Babelain E.P. Recuerdos. Los restos del naufragio. Cosas. Sintonizando.

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E.P. con tres canciones y un instrumental. Todos originales. Esta vez no hay versiones.

1.- Recuerdos (Letra y música.- Babelain)

Esta canción, regrabada ahora con mejor calidad de sonido, pertenece al 1º CD de Babelain que no está publicado. Solo se han publicado temas sueltos en la web 1PocodMusica, en este blog y en el del amigo venezolano Aldoux. Aquí, igual que en el original, canta Mavi.

Recuerdos

(Letra y música.- Babelain)

Rellenábamos colchones

con las teclas de los pianos

y arrojábamos cencerros

a las viudas en verano

en la fiesta que dio el sacristán

cuando vio que su hijo era normal

que ya no incordiaba

que no echaba baba

pronto lo podría desatar

Con un kilo de chorizo

imitábamos a Buda

hartos de comer “halufo”

en la playa y sin bermudas

en la fiesta que dio el sacristán

cuando vio que su hijo era normal

que ya no incordiaba

que no echaba baba

pronto lo podría desatar

Con los pies llenos de espasmos

y la risa incontrolada

Ese humo en la garganta

esas lunas plateadas

en la fiesta que dio el sacristán

cuando vio que su hijo era normal

que ya no incordiaba

que no echaba baba

pronto lo podría desatar

2.- Los restos del naufragio (Letra y música.-Babelain)

Los restos del naufragio

(Letra y música.- Babelain)

El le acaricia las manos

cuando huyen las estrellas

Ella suspira aliviada

después del primer beso

Sus almas metálicas

brillan al salir el sol

y miran a través

del ojo del silencio

El sonido de las campanas

se ahoga en el vacío

Las horas se derriten

según avanza el día

Como ya no hay estrellas

inventan un nuevo juego

El juego consiste

en olvidarlo todo

Qué casualidad

se esfumaron los fantasmas

y al entornar los ojos

el cielo se vuelve líquido

El cielo y el mar

se funden en un abrazo

Alguien encontrará

los restos del naufragio

3.- Cosas (Letra y música.- Babelain)

COSAS

(Letra y música.- Babelain)

Hay cosas que se olvidan

y otras que no se rompen

Hay cosas con muchas caras

y algunas no tienen nombre

Hay cosas que se esconden

y no hay dios que las encuentre

algunas son invisibles

y nos tropezamos de frente

Hay cosas dentro de otras

y dentro de esas hay más

y así podríamos seguir

sin llegar hasta un final

Hay cosas que no se explican

y otras que son “de cajón”

Hay cosas hasta en la sopa

¡camarero, por favor!

Si una cosa se revela

ignorarla es lo mejor

ya vendrá alguna otra

¡será por cosas, señor¡

Cosas que sacan de quicio

esas que están tan mal vistas

de pronto cambian de signo

y ya no son tan ariscas

Hay cosas con mala leche

y otras son mal nacidas

algunas que no se enteran

y otras que se suicidan

Con algunas tropezamos

incluso más de una vez

son piedras de los refranes

muestran nuestra candidez

Hay cosas que nos subyugan

y otras nos subestiman

algunas nos estrangulan

y otras que nos dan grima

Las cosas apetitosas

se escurren por las rendijas

a veces salen al sol

como algunas lagartijas

Las cosas que nadie quiere

son como fruta silvestre

nadie les da su valor

y sin embargo lo tienen

Quien me mandaría a mi

hacer un poema con cosas

las cosas nunca se acaban

probaré mañana en prosa

4.- Sintonizando (Instrumental.- Babelain) (La línea de bajo se la he pedido prestada a Mulatu Astatke que me la ha cedido amablemente)

Link E.P. :

http://www.mediafire.com/?i6iv642b5cmbtcm

Operación Intercambio

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Operación Intercambio

I

En una especie de inmenso almacén de techos muy altos había varios cientos de personas intentando llegar a un acuerdo para intercambiar entre ellos algo de sus cuerpos: ojos, bocas, dientes, narices, orejas, brazos, pechos, culos, cuellos, piernas, dedos, pelos, hombros…

Me explico: la gente paseaba y buscaba, entre los ocupantes de la sala, algo de otros cuerpos que le llamara la atención y que ellos no poseían y al mismo tiempo ofrecer lo que tenían y no les importaría cambiar.

-Oiga, me gusta su cuello, ¿querría cambiármelo por algo que a usted le interese de mí? Tengo un buen “catálogo” como puede usted ver a simple vista.

-Pues cambiaría mi cuello por sus rodillas, que veo que las tiene en muy buen estado de conservación.

-Bueno, por mis rodillas… ¿no le interesan mis brazos?

-Mmmm… no, prefiero sus rodillas…

Y así pasaron horas y horas de aquel día de intercambio, como en una especie de primer día de rebajas, hasta que muchos de ellos llegaron a un acuerdo.

II

La segunda fase consistía en pedir cita con los cirujanos para poder hacer los cambios oportunos sobre la marcha: “le quito el pié derecho a este y se lo pongo al otro, y enseguida, aprovechando la anestesia…”

III

La tercera fase era la más complicada. Una vez realizadas todas las operaciones, los implicados se reunían de nuevo en la sala un día convenido. Allí casi todos expresaban su descontento:

-Menudo par de orejas me has “colocao” eh, capullo

-Lo elegiste tú, so huevón. Bien que te gustaron cuando las llevaba yo puestas.

Diálogos para todos los gustos, aunque eran pocos los que quedaban satisfechos, pero no había segundas oportunidades, ese era el “contrato” que firmaron al entrar en aquel almacén el día 1 de enero de 2012: -Cada persona solo podía participar una vez en su vida en una “Operación Intercambio”-

IV

La cuarta fase consistía en la Evaluación de la “Iª Operación Intercambio”. Detrás de esta “Operación” se encontraba una famosa clínica de médicos avispados. Estos concluyeron que el evento había sido un éxito pero decidieron anular la tercera fase para nuevas operaciones, ya que casi nadie sabía apreciar sus nuevas adquisiciones, y para colmo, los pacientes no tenían derecho a ningún tipo de reclamación; así que “punto pelota” (como dijo uno de los médicos con cierta guasa mientras encendía un puro para celebrar el éxito de la “Iª Operación Intercambio”)

Punto de Vista

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PUNTO DE VISTA

Desde nuestro punto de vista, en temporada de invierno la pierna izquierda adquiere un bonito color azul que va virando hacia el naranja según avanzan los días para, llegado el verano, retornar a su color natural. Esto no supone ningún problema a no ser que tengamos algún compromiso invernal de tipo artístico, deportivo, amoroso, terapéutico o carnavalesco. En tal caso, podríamos utilizar alguno de los métodos de choque que cito a continuación:

-Frotar la pierna izquierda, cuyo pié adquiere la posición norte, con polvo de jengibre y ajo; mientras se ejecuta el famoso paso de ballet clásico “ballonné pass”: “Un paso en el cual el bailarín salta encima del piso, con el pie sur le cou-de-pie, hace una pausa en el aire y desciende ligera y suavemente. Sólo hace el movimiento de rebotar en el aire con una pierna como si pateara una pelota. El ballonné se puede ejecutar con el cuerpo en todas las direcciones”.

Es prácticamente infalible, pero si se resiste, probar el método siguiente:

-Consultar el viejo y querido I Ching (El Libro de las Mutaciones) con prólogo de Borges que empieza: “El porvenir es tan irrevocable como el rígido ayer”. Solo con leer esa frase borgiana en voz alta y clara, la pierna izquierda se echa a temblar y empieza a cambiar de color, volviendo a su color carnal tan apreciado en cuestión de minutos. Casi en ningún caso ha sido preciso pasar de ahí y afrontar la consulta al libro e interpretar sus revelaciones, tarea que como todo el mundo sabe es harto complicada.

La realidad más palpable, hoy en día parece absurda, pero…como también dice Borges en el prólogo del “I Ching “: “Quién se aleja de su casa ya ha vuelto”

P.D. Post dedicado a Paco "Nowhere man" que anda en "horas bajas", por si se anima un poco.

Que no resucite el muerto

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ESTÁ HELANDO AHÍ FUERA

Hace frío, mucho frío

Sale frío de los Ministerios

Sale frío de los Juzgados

Sale frío por todas partes

Hace un frío muy antiguo

Un frío de abrigos apolillados

Un frío de cartapacios

Un frío de mesas de mármol

Hace un frío de cadáveres

Un frío de Caudillos bajo palio

Un frío de grises a caballo

Un frío de calles vacías

Hace un frío catedralicio

Un frío que hiela el verso

Un frío que llega al tuétano

Un frío por triplicado

Parece un invierno largo

Este frío no es de chiste

Es frío de velatorio

¡Que no resucite el muerto!

Abrazar y dejarse abrazar

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Abrazar y dejarse abrazar


Siempre hay alguien más raro/a que tú



O quien se salta a la torera cualquier etiqueta o protocolo



Jóvenes que dan el perfil (derecho)


Jóvenes que dan el perfil (izquierdo)


Jóvenes que van de frente


También hay quien no se cree lo que está viendo (y con razón)


O quien nos recuerda la armonía

y el equilibrio de las dos fuerzas de la naturaleza

sin darse cuenta



Siempre hay un momento para una velada agradable


O para dar un paseo

en un día fresco y soleado



El Encuentro

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El encuentro

Con treinta y pocos años, Peter aún no había mantenido relaciones sexuales satisfactorias. Es decir, había tenido escarceos con alguna compañera de juegos y roces con la criada de la casa cuando era adolescente, pero nada más. El sexo le daba miedo. O quizá eran las mujeres las que le daban miedo.

Una tarde vio un anuncio en el periódico que decía: “Organizo encuentros entre desesperados del amor o del sexo” y un teléfono de contacto. Él era un desesperado en ambos. Reunió el valor necesario después de fumar un par de cigarrillos y llamó al número indicado. Una mujer de voz ronca pero dulce al mismo tiempo lo citó para el día siguiente en una casa de un barrio casi en las afueras de la ciudad.

Peter se presentó puntual a la cita. Le abrió la puerta una mujer morena de unos cuarenta años, vestida con pantalones ajustados y jersey de cuello alto, negros. Le sonrió y le invitó a sentarse en un sillón y le ofreció un té. La mujer le explicó que en una de las habitaciones iba a empezar uno de los encuentros y que cuando acabara con el té, podría asomarse para ver si le agradaba la escena y quería participar en ella. Peter se puso muy nervioso y casi tira la taza de té al ir a depositarla en la mesa. La mujer lo cogió de la mano y lo llevó a la habitación. Abrieron un poco la puerta y desde allí pudo ver con dificultad, ya que la habitación estaba en semipenumbra, a una mujer joven con la mirada perdida, un hombre entre los cincuenta y los sesenta años y otro hombre, calvo pero aún joven, de complexión atlética. Los tres se estaban desvistiendo con parsimonia, como si quisieran retrasar el encuentro.

Peter no comprendía nada en ese momento. Pensaba que el encuentro sería con una mujer. Durante unos instantes se quedó inmóvil mirando la escena. De pronto dio un empujón a su anfitriona y salió de allí espantado.

En la calle, cuesta abajo, se vio envuelto en una manifestación de índole política, pero no lograba enterarse de que iba el asunto. Entre los manifestantes distinguió con claridad a los dos hombres que acababa de dejar en la habitación de encuentros. Gritaban consignas disparatadas, incomprensibles. Peter empezó a dudar de su cordura y miraba a su alrededor tratando de comprender que es lo que pasaba. En sentido contrario a la manifestación, calle arriba, venía caminando muy despacio la joven del encuentro. Con la mirada buscaba a alguien desesperadamente entre los manifestantes. Cuando vio a Peter, llegó hasta él apartando a la gente a codazos, lo cogió del brazo y le dijo:

-¿Dónde te habías metido? Ando años buscándote.

Peter recobró la cordura de golpe y aunque estaba perplejo, se dejó llevar por la joven.

La manifestación siguió su camino con sus consignas disparatadas mientras ellos continuaron calle arriba como si no existiera el pasado y un futuro prometedor les esperara al doblar la esquina.

Pedro Luis

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Pedro Luis

Pongamos que me llamo…Pedro Luis (los amigos íntimos me llamarían Pedro a secas). Acabo de salir de una reunión con un sobrino. La reunión consistía en comunicarle a mi sobrino una serie de detalles sobre una situación familiar complicada que le afectaba especialmente. Me ofrecía a ayudarle en lo que pudiera y a oír lo que él quisiera decir de su estado anímico y que se desahogase conmigo. Ya en la calle, pensando en lo que habíamos hablado y sintiéndome bastante satisfecho del encuentro, paso delante de una terraza de un bar donde dos amigas me saludan y me sacan un poco de ensimismamiento:

-Hola PEDRO LUIS (dice una)

-Hasta luego PEDRO LUIS (dice la otra)

-Adiós (digo yo)

Sigo andando y me cruzo con un conocido del que no recordaba su nombre y me saluda:

-Hasta luego PEDRO LUIS

-Hasta luego

Después de andar unos cuantos pasos, me paro en seco y un tanto desconcertado me pregunto:

-¿Quién coño será ese PEDRO LUIS?

Llego a casa y le explico esta historia a mi mujer y a mi hijo imitando los gestos y andares y diciéndoles que lo curioso era la forma de sentir esa situación, no el relato de lo sucedido. Me contestan riendo, me dicen que lo he explicado muy bien y acabamos los tres abrazados. No sé si me explico ahora.