Babelain. Flora y Fauna XXI

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 FLORA Y FAUNA XXI

Fotos y música: Babelain

Babelain. Poetas.

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 Recordando "Poetas", canción de Babelain del año 2012. Esta vez con ilustraciones de Mavi.

Mavi: Ilustraciones y voz.

Babelain: Letra, música, voz y todos los instrumentos..


Poetas (Letra y música.- Babelain)

El poeta del desierto
Duerme con un ojo abierto
(no se pierde ni una estrella, ni un rayo, ni una centella)
El poeta clandestino
Planta en su jardín un pino
(es para disimular y así embellece el solar)

El poeta rompedor
Nunca usa el ascensor
(vive siempre en planta baja y escribe en el comedor)
El poeta decadente
Se jacta de ser decente
(se toma la decadencia con la máxima decencia)

Como dice André Bretón: 
Que es un poeta muy suyo: 
“Confiad en la naturaleza inagotable del murmullo”

El poeta del fracaso
Bebe el coñac en  vaso
(la copa ya no le sirve y solo escribe en verso libre)
El poeta del amor
Bebe whisky con sifón
(escribe versos muy dulces envueltos con algodón)

El poeta de lo oscuro
Escribe fumando un  puro
(y escucha música a solas con aroma de amapolas)
El poeta del abismo
Se ejercita en el ciclismo
(así se olvida de todo, incluso de algún rey godo)

Como dice André Bretón: 
Que es un poeta muy suyo: 
“Confiad en la naturaleza inagotable del murmullo”

El poeta de salón
Siempre está dando el tostón
(con su camisa de seda e impecable pantalón)
El poeta de la elipsis
Le teme al Apocalipsis
(sufre de alergia al trigo y siempre escribe con abrigo)


El poeta de poetas
Se las da de ser esteta
(tiene que ser un portento, si no,  que muerda una seta)
El poeta de las niñas
Se merienda varias piñas
(mientras las niñas se enfadan si no se aparece un hada)

Como dice André Bretón: 
Que es un poeta muy suyo: 
“Confiad en la naturaleza inagotable del murmullo”

El vagabundo y su sombra

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Ilustración: Mavi

El Vagabundo y su Sombra

Un vagabundo, con su casa/mochila a cuestas, estaba de pie junto a una pared desnuda en una plaza solitaria. Pasé junto a él con disimulo. Vi que, mientras se fumaba un cigarrillo, observaba a su sombra en la pared. Le hablaba a la sombra con mucha confianza. Disimuladamente me senté en un banco cercano a observarle. Hubiera querido hacerle una foto y grabar su conversación, pero mejor no quise arriesgarme.

—¿Dónde te metiste anoche, ladina? —dijo el vagabundo.

—Me tomé el día libre ¡Estaba nubladísimo! —contestó la sombra.

—¡Y a mí qué! Precisamente ayer necesitaba compañía. Tuve un mal día. Y tú, ¡de día libre! Tiene cojones.

—Pues tú siempre me abandonas de noche, cuando más necesito tu compañía. Sabes que me da miedo la oscuridad.

—¿Y qué quieres que haga? De noche no hay luz. Las sombras se esfuman.

—Eso es lo que crees. Tú te arropas con los cartones y a mí que me parta un rayo —dijo la sombra.

­—Vaya, hombre. Me ha salido respondona. Anda, vamos a dar una vuelta por el pueblo y recoger colillas del suelo, que me he quedado sin existencias.

—A mí me duele la espalda de tanto recoger colillas. Podrías ir los días nublados solamente ¿no?

—Ya estamos con las reivindicaciones. Ni que las sombras tuvieran sindicatos. ¡El Sindicato de las Sombras! JA JA JA JA JA JA

Mientras se partía de risa se dio cuenta de mi presencia y se alejó cabizbajo con su sombra muy lentamente. Entonces me di cuenta de que mi sombra me estaba mirando con cara extraña.

—Y a ti ¿qué te pasa ahora? ¿Por qué pones esa cara? —dije yo.

—Nada, esa es mi cara normal, cara de «asombrada» —respondió mi sombra.

—¡Ah, vale! —contesté.