Aún en la cama, sin
espabilar del todo, imagino que me entrevisto a mi mismo. Más que
nada para conocerme un poco más. Misión imposible. Empezaría con
una pregunta para epatarme a mi
mismo: -¿Eres lo que aparentas? ¿O aparentas lo que
eres?- Seguramente respondería
con una frase “aparentemente” inteligente pero que no diera
ninguna pista fiable sobre mi. Mientras menos información tenga
sobre mi mismo, menos vulnerable me siento. Y así toda la
entrevista. Al final, todos contentos e insatisfechos a partes
iguales, entrevistado y entrevistador.
Nada más entrar en el bar vi
algo extraño en la cara de Pascal. Nos saludamos respetuosamente y
pedí una cerveza. Él ya estaba bebiendo la suya. Me contó que se
había sentado junto a Marguertite en el banco del parque con la
intención de hablarle de mi y propiciar un encuentro entre ambos,
pero después de presentarse y ver la acogida tan extrañamente
afectuosa con la que lo recibió, empezó a dudar de sus sanas
intenciones. Marguerite era una mujer que no se podía dejar escapar
bajo ningún concepto. Me dijo que yo, en su caso, hubiera hecho lo
mismo. También me contó que hablaron con gran soltura de cualquier tema que salía a
colación, que dieron un paseo y tomaron unas copas. La relación fue tan fluida que, al despedirse en la puerta de su casa con un beso en
la mejilla, que prometía mucho más que eso, quedaron para la noche
siguiente. Me dijo que lo sentía, pero las cosas habían salido así y no había podido evitarlo. Le dije que no importaba. Mentí lo mejor que sabía
(no sé mentir - bueno, depende) le di la mano y me marché con la
excusa de una cita con una chica que había conocido por la mañana
desayunando en el bar. No se si se lo creyó, pero aparentemente, mi
dignidad quedaba casi intacta.
Volví a casa y abrí una
botella de vino que tenía preparada por si me atrevía a invitar a
comer algún día a Marguerite. Me la bebí entera y me eché en la
cama. Dormí como un bendito hasta la madrugada siguiente.
Maldito viento de levante. No
lo soporto. Tampoco soporto la resaca. Cada vez me resulta más
incomprensible todo. Quiero decir, eso de la causa y el efecto ¿significa algo este episodio de Marguerite? ¿Hay causa y efecto?
¿Hay causalidad o casualidad en la aparición de Pascal en este
asunto? Puta mierda de metafísica. Y el verano se está acabando.
Esto de Pascal y Marguerite me está tocando los cojones bien
tocados. Creo que me merezco esta situación, por gilipollas. No es
casualidad, ya se que la casualidad no existe, pero...la gilipollez,
si. Y Pascal es un cabronazo, eso también es cierto, por cierto ¿entonces, donde queda el azar?
Ayer, minutos antes de
dormirme, imaginé un guión para un corto (de animación, o no). La
cámara se adentra en un frondoso bosque de hayas. Se va acercando a
una figura que se deja ver entre los árboles. Suena cada vez más
nítido el sonido de un hacha cortando un tronco de madera. La
figura resulta ser un aizkolari. A partir de ahora se suceden
distintos planos de un par de segundos cada uno. A cada golpe de
hacha en primerísimo plano, con su sonido correspondiente, le
sucede otro primerísimo plano distinto. Primero el nacimiento de un
bebé. Corte de hacha. Primer paso del hombre en la luna. Corte de
hacha. El urinario de Marcel Duchamp. Corte de hacha. Rostro
sudoroso del aizkolari. Corte de hacha. Un ruiseñor cantando. Corte
de hacha. Charlot caminando de espalda con su bastón. Corte de
hacha. Elvis da un golpe de cadera. Corte de hacha. Rostro sudoroso
del aizkolari. Corte de hacha, Charlot caminando de frente con su
bastón. Corte de hacha. La carta de El Ahorcado del Tarot. Corte de
hacha. A partir de ahora, el aizkolari, tumbado en el suelo, primero
se mutila la pierna izquierda con el hacha en su brazo derecho,
después, con el hacha en su brazo izquierdo, se mutila la pierna
derecha, a continuación, con el hacha en su su brazo derecho, se
mutila el izquierdo, y para terminar, se corta el cuello. La cámara
enfoca a Charlot caminando de frente hacia la ella. Cuando está muy
cerca, da un giro brusco y se aleja dando vueltas al bastón hasta
desaparecer. La cámara vuelve a adentrarse en el bosque de hayas.
Resuena el filo del hacha cortando un tronco. TAC... TAC... TAC...
Estoy seguro de que había
más detalles, pero ahora solo recuerdo esto. Si alguna vez reúno
el valor para hablarle a Marguerite ¿le gustaría este guión? A
Pascal seguro que no le dejaría indiferente. Se lo contaré en
nuestra próxima cita, si me llama.
Imaginación si que tengo,
aunque mi vida es de lo más vulgar. ¿Culpa mía. O del
“guionista”? Pero ¿hay guionista?
Esta mañana no hace ni
pizca de viento. Abro la nevera, está vacía, solo algún yogur y
un par de plátanos maduros. Después de tomar un té salgo a la
calle y compro el periódico. Paso por el parque. Marguerite no
está. Qué raro. Me siento en un banco apartado y leo el periódico.
Casi todo son desgracias. Me deprimo un poco más de lo que estaba
al levantarme. Tengo que hacer la compra.
He llenado la nevera para
una semana. Después de comer un arroz a la cubana (tenía que
aprovechar los plátanos antes de que se estropearan del todo) me he
echado una siesta. Soñé que tenía una nevera repleta de alimentos
exóticos y maravillosos, pero me era completamente imposible abrir
la puerta de la nevera. No había forma. Llegue a un estado de
desesperación absoluta y al final me desperté completamente
empapado de sudor. Fui a la nevera y se abrió perfectamente. No
encontré esos alimentos exóticos del sueño, pero no estaba mal
del todo. Me bebí una cervecita bien fría.
Me quedan aún unos días
de vacaciones. Tengo que aprovecharlos y no quedarme con la
sensación del año pasado. Parece que esta vez va un poco mejor la
cosa. He quedado con Pascal mañana por la tarde. Veremos.
Me ha llamado Pascal, un
antiguo compañero de estudios. Dice que si nos vemos mañana por la
tarde en un bar del centro. No conozco ese bar. Ya me he puesto
nervioso. Tengo ganas de verlo, pero Pascal siempre ha sido un
lanzado, un aventurero, un cabeza loca. Simpático, pero
imprevisible. Yo soy más sensato y su comportamiento me
desestabiliza. De todos modos creo que me vendrá bien verlo. Encima
ha sido él quién lo ha propuesto, eso me da cierta ventaja ¿no?
Ya hace unos años que no nos vemos, no sé en qué andará metido
este tío, con lo raro que es. Veremos.
No he podido dormir bien con
los nervios de la cita con Pascal. No se qué hacer esta mañana,
hasta que llegue la hora del encuentro. He estado recordando los
tiempos de la universidad y la verdad es que hice pocos amigos. Dos
o, como mucho, tres. Sin contar el “romance” de una semana con
una chica que al final no cuajó. Aún no sé por qué. Después de
aquella semana, nos distanciamos y al final cada uno tiró para un
lado. No quedó nada de aquello.
Se me ocurren muchas cosas
absurdas a lo largo del día, pero como soy tan comedido, las dejo
pasar. A veces recuerdo alguna y la apunto en una libreta, por
curiosidad o para compensar mi comportamiento aburrido y previsible.
Hoy me he descubierto pensando que yo vivía en el País de los
Tontos. Se celebraban elecciones a Rey y salí elegido. El más
votado era el que consideraban el ciudadano más tonto del país.
Ser tonto de remate tenía sus ventajas también. Me vi dictando
leyes tontísimas con voz lela a mi secretaria, que era muy tonta
pero estaba riquísima. Ella me miraba con la boca abierta y se
reía. Yo le decía que cerrara la boca, que parecía una
“tontalaba” y ella creía que era un piropo y se ponía
colorada. Mientras más tonta era la ley, más probabilidades tenía
de que los súbditos la obedecieran a pies juntillas. Lo mejor de
todo era que el país funcionaba como cualquier otro, ni mejor ni
peor. Luego me entró hambre, olvidé mi corona, me zampé un bollo
con mantequilla y chocolate “Maruja” y el panorama cambió.
Salí a dar un paseo por el
puerto antes de comer. Quedaba mucho para la famosa cita. El mar
estaba rizado, con “borreguitos” de espuma blanca debido al
viento de poniente. Los barcos entraban y salían por la bocana del
puerto haciendo sonar sus sirenas. Había mucha gente paseando,
montando en bici o patinando; familias con niños pequeños que
jugaban gritando y riendo. Me gusta observar a los niños cuando se
quedan absortos, ensimismados en sus juegos misteriosos. No parecen
de este mundo. Yo tampoco, pero no es lo mismo.
Al final la cosa no ha estado
tan mal. Este Pascal parece que no se come a nadie. Me ha dicho que
me ha encontrado “fenomenal” (así escrito parece cursi, pero no
me dio esa impresión). Un tipo majo. Al principio estaba yo un poco
cortado, pero a la tercera cerveza me solté y hasta parecía que
eso de las citas con amigos era pan comido para mi. La resaca sí
que fue “fenomenal”. Creo que he cometido un error al
comentarle lo de mi indecisión con Marguerite. No debo dar tantas
pistas sobre mi “personalidad”, luego las pueden utilizar en mi
contra.
Ayer tarde vi a Marguerite.
Estaba sentada en el banco de siempre, leyendo y dando de comer
distraídamente a las palomas. Ella no me vio. De todas formas no me
hubiera reconocido. Pero por si acaso me calé el sombrero hasta las
cejas y levanté las solapas de la chaqueta hasta la barbilla.
Cualquier día de estos me atrevo a hablarle. Pero aún no estoy
preparado
El conflicto empieza siempre
nada más levantarme de la cama. Me asomo a la ventana, si el viento
viene de levante me pone melancólico; pero si sopla de poniente
fuerte, la cosa se complica y entro normalmente en un estado de
irritación permanente. Después del desayuno intento estabilizarme
emocionalmente y aparento ser un tipo agradable, incluso le sonrío
al espejo con una mueca ridícula al cepillarme los dientes. Luego,
al correr el día, suele irme mejor con el poniente que con el
levante.
Aquella mañana, al ir a
comprar colirio en la farmacia, observé a una joven que pedía una
caja de preservativos. La joven se sonrojó cuando vio que la
observaba. Al salir de la farmacia alcancé a ver que subía a un
coche, donde le esperaba un hombre calvo pero joven. Inmediatamente
los imaginé en una batalla carnal en medio de un bosque de pinos.
Imaginé también que al hombre le caía una procesionaria en su
brillante calva que le producía una irritación considerable justo
cuando estaban en la fase más excitante de la batalla y tuvieron
que ir a urgencias Precisamente, aquella mañana, el viento era de
poniente y soplaba con fuerza.
Al día siguiente, con brisa
ligera de levante, me acerqué al centro de salud para pedir una
cita con mi médico de cabecera. Al pasar por la sala de urgencias
vi a un calvo con una erupción en la cabeza. No pude precisar si
era el mismo hombre del día anterior, además, aquello ocurrió en
mi imaginación. Las cosas no son así, eso está claro. En la sala
de espera me dio por recordar aquellas excursiones domingueras con
la familia a un pinar cerca de la frontera. No recuerdo las
procesionarias, pero si arañas colgando de los árboles, mis
hermanas con las trenzas, columpiándose, la tortilla de patatas,
las heridas en las rodillas y tobillos, jugando a policías y
ladrones, ''¡cuidado con la piedras, niños! ¡no alejaros
mucho!...''
El médico me dijo que
aquello no era más que un resfriado mal curado. Con un par de días
de medicación la cosa mejoraría. Me quedé en casa leyendo. Al
rato me dormí y soñé con un jardín exuberante repleto de
flores... de plástico. La banda sonora era El Anillo del Nibelungo
de Wagner. Cogí unas tijeras de podar gigantes y emprendí una
batalla contra aquella aberración. Mientras más podaba, más se
reproducían aquellas flores del demonio. Terminé por despertarme
completamente agotado y sudoroso. Seguía el viento suave y húmedo
de levante. Me entraron unas ganas terribles de beberme un gazpacho
bien frio, pero no había tomates en la nevera.
Casi nunca me ocurría algo
fuera de lo normal. Y no digamos, algo extraordinario. Creo que es
mejor así. No sabría cómo reaccionar. Me pondría nerviosísimo,
tartamudearía, sudaría, tendría palpitaciones... Necesito mi
rutina. Mi humilde rutina. Por cierto, se me había acabado el té y
eso siempre me pone de mal humor. Tendría que haber comprado un
paquete unos días antes de que se acabara este. Normalmente soy
previsor. Maldito calor húmedo.
Se está terminando el
verano. Antes de que acabe querría quedar con un antiguo amigo de
la oficina y salir a tomar una cerveza. Me da vergüenza llamarlo.
Creería que estoy necesitado de compañía. Y lo peor es que es
cierto. A menudo hablo solo. Cada vez más.
Hoy tampoco me he atrevido a
hablarle. Marguerite estaba sentada en el banco de siempre, había
menos gente en el parque y no me acerqué mucho. La observé de
lejos. Tengo que reconocer que está cada vez más guapa. Le sienta
bien cumplir años, no cabe duda. Y además sabe vestirse, elige muy
bien la ropa que le favorece. ¿Cuando reuniré el valor necesario?
De nuevo me encontré
dentro de la gran bola de cristal. Y de nuevo “alguien” agitó la
bola y empezaron a flotar en el ambiente, en vez de copos de nieve,
que sería lo habitual, miles y miles de emoticones de todo pelaje.
Se me ocurrió
construir aviones de papel con un periódico que llevaba debajo del
brazo (por si las moscas, es decir, para apartar las moscas,
estábamos en septiembre)
Me dediqué a
atrapar emoticones para enviar mensajes a los amigos. Los mensajes no
contenían palabras. Los emoticones deberían explicar a la
perfección lo que quería comunicarle a cada uno de ellos. Había
emoticonos para todo lo que se pudiera imaginar.
Tenía cuatro amigos
de los que se pueden llamar amigos (muchos me parecen ahora que los
recuento) y envié cuatro mensajes en sus cuatro aviones de papel.
Los aviones atravesaron el cristal como si fueran fantasmas
atravesando paredes y llegaron a su destino.
No recuerdo cómo ni
cuando salí de la bola de cristal, el caso es que ahora estaba
tumbado boca abajo en una playa. Me había quedado dormido y mi novia
leía un libro muy gordo al lado mío.
Me despertó un roce
en la espalda. Era un avión de papel que un amigo me enviaba con la
respuesta a mi mensaje con emoticonos. Luego fueron cayendo los otros
tres a pequeños intervalos de tiempo.
Los leí con mucho
interés, ellos me contestaban con letras, no con emoticonos.
El primero: “Dos
gatos negros en plena calle”
El segundo: “Uno de los gatos yace en el suelo, probablemente
muerto
El tercero: “El
otro gato está sentado mirando al gato inmóvil”
El cuarto: “El gato
sentado arrastra por el suelo muy despacio el rabo de lado a lado,
parando el tiempo”
Imaginé la escena
gracias a los mensajes leídos por orden de llegada y sentí una
profunda tristeza pero enseguida me invadió una sensación de paz
muy extraña. Una mezcla del sentimiento del gato que observa
impotente la escena, y de conexión con los amigos que contestan a
mis mensajes de forma tan precisa, relatándome coordinadamente lo
que pasaba fuera mientras yo estaba dentro.
Cuando estaba
embarazada de mi madre (si, aunque parezca raro) me ocurrieron cosas
muy extrañas. Todas las estatuas querían contarme sus secretos.
Llamaban mi atención guiñándome un ojo o siseándome muy flojito
cuando pasaba a su lado. Sin ir más lejos, paseando por la plaza del
2 de Mayo, las estatuas de Daoíz y Velarde me miraron a la vez y me
hicieron señas para que me acercara. Me acerqué y me dijeron que ya
estaban hartos de estar en esa posición tan ridícula y que ya había
llovido mucho desde la rebelión contra los franceses. A ellos, a
estas alturas, ya les caían bien los franceses y todo, así que no
sabían porqué tenían que estar allí todo el rato haciendo el
gilipollas en medio de la plaza. Yo no tenía ni idea de que
contestarle a unos trozos de piedra tallados, así que tomé la
decisión de alejarme en lo posible de las plazas donde habitaban
esos monstruos parlantes. No me consta que a alguien más le haya
pasado lo mismo que a mí.
Pero eso no
era todo, cuando decidí no hacerle caso a las estatuas, me siguieron
ocurriendo cosas fuera de lo normal. Mi marido, tan nervioso y
activo él, que antes del embarazo mantenía unas terribles batallas
verbales conmigo por cualquier cosa y siempre quería tener la razón,
ahora, mientras estaba embarazada de mi madre, con las hormonas
descolocadas, le montaba yo unos pollos tremendos por un quítame ahí
esas pajas, y él, muy tranquilo, siempre me respondía: “Mira
Asun, tú lo que tienes que hacer es quererme, lo demás no importa
un carajo”, y se quedaba tan pancho. Eso me ponía peor y tenía
que controlarme para no tirarle una sartén o lo que sea a la cabeza.
Luego, con el transcurso del tiempo, llegué a comprender un poco su
actitud, pero entonces…
Otra cosa
digna de resaltar era que tenía siempre la impresión de estar
perdiendo el tiempo. Hiciera lo que hiciera, estaba perdiendo el
tiempo tontamente. Para qué hablar, si nadie me entendía. Para qué
acostarme si apenas iba a dormir. Para qué comer, si luego lo
vomitaba casi todo. Para qué parir, si no iba a dar a luz a una
hija, si no a mi madre. ¿Por qué me pasaba todo esto a mí? Como
todavía no tenía madre, no podía irle con el cuento y que me
consolara. Y como tampoco conocía un precedente semejante, no podía
comparar y sacar conclusiones de ningún tipo. En fin, una época
horrorosa que para mí se queda.
Llegó el
momento del parto. Yo estaba muy nerviosa, nunca había parido a mi
madre y no sabía por donde iban a salir los tiros. En el último
momento me desmayé y no me enteré de nada. Cuando me entregaron a
mi madre con su pijamita y su gorrito para no perder calor por la
cabeza, me entró una ternura que nunca había sentido. Una vez que
nos dejaron solas a las dos, mi madre, tan chiquita ella, me miró y
me dijo: “Bueno, ya está bien de mirarme y dame de mamar, que
tengo hambre”. Me sentó como un tiro, nada más nacer y dándome
órdenes. Le dije muy resuelta: “Oye, mona, tú serás mi madre
pero yo te he parido, así que las cosas claras, aquí quien manda
soy yo”. Le di de mamar y aparentemente se quedó tranquila. Luego,
las cosas no fueron tan fáciles. Siempre había un tira y afloja,
una lucha de poderes entre ella y yo, una tensión que se palpaba,
aunque en público nos mostrábamos como madre e hija ejemplares y
nadie podía imaginar que la madre era la hija, y viceversa.
Si tú me devuelves mis
castillos en el aire, prometo devolverte tus sombras chinescas,
(aunque me quedaría con alguna de recuerdo)
Quedaré contigo mañana al
amanecer en el jardín de los gnomos, a condición de que vengas sin
zancos y me hables todo el rato muy bajito en italiano.
Yo me bebo esta pócima,
si, pero tú no me hables de abismos ni de frutas exóticas en toda
la noche. Y los dos desnudos a rapaturrón, por supuesto. Mañana,
dios dirá.
Estoy dispuesto a decirte
todo lo que tú quieres oír, pero…primero pásame la “chuleta”,
que ya se me han olvidado algunas cosas y luego pasa lo que pasa.
¿Por qué me dices a estas
horas que no te quiero como tú a mí? Habíamos establecido un
“toque de queda” a partir de las siete de la tarde. Has
incumplido el pacto, ahora atente a las consecuencias.
Hagamos una cosa, tú deja
de metaformosearte cada diez minutos y prometo no aburrirte con mi,
por otra parte, maravillosa melancolía.
Te devuelvo tu indiferencia
ambigua, a cambio de mis impetuosos relámpagos. Y estamos en paz
(por ahora).
Yo junto todas mis palabras
y te las lanzo a la hora del té, cuidando que no hieran lo más
mínimo y tú, a cambio, prometes olvidar todo lo que te he dicho
sobre la eternidad y los conjuros.
Vamos a hacer una cosa
durante un ratito, si te parece: yo no cavilo si tú no palpitas.
¿O.K.?
Yo en silencio y con la
mirada perdida en el horizonte. Tú en silencio, en el horizonte.
Luego ya veríamos la forma de acercarnos un poquito y tener una
charla agradable.
Suéltame la médula, por
favor, prometo no aullar más por hoy.
Cambiemos todos nuestros
objetos por un poco de asombro y arrebato.
Un trueque: Te ofrezco las
previsiones de mis borrascas y anticiclones con varios días de
antelación, si me prometes que vas a quemar todos tus viejos
libritos de Historias Ejemplares a la mayor brevedad.
Te doy la razón, siempre
que no olvides que he sido yo el que te la ha dado, ¿eh?
Vale, yo olvido mi amor
propio si tú recuerdas el tuyo.
No me respondas con
monosílabos, se acabó el tercer grado por hoy. Estarás contenta
¿no?
Si tus deseos son
verdaderos (cosa más que probable), mis visiones panorámicas,
también. Así que estamos en paz.
Creo que tus eclipses y mis
ausencias deberíamos declararlos como bienes gananciales.
Metafóricamente hablando, por supuesto.
El domingo 26 cumplimos 5 años de TOTO-VACA. Vamos a celebrarlo
con Música, Ilustración (de Mavi), Relato, Poema (letra de la
canción), y Fotos (Portadas).
Gracias a toda la gente que se asoma por esta ventanita y comenta
(o no). Seguiremos mientras las ganas sigan estando ahí.
MÚSICA
Single de un solo tema:
"Para qué buscar lejos si lo
exótico está aquí":
La letra está basada en un poema ya publicado en este blog, con
algunos arreglos para poder ser cantada. Para la música me he basado
en el “esqueleto” de un antiguo soul/funk.
Las Termas Su interés por el Zen
le venía de los años 60, cuando leía a los beat (Gary Snyder,
Ginsberg, Kerouac...), “El Gran Mandala” de Alan Wats o los
ensayos de D.T. Suzuki ...
Luego, a lo largo de los años,
su interés decaía o aparentemente lo olvidaba, y solo se renovaba
cuando caía en sus manos algún artículo o algún librito como “El
Zen en el Tiro con Arco” o cualquier otro.
La vida es muy larga, o muy
corta, según cómo se mire. Siempre hay altibajos de todos los
colores y a veces nos encontramos en situaciones que nunca hubiéramos
imaginado; o hacemos y decimos cosas impensables para nuestra forma
habitual de ser.
Andrew rondaba los sesenta. Se
encontraba relajándose con su última novia en unas Termas de un
pueblecito de la montaña. Estaban de vacaciones en la costa
mediterránea y a su novia le apetecía disfrutar de un tratamiento
en algún balneario cercano. Desde el hotel, reservó por teléfono
una hora en la Termas del balneario de la montaña. En hora y media
se encontraban los dos solos en las Termas; un recinto cerrado dentro
del balneario con sauna, pileta de agua caliente (con luz roja
tiñendo el agua), pileta de agua fría (luz azul), pileta grande de
agua templada con pequeña cascada incluida (luz verde), unas butacas
para relajarse y una fuente de agua medicinal para hidratarse de vez
en cuando.
Solo se oía el rumor del agua.
Lucy y Andrew entraron juntos, para empezar, en la sauna, pero pronto
cada uno cogió su ritmo e iban y venían de un sitio a otro
disfrutando de la soledad, el silencio y la paz del recinto.
Al cabo del tiempo coincidieron
unos minutos en la sauna, pero Andrew aguantaba poco tiempo allí y
al salir hacia la pileta de agua caliente, se despidió de Lucy
cantándole con gorgoritos incluidos (estaba ya muy “suelto”)”
Goodbye my love, goodbye my love”de The Searchers.
Allí dejó a Lucy, que se
había “quedado con la “copla” y se la oía cantar dentro de la
sauna sola: “Goodbyyyyyyye myyyyy loooove”. Pasó un ratito en la
pileta caliente de agua roja, luego, un segundo de inmersión (no
más) en la pileta de agua helada iluminada de azul y se fue a
relajarse a la pileta de agua templada de color verde. Allí,
estirado, haciendo “el muerto”, con esa relajación que da el
agua, la sauna, el ambiente etc... le vino a la memoria una
“sevillana” que cantaban sus hermanas mayores en la niñez y no
se le ocurrió otra cosa que ponerse a cantar a voz en grito. Era una
sevillana con letra que ahora no es en absoluto recomendable
cantarla, las cosas han cambiado mucho desde entonces y parece que
hemos aprendido algo a respetarnos unos a otros (aunque a veces no lo
parece). La letra decía así:
Me
casé con un enano, salerito, pa jartarme de reir Ole
ahí ese tío que va ahí, ole ahí
Pa
jartarme de reir Me
casé con un enano, salerito Ole
salerito y ole Me
casé con un enano, salerito Pa
jartarme de reir
Pa
jartarme de reir Le
puse la cama en alto Ole
salerito y ole Le
puse la cama en alto, salerito Y
no se podía subir
Y
eso sí que fue de veras Que
al bajarse de la cama Ole
salerito y ole Que
al bajarse de la cama, salerito Se
cayó en la escupidera .
Lo
curioso del asunto es que al soltar a voz en grito toda esa sarta de
incorrecciones (por decirlo de alguna manera), recuerdos de su niñez,
Andrew notó, flotando en la pileta, un chispazo en la columna
vertebral que le subió hacia el bulbo raquídeo y lo asoció
inmediatamente a lo que en el zen llaman “satori”. Fue una décima
de segundo, pero el “destello” sucedió. Aquello que había
leído en los libros de Suzuky o Allan Wats lo pudo experimentar en
una situación impensable.
Salió
de la pileta y fue hacia la sauna. Allí se encontró con Lucy y se
sentó muy quieto a su lado, en silencio, hasta que vinieron a
avisar muy amablemente que nuestro tiempo reservado había
terminado.
(Dedicado
a PePeÑo, amigo entrañable de mi amigo Napi)
--- FOTO
Portada para el mercado Austrohúngaro del single de un solo tema:
Muchos de vosotros solo conocéis algunas de las
ilustraciones con las que Mavi ha colaborado en este blog en relatos
y portadas para discos de Babelain, pero por fin está disponible la
nueva web de Mavi donde podéis contemplar la mayoría de los trabajos que
ha realizado durante toda su vida: Muñecos/Esculturas,
Ilustraciones, Cómics, Dibujos etc...
Si os atrevéis a visitarla,
seguro que no os dejará indiferente.
Os pongo algunos ejemplos de lo que os podéis encontrar allí.
Publicado por
babelain
en
12:44 |
Etiquetas:
Música
Os presento el último single que sale de la factoría “Duende
Records”, con dos “coplillas” de cosecha propia:
CARA A: La Risa: Dedicada a la risa de Mavi (con la ayuda de Bruno hemos grabado su
risa sin que se de cuenta)
Grabado en 10 pistas: Batería, Bajo, guita ritmo, guita arpegio,
Guita solo, risa de Mavi, Voz principal, Voz Mavi, 2ª voz, Órgano.
LA RISA
(Letra y música.-
Babelain)
Te ríes de las muecas
que algunos niños
inventan
Te ríes de las olas
del viento y de las
tormentas
Te ríes sin
sentido
pero con gran
convicción
Te ríes de tu
sombra
con pasión
Te ríes de mis bromas
tontas
te ríes con mucha fe
Te ríes hasta
durmiendo
sin saber porqué
Te ríes sin
sentido
pero con gran
convicción
Te ríes de tu
sombra
con pasión
Y
tú ¿de qué te ríes?
dímelo
por favor
De
los puntos sobre las íes
que
a ti te dan pavor
Te
ríes en un columpio blanco
a
la sombra de un pino
Te
ríes de los equilibristas
con
una copa de vino
Te ríes sin
sentido
pero con gran
convicción
Te ríes de tu
sombra
con pasión
Te
ríes de las filarmónicas
y
los poemas en prosa
Y
sin embargo lloras
por
cualquier cosa
por
cualquier cosa
por
cualquier cosa
CARA B: Un defecto hermosísimo:
La letra es la adaptación de un poema reciente.
He utilizado 10 pistas: Batería. Bajo. Guitarra ritmo.
Guitarra arpegio. Percusión. Voz principal. 2ª voz. Guita solo.
Acordeón. Y Salmoé
El Salmoé es un instrumento de viento precursor del clarinete.
Suena en la introducción y al final, antes del estribillo.
Resumen de la insólita noticia
aparecida el mes pasado en el Chippewa Herald de Wisconsin:
La culminación del experimento
llamado “Operación Huevo” llevado a cabo por ilustres
científicos de la Facultad de Medicina Veterinaria de la Universidad
de Wisconsin, con sede en Madison, tuvo lugar ayer en el Children
Hospital of Wisconsin. Los científicos asistentes en el parto de la
Srª Smith, primera mamífera/ovípara, pudieron comprobar con sus
propios ojos que el mencionado experimento se les había ido de las
manos. Todo parecía ir a las mil maravillas, pero las cosas
empezaron a torcerse cuando el huevo se resistía a salir debido a su
gran tamaño y poca flexibilidad. Al final tuvieron que practicar la
cesárea a la Srª Smith. Una vez fuera, esperaron a que el huevo se
enfriara porque habían previsto que a temperatura ambiente, la
cáscara se resquebrajaría. Y así fue, en el momento esperado, el
huevo se resquebrajó y el bebé/pollo apareció desnudo, como es
natural. No fue tan natural que el bebé se pusiera de pié
inmediatamente, y como si le importara “un huevo” todo, estiró
sus brazos, bostezó, se rascó los sobacos y, sin prestar atención
a los presentes, se volvió a sentar entre los restos de cáscaras,
mirando al suelo. Los científicos estaban algo perplejos, pero lo
que les dejó atónitos fue que el bebé/pollo demostró sus dotes de
comunicación por telepatía con todos los presentes y les “regaló
los oídos” con un antiguo refrán español:
“Muchos ajos en un mortero
no los maja un majadero”
Un desconcierto total y
absoluto reinaba en la sala de partos. Pero ahí no quedó la cosa
según parece. Después de bostezar un par de veces más, el bebé
volvió a comunicarse con los presentes por la misma vía telepática,
recitando un haiku de Basho, el famoso poeta Zen:
“Año tras año
en la jeta del mono
la misma máscara”
Después de tamaña
demostración del bebé/pollo, todos los científicos estaban de
acuerdo en que el experimento se les había ido completamente de las
manos. Dejaron al bebé en los brazos de su madre y se retiraron a su
laboratorio a deliberar y repasar una por una las fórmulas empleadas
en la “Operación Huevo”.
Cuando tengamos más noticias
sobre el asunto en cuestión, estaremos encantados de ofrecérselas.
Buenas noches desde Wisconsin.
Publicado por
babelain
en
21:54 |
Etiquetas:
Música
UK Canta a Dylan
Por primera vez en Toto-Vaca
publicamos música que no es de cosecha propia, pero la ocasión lo
merece. Al final del post aparecen los “créditos” de esta
colaboración bloguera a cinco bandas.
Mi primer E.P. de Dylan
(Positively 4th street, Form a Buick 6...) lo compré en el 67 o 68,
recién llegado a Madrid, creyendo que aquello era la capital del
mundo, pero resultó que, en cuestión de música, dejaba mucho que
desear. Al preguntar en una tienda especializada en discos por Bob
Dylan, en la “capital”, me dijeron ¿ese quien es? Sin embargo,
buscando en las estanterías encontré algunos E.Ps. (solo compré
uno porque no tenía más pasta disponible) Luego, con el tiempo me
fui haciendo con todos sus L.P. y más tarde, con sus CD
Retrocediendo en la historia, en
el norte de África, en la primera mitad de los 60 teníamos dos
fuentes musicales muy interesantes, una era Radio Tánger y otra
Radio Gibraltar. Estábamos a la última en novedades musicales. Lo
discos de Dylan, que yo sepa, empezaron a publicarse bastante tarde por aquí y
sin mucha publicidad. Sin embargo, aparecieron en el año 1965, creo
recordar, en los escaparates de las almacenes de electrodomésticos
(que es donde se vendían los discos por aquellos tiempos en Ceuta)
unos discos muy apetitosos con versiones de Bob Dylan, como los de
Manfred Mann y Liverpool Five (que son las versiones que aporto a
esta reco que se ha inventado con su gracia habitual el amigo Jose
Tommenton) Ahí descubrimos al Dylan que más adelante nos asombró a
todos con sus maravillosas canciones, versioneadas después por todo
tipo de músicos.
Ha sido un placer colaborar en
esta recopilación a cinco bandas por iniciativa del amigo
¿Y a dónde ir, fuera, decidme, cuando no llevas contigo la suma suficiente de delirio? Con esta frase de “Viaje al fin de la noche” del controvertido escritor L. F. Cèline, comenzamos este blog, pues eso, con una suma suficiente de delirio (espero que sea suficiente). Intentaremos publicar por aquí: Música, escritos, fotos, videos y lo que surja bajo el nombre de Babelain y colaboradores. Como siempre (ingenuo de mí) se esperan comentarios.