, ya que esta canción es de las que giran a su
alrededor. Parece un personaje contando una historia que preferiría
no contar, pero incluso los brillantes arreglos que lo envuelven no
hacen más que resaltarlo.
El
guionista de los sueños
exige concentración, tal vez por ese aire “tibetano” que muestra
en algunas fases, con un arranque de clarinete, escalas poco usuales,
el sonido general que produce algunos instrumentos de cuerda y
teclados fuera de lo común (o tal vez lo sea el tipo de tratamiento
que llevan). También la voz tiene un arreglo que la hace más
introspectiva, a la altura de una letra que, efectivamente, resulta
ensoñadora. Este es otro modo de enfocar el sentimiento “aéreo”
que caracteriza a Bab.
El
héroe razonable
está colocado en un lugar estratégico, tras las inquietudes y la
elevación de las piezas anteriores. Aquí tenemos un buen
contrapunto con una canción ligera, las cuerdas haciendo un juego de
escalas al estilo americano, una batería alegre, el silbido del
héroe, el canto de los grillos… Ya lo dice la letra: el héroe
razonable se ríe de los ciclones, así que vamos a relajarnos con
una pieza que por momentos se acerca al country, pero que va
completamente a su aire. Silbando. Me recuerda a Lucky Luke.
El
rumor
es un magnífico fin de fiesta. Lo primero que llama la atención es
el contraste entre el desarrollo, americano (podría recordar a la
escuela Neil Young, con armónica y todo), y el estribillo,
claramente europeo, cercano al pop de tonos psicodélicos. Por otra
parte la voz ha encontrado el punto perfecto, con un eco muy medido,
doblada en algunos momentos; y la letra es de categoría, con líneas
brillantes como la que luce en el estribillo. Lo dicho: estamos ante
una gran canción, de las mejores en un surtido que ya de por sí es
realmente notable."
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