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El Big Bang, el Mirlo y las Hormigas
Estoy en la cama despierto, aún no amanece. Pienso en noticias que nos proporcionan los científicos:
Antes del Big Bang el Universo no era más grande que un átomo (¿)
El Big Bang lo creó todo, no solo la Materia sino el Espacio y el Tiempo (curioso, no?)
En 1995 se descubre que el Universo sigue expandiéndose y acelerándose sin que los científicos encuentren explicación. La gravedad no cumple su cometido. Las Galaxias se van separando cada vez más y esa masa que llaman “Energía Oscura” que se calcula que supone el 70% del Universo cada vez es más inmensa. Si esta aceleración continúa, el Universo podría destruirse.
Dentro de (X) millones de años, el núcleo del Sol compuesto de gas helio explotará y esta lenta e inexorable muerte del Sol, producirá un aumento de su masa que irá engullendo a los distintos planetas: Mercurio…Venus…La Tierra…
Para cuando todo esto ocurra, supongo que ya sabremos qué pintamos nosotros aquí, de donde venimos, adonde vamos y cual será la edad ideal para jubilarse (por poner una nota folclórica en el asunto, aunque yo ya sé cual es la mía)
Comienza el amanecer, anunciado por el Mirlo con sus magníficos y variados trinos, acompañado por los cansinos y casi monocordes sonidos guturales de las Tórtolas. Salgo al Jardín y observo que las Hormigas están reparando la entrada de su hormiguero, seriamente dañado por las lluvias torrenciales caídas en la víspera y se afanan por acaparar alimentos, ajenas a cualquier teoría científica.
Y si quieres empezar el día con cierto optimismo, pincha aquí:
Encontrarás un vídeo del director de orquesta Benjamín Zander, que no tiene desperdicio. Vale la pena dedicarle veinte minutos; no te arrepentirás.
Y agradecerle a mi amiga Lisi y a su blog
http://lacomunidad.elpais.com/lisiprada
(que es de donde he pillado el enlace) el descubrimiento de esta magnífica lección de música y de vida.
INFIERNO DE POLVO Y GRILLOS
Como un frágil Peregrino
Dudando entre las Flores
Oigo el tañer insano
De las Campanas Negras
Toco el Hueso del Árbol
Mientras espanto las Moscas
Me protejo del Sol Muerto
Descalzo entre los Guijarros
Háblame de Relámpagos
Y tómate tu Manzana
Vuelve a besarme despacio
En
AGENDA SOCIAL/DECORACIÓN DE INTERIORES III
23 de marzo de 2010.
LOS RECUERDOS
Camino de casa, recién salido del trabajo al medio día, un hombre se para frente a mí y me dice:
-¿Carlos?-…-Si- le contesto. -¿Carlos Bengoechea?-….-Si, si- le repito…espera….pero tú no eres Eduardo…Abascal?????, -el mismo que viste y calza, mamonazo-. –Joder, joder- digo yo, por decir algo.
Me viene a la memoria un recuerdo agridulce al ver ese rostro que aún conservaba restos de una infancia ya lejana.
-Vamos a tomar una cervecita para celebrar el encuentro- me dice. Entramos en el primer bar y me suelta de pronto:
-Recuerdas aquella historia del perro?-….-cual- le digo yo haciéndome el tonto-
Y se pone a recordarla a su manera:
-Si hombre, cuando cogiste aquel perro grisáceo (yo no lo cogí y era negro el perro)
-Y le ataste al rabo aquellas latas de leche condensada “cuatro vacas” (no fui yo, fue él y las latas eran de sardinas)
-El pobre perro corría y mientras más corría mas asustado estaba con el ruido que hacían las latas; como nos reíamos los dos. (Se reía él, yo estaba un poco asustado)
-¡Qué tiempos!, ¿eh, Carlos?-
-Si, le contesto, ¡qué recuerdos- Oye, tengo que irme, mi mujer me espera para comer, quedamos otro día y seguimos, O.K.?
-O.K., Carlos, me dio mucha alegría verte de nuevo-
Salí del bar confuso y pensando si los recuerdos nos los vamos amoldando a nuestro antojo según va pasando el tiempo. ¿Será como él lo cuenta o como yo lo recuerdo?
Desde entonces llevo un diario donde apunto minuciosamente cualquier cosa fuera de lo común que ocurra en mi vida cotidiana.
Ejemplo:
Viernes 19 de marzo de 2010.- “Mi mujer me llama a gritos desde el jardín. Me dice que entre el parterre de “vinca pervinca” hay un saltamontes de “medio metro”. Me dice: ¡mátalo! Voy a la cocina a por un trapo, cojo la cámara de fotos, busco al saltamontes entre las flores. Lo agarro con el trapo, lo mido: 8 cm., salgo del jardín, cruzo el sendero y dejo al saltamontes dándose un atracón de florecillas silvestres. Le hago una foto de recuerdo y de prueba del caso. ¡Yo no maté a un saltamontes de medio metro! Por si las moscas.”
Desde entonces, de vez en cuando compruebo mis recuerdos con el diario, para que la “historia” no se desvirtúe demasiado, que luego pasa lo que pasa.
Habíamos preparado el viaje con mucho cariño. Los dos necesitábamos desconectar y nada mejor para eso que un viaje a un país desconocido e inquietante. El trayecto en barco resultó agradable; día y medio de relax tumbados en la hamaca en cubierta, observando el mar, leyendo, charlando, tomando aperitivos en el bar etc.
Llegamos a nuestro destino casi al medio día. Una retahíla de chiquillos nos llevaron los bártulos del barco al hotel buscando una propina. Allí iban ellos gritando y sonrientes con el caballete, las pinturas, la guitarra, las maletas.
Una vez instalados en la habitación desde la que se veía por una ventana el mar y por la otra el desierto, bajamos al restaurante. Nos sentamos a la mesa y vemos que de pronto oscurece fuera y las luces de la sala se encienden. En lugar de la comida, nos ofrecen el menú de la cena. Miramos por la ventana y no es que esté nublado o haya un eclipse, es que han salido las estrellas y una luna menguante aparece desde detrás de unas dunas. Mi mujer y yo nos miramos sin entender nada. Preguntamos al camarero por este extraño suceso, -oiga, por favor, ¿Qué ha pasado con “la tarde”?, - el camarero ponía cara de no saber de lo que estábamos hablando. Le repetimos la palabra “tarde” en seis o siete idiomas, incluido algún dialecto del continente donde nos encontrábamos. Pero no entendía de lo que hablábamos.
Resignados a medias, pedimos la cena, que consistió en una insípida vichyssoise y unos huevos revueltos con setas que resultaron magníficos. Dimos un paseo en silencio por las dunas del desierto, aún perplejos con la pérdida irremediable de una tarde completa. Por fin nos decidimos a hablar del tema:
¡no es posible que nos usurpen la siesta, la hora del delicioso té, el paseo vespertino, y esas ideas que surgirían sin duda para convertirse luego en poemas, dibujos, canciones….en esas horas mágicas en las que la luz va menguando poco a poco hasta ser vencida por la oscuridad de la noche!
Nos fuimos a dormir al hotel. A la mañana siguiente recogimos nuestro equipaje y nos plantamos en el puerto a esperar la salida del primer barco que nos llevara de nuevo a casa. La próxima vez nos informaremos mejor de las “curiosidades” que nos podemos encontrar en el lugar elegido para desconectar de nuestra “rutinaria” vida.
CONSECUENCIA
Oigo
- a escondidas-
En la Asamblea de Los Muertos
Que siempre hemos vivido al borde
Del Apocalipsis
Y que al acercarnos un poco más
A esa consecuencia
Que llaman Muerte
Es inmensa nuestra Ignorancia
Ignorancia que no exime de la culpa
De haber desperdiciado impunemente
Toda el agua cristalina que brota de las Fuentes
Todo el aire puro que nos filtran los Bosques
Esas palabras mágicas que destilan viejos Poemas
Y la Música que fluye de los tambores de piel tersa
En esta inmensa Jungla que rodea nuestras Vidas.
Hay dos caminos abiertos en este Año de Tigre:
Ignorar nuestra ignorancia y bordear el fracaso
o
Admitir humildemente que hemos perdido el Rumbo
¿Y?
¿
Y si la poesía se esfuma
Como la niebla en la noche
?
¿
Y si el mercurio nos cubre
Como una nube en el cielo
?
¿
Y si los pájaros vuelven
Y se equivocan de nido
?
¿
Y si se retira el mar
Más allá del horizonte
?
¿
Y si la voz ya no sale
De la boca hacia fuera
?
¿
Y si yo miro y no veo
Lo que tú tan claro ves
?
¿
Y si el sol usurpa el sitio
De la luna en el espejo
?
¿
Y si se rompe el silencio
Y se rellena de grillos
?
¿
Y si ocurre lo imposible
Y nadie le da crédito
?
¿
Y si la pregunta esconde
La respuesta entre sus pliegues
?
¿
Y si lo metemos todo
En un agujero negro
?
Paseando por el bosque, tratando de apartar mis problemas de la cabeza, me topé con una antigua mansión abandonada. Empujé la puerta, sonó el típico ¡ñiiiiiiiiiiiic!. Me encontré dentro de un gran salón medio en penumbra. Algún rayo de sol atrapaba el polvo que flotaba en el ambiente. Había algunos muebles de maderas nobles muy viejos. Sonó un chasquido, era la puerta que se cerraba sola, como en las películas de terror. Empecé a oír murmullos que crecían poco a poco. Solo lograba entender algunas palabras sueltas en aquel cruce de frases que atravesaban la sala en todas direcciones:
VERMÚ… ENAGUAS… LÁGRIMAS
TORMENTA… OPIO … CAFÉ
CASINO… SUEÑOS … PÁLIDA
...ESTRELLAS…OLVIDO…
Abrí un armario y encontré una botella de Oporto; le di un profundo trago y me senté en un sillón desvencijado. Cuando el murmullo de frases inconexas se volvió insoportable, empecé, sin pensarlo, a contar en voz altas todos los problemas que tenía en la cabeza. Las palabras salían de mi boca como la lava de un volcán en plena erupción. Lo solté todo. A medida que iba hablando, los murmullos fueron cesando paulatinamente hasta que solo retumbaba mi voz en el salón. Cuando terminé de hablar, me levanté y me dirigí a la puerta, mientras poco a poco los murmullos comenzaban de nuevo a crecer.
Abrí la puerta y salí fuera. Mis problemas, convertidos en palabras, se quedaron flotando en la atmósfera de aquél salón de la mansión abandonada, engrosando el galimatías de murmullos fantasmagóricos.
De nuevo en el bosque, con la cabeza despejada, la tarde parecía espléndida. El paseo, una delicia.
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