Nueve de
noviembre
¿Eso era todo?
Una mujer
frente al
espejo
cepilla su largo cabello.
El espejo se transforma
en túnel o
laberinto
que la
absorbe y la transporta
como flecha
envenenada
en viaje
alucinado
revirtiendo
su experiencia.
Se despeina en
el viaje
y comienza a
despojarse
de sus
puntos cardinales
de sus
crepúsculos tristes
de sus
volcanes de azufre.
Cuando el
viaje termina
y desvela
sus secretos
ya no se
reconoce
en ese
pliegue del tiempo
en el que la
luz aún no hería
y se
ignoraba el olvido.
Al
descabalgar las horas
y levar
todas las anclas
surgen
algunas dudas
y no
encuentra las respuestas.
Busca un
espejo de agua
y le
interroga con saña
¿Eso era
todo, espejito?
Guarda silencio un instante
y ella misma
se contesta
en un susurro inaudible:
No, no
creo... no creo.