Viento IV. ¡Lo sabía!

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VIENTO
IV
¡Lo sabía!
  • Aún en la cama, sin espabilar del todo, imagino que me entrevisto a mi mismo. Más que nada para conocerme un poco más. Misión imposible. Empezaría con una pregunta para epatarme a mi mismo: -¿Eres lo que aparentas? ¿O aparentas lo que eres?- Seguramente respondería con una frase “aparentemente” inteligente pero que no diera ninguna pista fiable sobre mi. Mientras menos información tenga sobre mi mismo, menos vulnerable me siento. Y así toda la entrevista. Al final, todos contentos e insatisfechos a partes iguales, entrevistado y entrevistador.
  • Nada más entrar en el bar vi algo extraño en la cara de Pascal. Nos saludamos respetuosamente y pedí una cerveza. Él ya estaba bebiendo la suya. Me contó que se había sentado junto a Marguertite en el banco del parque con la intención de hablarle de mi y propiciar un encuentro entre ambos, pero después de presentarse y ver la acogida tan extrañamente afectuosa con la que lo recibió, empezó a dudar de sus sanas intenciones. Marguerite era una mujer que no se podía dejar escapar bajo ningún concepto. Me dijo que yo, en su caso, hubiera hecho lo mismo. También me contó que hablaron con gran soltura de cualquier tema que salía a colación, que dieron un paseo y tomaron unas copas. La relación fue tan fluida que, al despedirse en la puerta de su casa con un beso en la mejilla, que prometía mucho más que eso, quedaron para la noche siguiente. Me dijo que lo sentía, pero las cosas habían salido así y no había podido evitarlo. Le dije que no importaba. Mentí lo mejor que sabía (no sé mentir - bueno, depende) le di la mano y me marché con la excusa de una cita con una chica que había conocido por la mañana desayunando en el bar. No se si se lo creyó, pero aparentemente, mi dignidad quedaba casi intacta.
  • Volví a casa y abrí una botella de vino que tenía preparada por si me atrevía a invitar a comer algún día a Marguerite. Me la bebí entera y me eché en la cama. Dormí como un bendito hasta la madrugada siguiente.
  • Maldito viento de levante. No lo soporto. Tampoco soporto la resaca. Cada vez me resulta más incomprensible todo. Quiero decir, eso de la causa y el efecto ¿significa algo este episodio de Marguerite? ¿Hay causa y efecto? ¿Hay causalidad o casualidad en la aparición de Pascal en este asunto? Puta mierda de metafísica. Y el verano se está acabando. Esto de Pascal y Marguerite me está tocando los cojones bien tocados. Creo que me merezco esta situación, por gilipollas. No es casualidad, ya se que la casualidad no existe, pero...la gilipollez, si. Y Pascal es un cabronazo, eso también es cierto, por cierto ¿entonces, donde queda el azar?
                                                                        

Viento III. Aizkolari.

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VIENTO
III
Aizkolari
  • Ayer, minutos antes de dormirme, imaginé un guión para un corto (de animación, o no). La cámara se adentra en un frondoso bosque de hayas. Se va acercando a una figura que se deja ver entre los árboles. Suena cada vez más nítido el sonido de un hacha cortando un tronco de madera. La figura resulta ser un aizkolari. A partir de ahora se suceden distintos planos de un par de segundos cada uno. A cada golpe de hacha en primerísimo plano, con su sonido correspondiente, le sucede otro primerísimo plano distinto. Primero el nacimiento de un bebé. Corte de hacha. Primer paso del hombre en la luna. Corte de hacha. El urinario de Marcel Duchamp. Corte de hacha. Rostro sudoroso del aizkolari. Corte de hacha. Un ruiseñor cantando. Corte de hacha. Charlot caminando de espalda con su bastón. Corte de hacha. Elvis da un golpe de cadera. Corte de hacha. Rostro sudoroso del aizkolari. Corte de hacha, Charlot caminando de frente con su bastón. Corte de hacha. La carta de El Ahorcado del Tarot. Corte de hacha. A partir de ahora, el aizkolari, tumbado en el suelo, primero se mutila la pierna izquierda con el hacha en su brazo derecho, después, con el hacha en su brazo izquierdo, se mutila la pierna derecha, a continuación, con el hacha en su su brazo derecho, se mutila el izquierdo, y para terminar, se corta el cuello. La cámara enfoca a Charlot caminando de frente hacia la ella. Cuando está muy cerca, da un giro brusco y se aleja dando vueltas al bastón hasta desaparecer. La cámara vuelve a adentrarse en el bosque de hayas. Resuena el filo del hacha cortando un tronco. TAC... TAC... TAC...
  • Estoy seguro de que había más detalles, pero ahora solo recuerdo esto. Si alguna vez reúno el valor para hablarle a Marguerite ¿le gustaría este guión? A Pascal seguro que no le dejaría indiferente. Se lo contaré en nuestra próxima cita, si me llama.
  • Imaginación si que tengo, aunque mi vida es de lo más vulgar. ¿Culpa mía. O del “guionista”? Pero ¿hay guionista?
  • Esta mañana no hace ni pizca de viento. Abro la nevera, está vacía, solo algún yogur y un par de plátanos maduros. Después de tomar un té salgo a la calle y compro el periódico. Paso por el parque. Marguerite no está. Qué raro. Me siento en un banco apartado y leo el periódico. Casi todo son desgracias. Me deprimo un poco más de lo que estaba al levantarme. Tengo que hacer la compra.
  • He llenado la nevera para una semana. Después de comer un arroz a la cubana (tenía que aprovechar los plátanos antes de que se estropearan del todo) me he echado una siesta. Soñé que tenía una nevera repleta de alimentos exóticos y maravillosos, pero me era completamente imposible abrir la puerta de la nevera. No había forma. Llegue a un estado de desesperación absoluta y al final me desperté completamente empapado de sudor. Fui a la nevera y se abrió perfectamente. No encontré esos alimentos exóticos del sueño, pero no estaba mal del todo. Me bebí una cervecita bien fría.
  • Me quedan aún unos días de vacaciones. Tengo que aprovecharlos y no quedarme con la sensación del año pasado. Parece que esta vez va un poco mejor la cosa. He quedado con Pascal mañana por la tarde. Veremos.

VIENTO II. Pascal

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VIENTO
II
(Pascal)

  • Me ha llamado Pascal, un antiguo compañero de estudios. Dice que si nos vemos mañana por la tarde en un bar del centro. No conozco ese bar. Ya me he puesto nervioso. Tengo ganas de verlo, pero Pascal siempre ha sido un lanzado, un aventurero, un cabeza loca. Simpático, pero imprevisible. Yo soy más sensato y su comportamiento me desestabiliza. De todos modos creo que me vendrá bien verlo. Encima ha sido él quién lo ha propuesto, eso me da cierta ventaja ¿no? Ya hace unos años que no nos vemos, no sé en qué andará metido este tío, con lo raro que es. Veremos.
  • No he podido dormir bien con los nervios de la cita con Pascal. No se qué hacer esta mañana, hasta que llegue la hora del encuentro. He estado recordando los tiempos de la universidad y la verdad es que hice pocos amigos. Dos o, como mucho, tres. Sin contar el “romance” de una semana con una chica que al final no cuajó. Aún no sé por qué. Después de aquella semana, nos distanciamos y al final cada uno tiró para un lado. No quedó nada de aquello.
  • Se me ocurren muchas cosas absurdas a lo largo del día, pero como soy tan comedido, las dejo pasar. A veces recuerdo alguna y la apunto en una libreta, por curiosidad o para compensar mi comportamiento aburrido y previsible. Hoy me he descubierto pensando que yo vivía en el País de los Tontos. Se celebraban elecciones a Rey y salí elegido. El más votado era el que consideraban el ciudadano más tonto del país. Ser tonto de remate tenía sus ventajas también. Me vi dictando leyes tontísimas con voz lela a mi secretaria, que era muy tonta pero estaba riquísima. Ella me miraba con la boca abierta y se reía. Yo le decía que cerrara la boca, que parecía una “tontalaba” y ella creía que era un piropo y se ponía colorada. Mientras más tonta era la ley, más probabilidades tenía de que los súbditos la obedecieran a pies juntillas. Lo mejor de todo era que el país funcionaba como cualquier otro, ni mejor ni peor. Luego me entró hambre, olvidé mi corona, me zampé un bollo con mantequilla y chocolate “Maruja” y el panorama cambió.
  • Salí a dar un paseo por el puerto antes de comer. Quedaba mucho para la famosa cita. El mar estaba rizado, con “borreguitos” de espuma blanca debido al viento de poniente. Los barcos entraban y salían por la bocana del puerto haciendo sonar sus sirenas. Había mucha gente paseando, montando en bici o patinando; familias con niños pequeños que jugaban gritando y riendo. Me gusta observar a los niños cuando se quedan absortos, ensimismados en sus juegos misteriosos. No parecen de este mundo. Yo tampoco, pero no es lo mismo.
  • Al final la cosa no ha estado tan mal. Este Pascal parece que no se come a nadie. Me ha dicho que me ha encontrado “fenomenal” (así escrito parece cursi, pero no me dio esa impresión). Un tipo majo. Al principio estaba yo un poco cortado, pero a la tercera cerveza me solté y hasta parecía que eso de las citas con amigos era pan comido para mi. La resaca sí que fue “fenomenal”. Creo que he cometido un error al comentarle lo de mi indecisión con Marguerite. No debo dar tantas pistas sobre mi “personalidad”, luego las pueden utilizar en mi contra.


Viento

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VIENTO
I
(Marguerite)
  • Ayer tarde vi a Marguerite. Estaba sentada en el banco de siempre, leyendo y dando de comer distraídamente a las palomas. Ella no me vio. De todas formas no me hubiera reconocido. Pero por si acaso me calé el sombrero hasta las cejas y levanté las solapas de la chaqueta hasta la barbilla. Cualquier día de estos me atrevo a hablarle. Pero aún no estoy preparado
  • El conflicto empieza siempre nada más levantarme de la cama. Me asomo a la ventana, si el viento viene de levante me pone melancólico; pero si sopla de poniente fuerte, la cosa se complica y entro normalmente en un estado de irritación permanente. Después del desayuno intento estabilizarme emocionalmente y aparento ser un tipo agradable, incluso le sonrío al espejo con una mueca ridícula al cepillarme los dientes. Luego, al correr el día, suele irme mejor con el poniente que con el levante.
  • Aquella mañana, al ir a comprar colirio en la farmacia, observé a una joven que pedía una caja de preservativos. La joven se sonrojó cuando vio que la observaba. Al salir de la farmacia alcancé a ver que subía a un coche, donde le esperaba un hombre calvo pero joven. Inmediatamente los imaginé en una batalla carnal en medio de un bosque de pinos. Imaginé también que al hombre le caía una procesionaria en su brillante calva que le producía una irritación considerable justo cuando estaban en la fase más excitante de la batalla y tuvieron que ir a urgencias Precisamente, aquella mañana, el viento era de poniente y soplaba con fuerza.
  • Al día siguiente, con brisa ligera de levante, me acerqué al centro de salud para pedir una cita con mi médico de cabecera. Al pasar por la sala de urgencias vi a un calvo con una erupción en la cabeza. No pude precisar si era el mismo hombre del día anterior, además, aquello ocurrió en mi imaginación. Las cosas no son así, eso está claro. En la sala de espera me dio por recordar aquellas excursiones domingueras con la familia a un pinar cerca de la frontera. No recuerdo las procesionarias, pero si arañas colgando de los árboles, mis hermanas con las trenzas, columpiándose, la tortilla de patatas, las heridas en las rodillas y tobillos, jugando a policías y ladrones, ''¡cuidado con la piedras, niños! ¡no alejaros mucho!...''
  • El médico me dijo que aquello no era más que un resfriado mal curado. Con un par de días de medicación la cosa mejoraría. Me quedé en casa leyendo. Al rato me dormí y soñé con un jardín exuberante repleto de flores... de plástico. La banda sonora era El Anillo del Nibelungo de Wagner. Cogí unas tijeras de podar gigantes y emprendí una batalla contra aquella aberración. Mientras más podaba, más se reproducían aquellas flores del demonio. Terminé por despertarme completamente agotado y sudoroso. Seguía el viento suave y húmedo de levante. Me entraron unas ganas terribles de beberme un gazpacho bien frio, pero no había tomates en la nevera.
  • Casi nunca me ocurría algo fuera de lo normal. Y no digamos, algo extraordinario. Creo que es mejor así. No sabría cómo reaccionar. Me pondría nerviosísimo, tartamudearía, sudaría, tendría palpitaciones... Necesito mi rutina. Mi humilde rutina. Por cierto, se me había acabado el té y eso siempre me pone de mal humor. Tendría que haber comprado un paquete unos días antes de que se acabara este. Normalmente soy previsor. Maldito calor húmedo.
  • Se está terminando el verano. Antes de que acabe querría quedar con un antiguo amigo de la oficina y salir a tomar una cerveza. Me da vergüenza llamarlo. Creería que estoy necesitado de compañía. Y lo peor es que es cierto. A menudo hablo solo. Cada vez más.
  • Hoy tampoco me he atrevido a hablarle. Marguerite estaba sentada en el banco de siempre, había menos gente en el parque y no me acerqué mucho. La observé de lejos. Tengo que reconocer que está cada vez más guapa. Le sienta bien cumplir años, no cabe duda. Y además sabe vestirse, elige muy bien la ropa que le favorece. ¿Cuando reuniré el valor necesario?

Dos gatos negros

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Dos gatos negros

De nuevo me encontré dentro de la gran bola de cristal. Y de nuevo “alguien” agitó la bola y empezaron a flotar en el ambiente, en vez de copos de nieve, que sería lo habitual, miles y miles de emoticones de todo pelaje.

Se me ocurrió construir aviones de papel con un periódico que llevaba debajo del brazo (por si las moscas, es decir, para apartar las moscas, estábamos en septiembre)

Me dediqué a atrapar emoticones para enviar mensajes a los amigos. Los mensajes no contenían palabras. Los emoticones deberían explicar a la perfección lo que quería comunicarle a cada uno de ellos. Había emoticonos para todo lo que se pudiera imaginar.

Tenía cuatro amigos de los que se pueden llamar amigos (muchos me parecen ahora que los recuento) y envié cuatro mensajes en sus cuatro aviones de papel. Los aviones atravesaron el cristal como si fueran fantasmas atravesando paredes y llegaron a su destino.

No recuerdo cómo ni cuando salí de la bola de cristal, el caso es que ahora estaba tumbado boca abajo en una playa. Me había quedado dormido y mi novia leía un libro muy gordo al lado mío.

Me despertó un roce en la espalda. Era un avión de papel que un amigo me enviaba con la respuesta a mi mensaje con emoticonos. Luego fueron cayendo los otros tres a pequeños intervalos de tiempo.

Los leí con mucho interés, ellos me contestaban con letras, no con emoticonos.

El primero: “Dos gatos negros en plena calle”

El segundo: “Uno de los gatos yace en el suelo, probablemente muerto
El tercero: “El otro gato está sentado mirando al gato inmóvil”

El cuarto: “El gato sentado arrastra por el suelo muy despacio el rabo de lado a lado, parando el tiempo”

Imaginé la escena gracias a los mensajes leídos por orden de llegada y sentí una profunda tristeza pero enseguida me invadió una sensación de paz muy extraña. Una mezcla del sentimiento del gato que observa impotente la escena, y de conexión con los amigos que contestan a mis mensajes de forma tan precisa, relatándome coordinadamente lo que pasaba fuera mientras yo estaba dentro.


Viceversa

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Viceversa

Cuando estaba embarazada de mi madre (si, aunque parezca raro) me ocurrieron cosas muy extrañas. Todas las estatuas querían contarme sus secretos. Llamaban mi atención guiñándome un ojo o siseándome muy flojito cuando pasaba a su lado. Sin ir más lejos, paseando por la plaza del 2 de Mayo, las estatuas de Daoíz y Velarde me miraron a la vez y me hicieron señas para que me acercara. Me acerqué y me dijeron que ya estaban hartos de estar en esa posición tan ridícula y que ya había llovido mucho desde la rebelión contra los franceses. A ellos, a estas alturas, ya les caían bien los franceses y todo, así que no sabían porqué tenían que estar allí todo el rato haciendo el gilipollas en medio de la plaza. Yo no tenía ni idea de que contestarle a unos trozos de piedra tallados, así que tomé la decisión de alejarme en lo posible de las plazas donde habitaban esos monstruos parlantes. No me consta que a alguien más le haya pasado lo mismo que a mí.

Pero eso no era todo, cuando decidí no hacerle caso a las estatuas, me siguieron ocurriendo cosas fuera de lo normal. Mi marido, tan nervioso y activo él, que antes del embarazo mantenía unas terribles batallas verbales conmigo por cualquier cosa y siempre quería tener la razón, ahora, mientras estaba embarazada de mi madre, con las hormonas descolocadas, le montaba yo unos pollos tremendos por un quítame ahí esas pajas, y él, muy tranquilo, siempre me respondía: “Mira Asun, tú lo que tienes que hacer es quererme, lo demás no importa un carajo”, y se quedaba tan pancho. Eso me ponía peor y tenía que controlarme para no tirarle una sartén o lo que sea a la cabeza. Luego, con el transcurso del tiempo, llegué a comprender un poco su actitud, pero entonces…

Otra cosa digna de resaltar era que tenía siempre la impresión de estar perdiendo el tiempo. Hiciera lo que hiciera, estaba perdiendo el tiempo tontamente. Para qué hablar, si nadie me entendía. Para qué acostarme si apenas iba a dormir. Para qué comer, si luego lo vomitaba casi todo. Para qué parir, si no iba a dar a luz a una hija, si no a mi madre. ¿Por qué me pasaba todo esto a mí? Como todavía no tenía madre, no podía irle con el cuento y que me consolara. Y como tampoco conocía un precedente semejante, no podía comparar y sacar conclusiones de ningún tipo. En fin, una época horrorosa que para mí se queda.

Llegó el momento del parto. Yo estaba muy nerviosa, nunca había parido a mi madre y no sabía por donde iban a salir los tiros. En el último momento me desmayé y no me enteré de nada. Cuando me entregaron a mi madre con su pijamita y su gorrito para no perder calor por la cabeza, me entró una ternura que nunca había sentido. Una vez que nos dejaron solas a las dos, mi madre, tan chiquita ella, me miró y me dijo: “Bueno, ya está bien de mirarme y dame de mamar, que tengo hambre”. Me sentó como un tiro, nada más nacer y dándome órdenes. Le dije muy resuelta: “Oye, mona, tú serás mi madre pero yo te he parido, así que las cosas claras, aquí quien manda soy yo”. Le di de mamar y aparentemente se quedó tranquila. Luego, las cosas no fueron tan fáciles. Siempre había un tira y afloja, una lucha de poderes entre ella y yo, una tensión que se palpaba, aunque en público nos mostrábamos como madre e hija ejemplares y nadie podía imaginar que la madre era la hija, y viceversa.

A pesar de todo...

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A pesar de todo...aún hay esperanza


A la vuelta de la esquina...


En las alturas...


O al borde del abismo.


Siempre hay momentos para sentirnos dignos...


Olvidae esos agravios...


Que la vida nos reserva...


Y quedarnos con la esencia...


Con ese instante ingrávido que se escapa entre rendijas...


Y ya nunca volverá.


P.D.

Acuerdos, convenios, contratos, pactos, apaños...

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Acuerdos, convenios, contratos, pactos, apaños…
  • Si tú me devuelves mis castillos en el aire, prometo devolverte tus sombras chinescas, (aunque me quedaría con alguna de recuerdo)
  • Quedaré contigo mañana al amanecer en el jardín de los gnomos, a condición de que vengas sin zancos y me hables todo el rato muy bajito en italiano.
  • Yo me bebo esta pócima, si, pero tú no me hables de abismos ni de frutas exóticas en toda la noche. Y los dos desnudos a rapaturrón, por supuesto. Mañana, dios dirá.
  • Estoy dispuesto a decirte todo lo que tú quieres oír, pero…primero pásame la “chuleta”, que ya se me han olvidado algunas cosas y luego pasa lo que pasa.
  • ¿Por qué me dices a estas horas que no te quiero como tú a mí? Habíamos establecido un “toque de queda” a partir de las siete de la tarde. Has incumplido el pacto, ahora atente a las consecuencias.
  • Hagamos una cosa, tú deja de metaformosearte cada diez minutos y prometo no aburrirte con mi, por otra parte, maravillosa melancolía.
  • Te devuelvo tu indiferencia ambigua, a cambio de mis impetuosos relámpagos. Y estamos en paz (por ahora).
  • Yo junto todas mis palabras y te las lanzo a la hora del té, cuidando que no hieran lo más mínimo y tú, a cambio, prometes olvidar todo lo que te he dicho sobre la eternidad y los conjuros.
  • Vamos a hacer una cosa durante un ratito, si te parece: yo no cavilo si tú no palpitas. ¿O.K.?
  • Yo en silencio y con la mirada perdida en el horizonte. Tú en silencio, en el horizonte. Luego ya veríamos la forma de acercarnos un poquito y tener una charla agradable.
  • Suéltame la médula, por favor, prometo no aullar más por hoy.
  • Cambiemos todos nuestros objetos por un poco de asombro y arrebato.
  • Un trueque: Te ofrezco las previsiones de mis borrascas y anticiclones con varios días de antelación, si me prometes que vas a quemar todos tus viejos libritos de Historias Ejemplares a la mayor brevedad.
  • Te doy la razón, siempre que no olvides que he sido yo el que te la ha dado, ¿eh?
  • Vale, yo olvido mi amor propio si tú recuerdas el tuyo.
  • No me respondas con monosílabos, se acabó el tercer grado por hoy. Estarás contenta ¿no?
  • Si tus deseos son verdaderos (cosa más que probable), mis visiones panorámicas, también. Así que estamos en paz.
  • Creo que tus eclipses y mis ausencias deberíamos declararlos como bienes gananciales. Metafóricamente hablando, por supuesto.

5º ANIVERSARIO TOTO-VACA. Musica, Relato, Ilustración, Foto...

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El domingo 26 cumplimos 5 años de TOTO-VACA. Vamos a celebrarlo con Música, Ilustración (de Mavi), Relato, Poema (letra de la canción), y Fotos (Portadas).


Gracias a toda la gente que se asoma por esta ventanita y comenta (o no). Seguiremos mientras las ganas sigan estando ahí.


MÚSICA

Single de un solo tema:

"Para qué buscar lejos si lo exótico está aquí":

La letra está basada en un poema ya publicado en este blog, con algunos arreglos para poder ser cantada. Para la música me he basado en el “esqueleto” de un antiguo soul/funk.





PARA QUÉ BUSCAR LEJOS SI LO EXÓTICO ESTÁ AQUÍ
(Babelain)

Aquí están los pozos
Y el ojo perdido
La mano que busca
Las torres y el frío

Noches desérticas
Cuerpos en el jardín
Huesos y párpados
Acróbatas al fin

El perro que lame
La piel del corazón
Globos y chatarras
Y la sinrazón
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La rutina del río
El silencio ahogado
El grito que cae
El grito pelado

La esposa perfumada
Por las golondrinas
Atadas las manos
Con cuerdas muy finas

El padre pisado
Por la luna llena
Sus grandes ojeras
Delatan su pena

El hijo que mira
Al gran caimán
Busca sin descanso
Su talismán.
--
Está la montaña
El bosque y el valle
También hay mendigos
Pidiendo en la calle

Sin irnos tan lejos
A tiro de piedra
Viejos edificios
Cubiertos de hiedra

Y hasta charlatanes
Que venden ungüentos
De esos tenemos
Más de setecientos
--
Embriagados
Por la primera danza
Acuerdan todos
En buscar venganza

Olvidados
Por la luz del crepúsculo
No encuentran el brillo
Todo es ridículo

En el azul de la nieve
Pierden la perspectiva
Se detiene de pronto
La comitiva

Con el pecho desnudo
En la mañana
Van buscando la estrella

De su nirvana


RELATO

ILUSTRACIÓN

Las Termas

Las Termas Su interés por el Zen le venía de los años 60, cuando leía a los beat (Gary Snyder, Ginsberg, Kerouac...), “El Gran Mandala” de Alan Wats o los ensayos de D.T. Suzuki ...

Luego, a lo largo de los años, su interés decaía o aparentemente lo olvidaba, y solo se renovaba cuando caía en sus manos algún artículo o algún librito como “El Zen en el Tiro con Arco” o cualquier otro.

La vida es muy larga, o muy corta, según cómo se mire. Siempre hay altibajos de todos los colores y a veces nos encontramos en situaciones que nunca hubiéramos imaginado; o hacemos y decimos cosas impensables para nuestra forma habitual de ser.

Andrew rondaba los sesenta. Se encontraba relajándose con su última novia en unas Termas de un pueblecito de la montaña. Estaban de vacaciones en la costa mediterránea y a su novia le apetecía disfrutar de un tratamiento en algún balneario cercano. Desde el hotel, reservó por teléfono una hora en la Termas del balneario de la montaña. En hora y media se encontraban los dos solos en las Termas; un recinto cerrado dentro del balneario con sauna, pileta de agua caliente (con luz roja tiñendo el agua), pileta de agua fría (luz azul), pileta grande de agua templada con pequeña cascada incluida (luz verde), unas butacas para relajarse y una fuente de agua medicinal para hidratarse de vez en cuando.

Solo se oía el rumor del agua. Lucy y Andrew entraron juntos, para empezar, en la sauna, pero pronto cada uno cogió su ritmo e iban y venían de un sitio a otro disfrutando de la soledad, el silencio y la paz del recinto.

Al cabo del tiempo coincidieron unos minutos en la sauna, pero Andrew aguantaba poco tiempo allí y al salir hacia la pileta de agua caliente, se despidió de Lucy cantándole con gorgoritos incluidos (estaba ya muy “suelto”)” Goodbye my love, goodbye my love”de The Searchers.

Allí dejó a Lucy, que se había “quedado con la “copla” y se la oía cantar dentro de la sauna sola: “Goodbyyyyyyye myyyyy loooove”. Pasó un ratito en la pileta caliente de agua roja, luego, un segundo de inmersión (no más) en la pileta de agua helada iluminada de azul y se fue a relajarse a la pileta de agua templada de color verde. Allí, estirado, haciendo “el muerto”, con esa relajación que da el agua, la sauna, el ambiente etc... le vino a la memoria una “sevillana” que cantaban sus hermanas mayores en la niñez y no se le ocurrió otra cosa que ponerse a cantar a voz en grito. Era una sevillana con letra que ahora no es en absoluto recomendable cantarla, las cosas han cambiado mucho desde entonces y parece que hemos aprendido algo a respetarnos unos a otros (aunque a veces no lo parece). La letra decía así:

Me casé con un enano, salerito, pa jartarme de reir
Ole ahí ese tío que va ahí, ole ahí

Pa jartarme de reir
Me casé con un enano, salerito
Ole salerito y ole
Me casé con un enano, salerito
Pa jartarme de reir

Pa jartarme de reir
Le puse la cama en alto
Ole salerito y ole
Le puse la cama en alto, salerito
Y no se podía subir

Y eso sí que fue de veras
Que al bajarse de la cama
Ole salerito y ole
Que al bajarse de la cama, salerito
Se cayó en la escupidera .

Lo curioso del asunto es que al soltar a voz en grito toda esa sarta de incorrecciones (por decirlo de alguna manera), recuerdos de su niñez, Andrew notó, flotando en la pileta, un chispazo en la columna vertebral que le subió hacia el bulbo raquídeo y lo asoció inmediatamente a lo que en el zen llaman “satori”. Fue una décima de segundo, pero el “destello” sucedió. Aquello que había leído en los libros de Suzuky o Allan Wats lo pudo experimentar en una situación impensable.

Salió de la pileta y fue hacia la sauna. Allí se encontró con Lucy y se sentó muy quieto a su lado, en silencio, hasta que vinieron a avisar muy amablemente que nuestro tiempo reservado había terminado.

(Dedicado a PePeÑo, amigo entrañable de mi amigo Napi)
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FOTO

Portada para el mercado Austrohúngaro del single de un solo tema:
"Para que buscar lejos si lo exótico está aquí"


Safari en el Rastrillo

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Safari Alpujarreño

















Safari por los mares del sur (de la península)












La Web de Mavi

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LA WEB DE MAVI


Muchos de vosotros solo conocéis  algunas de las ilustraciones con las que Mavi ha colaborado en este blog en relatos y portadas para discos de Babelain, pero por fin está disponible la nueva web de Mavi donde podéis contemplar la mayoría de los trabajos que ha realizado durante toda su vida: Muñecos/Esculturas, Ilustraciones, Cómics, Dibujos etc...

Si os atrevéis a visitarla, seguro que no os dejará indiferente.


Os pongo algunos ejemplos de lo que os podéis encontrar allí.


Muñecas/Esculturas:








ILUSTRACIONES/DIBUJOS









LA WEB:

botimba.wix.com/mavimundi


Bab-El-Ain Single. La Risa. Un defecto hermosísimo.

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Os presento el último single que sale de la factoría “Duende Records”, con dos “coplillas” de cosecha propia:


CARA A: La Risa:
Dedicada a la risa de Mavi (con la ayuda de Bruno hemos grabado su risa sin que se de cuenta)
Grabado en 10 pistas: Batería, Bajo, guita ritmo, guita arpegio, Guita solo, risa de Mavi, Voz principal, Voz Mavi, 2ª voz, Órgano.




LA RISA
(Letra y música.- Babelain)

Te ríes de las muecas
que algunos niños inventan

Te ríes de las olas
del viento y de las tormentas

Te ríes sin sentido
pero con gran convicción
Te ríes de tu sombra
con pasión

Te ríes de mis bromas tontas
te ríes con mucha fe

Te ríes hasta durmiendo
sin saber porqué

Te ríes sin sentido
pero con gran convicción
Te ríes de tu sombra
con pasión

Y tú ¿de qué te ríes?
dímelo por favor

De los puntos sobre las íes
que a ti te dan pavor

Te ríes en un columpio blanco
a la sombra de un pino

Te ríes de los equilibristas
con una copa de vino

Te ríes sin sentido
pero con gran convicción
Te ríes de tu sombra
con pasión

Te ríes de las filarmónicas
y los poemas en prosa

Y sin embargo lloras
por cualquier cosa
por cualquier cosa
por cualquier cosa


CARA B: Un defecto hermosísimo:

La letra es la adaptación de un poema reciente.

He utilizado 10 pistas: Batería. Bajo. Guitarra ritmo. Guitarra arpegio. Percusión. Voz principal. 2ª voz. Guita solo. Acordeón. Y Salmoé

El Salmoé es un instrumento de viento precursor del clarinete. Suena en la introducción y al final, antes del estribillo.


Un defecto hermosísimo





Un defecto hermosísimo
(Letra y música.- Babelain)

Todos esos fríos conceptos
no me sirven para nada.

Ni las amables tertulias,
rellenas de tanta cháchara.

Los atajos, si me sirven
los utilizo a menudo

Será por cuestión de tiempo
no se si justificable.

¡Parece todo tan breve!
Al menos lo que es jugoso.

Sacar todo el jugo al tiempo
¿no se trataba de eso?

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Atajos en el amor
Atajos en la poesía
Atajos en el dolor
Que se nos acaba el día/ Que se nos acaba el día

Aunque a veces son un fraude
otra veces, un fracaso.

Que se dejen de sorpresas
no está el horno para bollos.

También está la sonrisa
imprevista y que desarma.

O un rostro casi perfecto
con un defecto hermosísimo.

Qué me dices de esos ojos
en la noche del desierto.

O esa palabra perdida
que se clava en la diana.

Link Single con portada: