Babelain. Rarezas. I Hate You A Little

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I hate you a little
(Te odio un poco)

            Esta "pieza" es un experimento actual, grabado entre mayo y junio de este año. Una especie de collage de 24 pistas que luego, en las distintas mezclas, he ido reduciendo para conseguir distintos resultados. Utilizo extractos de música de Giacomo Scelsi, y otros, cambiándoles la velocidad o revirtiendo las pistas, introduciendo todo tipo de efectos. Sobre esa especie de manto espeso he grabado algunas pistas con un Zamar, flauta doble de caña y cuerno de cabra , otras con Salmoé, híbrido de clarinete y flauta, otras con guitarra eléctrica y otras con Birimbao, instrumento de cuerda hecho de una vara de madera flexible y un alambre, a los que se agrega una cashishi y una calabaza, que hace de caja de resonancia. Todas estas pistas están  tratadas "convenientemente". Las voces de la conversación que se repite están grabadas del traductor de google, ralentizadas las de Él, porque en realidad era una mujer la del traductor y quería que sonara a hombre;   y viene decir más o menos esto:

Ella.- I hate you a little                                     El.- However i love you very much
       (Te odio un poco)                                            (Sin embargo yo te quiero mucho)

Y al final:

Ella.- I hate you a little, but i love you too       El.-But i also hate you a little
        (Te odio un poco, pero también te quiero)     (Pero también te odio un poco)


Para completar el caos, y esto es lo bueno,  Mavi improvisa con su voz por encima del manto musical. Hemos grabado tres pistas con la voz de Mavi, más otra duplicada y tratada de forma diferente. Ella casi se lo ha pasado mejor que yo, que ya es decir. Parece un combinado  explosivo de Yma Sumac, una bruja de una tribu shoshona, Yoko Ono y La niña de Los Peines. Ahí queda eso.

La versión que aquí se publica (hay varias mezclas más) es una de "solo" catorce pistas. Es decir, sencillita. Son cinco minutillos de nada. En la mezcla final casi desaparecen las músicas no originales que utilicé de base. Espero que a nadie le de un yuyu. Se puede utilizar de Banda Sonora de películas sobre psicópatas noruegos, o como martírio para hacer confesar el crímen a un presunto asesino. No diréis que no os he avisado.   

Y para que no tengáis que buscar en la wiki, aquí os dejo información sobre Scelsi:

"Giacinto Maria Scelsi  (La Spezia, 8 de enero de 1905 — Roma, 9 de agosto de 1988), conde de Ayala Valva, fue un compositor italiano y poeta en lengua francesa. Sus obras musicales más características se basan fundamentalmente en una sola nota, alterada por el tratamiento de sus armónicos y por medio de inflexiones microtonales, tímbricas, dinámicas, de volumen, de densidad, de tempo o de octava. Fue el precursor del espectralismo".





https://mega.nz/#!wlMDjAoK!8ontq_6q4tlDrwJIpLtcdEr6eyjFOHNdZ9vQ4VI1fuA

El Huésped

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El huésped

Al huésped del museo celeste le hierve la savia
e imagina labios entre huesos y pergaminos.
Se desborda en el firmamento, se estremece,
se cae del lecho de aire y agua, agoniza.
Se rehace y vibra dando placer a pájaros que no existen.
Los arrulla y emprende la marcha.
Chilla sobre lo oscuro arrojando tinta ígnea sobre lienzos de vidrios rotos.
Se estira y duerme.
El velo cae y la noche aparece en blanco
para ser escrita por sonidos y sombras fugaces.
Protestan los sabios por ignorar sus errores.
El famoso huésped se consuela con vírgenes.
Las arropa con nubes y enigmas, aromas y frutas.
Se pregunta si existen golondrinas suicidas.
En un descuido pierde las alas
y cree ser flecha rastreando la Diana.
Busca su mejor perfil.
Al hundir los pinceles en el bosque del mar asusta  a las hadas
y a la dulzura estoica de los molusco.
Ahora está turbado, multiplica sus visiones y sus sueños.
Gira sobre un manto de estrellas cual peonza sin control.
Comparte sus secretos con aromas de catástrofes
entre los seres de antaño que olvidaron su destino.
Cuando deja de girar se da cuenta del desliz
y peregrina entre el musgo en busca del árbol de hielo.
Aún se encuentra en camino sin reparar en esfuerzos
cuando los entumecidos músculos reclaman su recompensa.
Vencido y majestuoso abre la puerta del alba.
Estrangula a la hermosa bestia, guardiana  de la memoria.
Liberado del trastorno, esquiva toda sus citas.
Contradictorio y triunfante, da muestras de su osadía
enfrentándose al azar con su ebria cabellera.
No hay ambición en sus actos, ni se abandona al hastío.
Ya puede exhibir sin tapujos su fracaso más logrado,
insuflarle transparencia al deseo más oculto.


Susi. Relato para el programa de radio La Máquina de Escribir.

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Foto enviada por Sebi. Se trata de escribir un relato a partir de la foto. Los relatos enviados se leen en el programa mensual de radio La Máquina de Escribir de Radio Sobrarbe (Huesca), donde participa nuestra amiga Sebi. El mío lo lee ella con su maestría habitual.

Susi

«Oye... Susi... » (menos mal que tenía puesta la acreditación con su nombre, si no, de qué me iba a acordar yo; menudo resacón tengo) «...se me ha olvidado la cartera... ahora vuelvo, guárdame los refrescos. No te rías... ehhhh... tú ya me conoces. Esta mañana, sin ir más lejos, me encontré sentado en la cama y no recordaba si me estaba levantando o acostando. Como en la famosa viñeta de Andy Capp. He tenido que abrir las cortinas y ver que había luz para confirmar que en realidad me estaba levantando.  He ido a la cocina y, en efecto, debía ser por la mañana porque  mi mujer estaba preparando un café... o un té, no recuerdo. La cosa es que estaba caliente porque me quemé la lengua. Me dijo que después de desayunar me acercara al super a comprar unos refrescos. La verdad, Susanita, es que no recuerdo la marca, no sé si me dijo Fanta, Schwepps, La Casera o vete tú a saber. Pero no te rías, jolín, que no es para tanto. Si yo te contara... eh... oye, te acuerdas del nombre de mi mujer, la de ahora; se me ha olvidado... es normal, después de cuatro divorcios. Quién va a aguantar a un prenda como yo tanto tiempo. Y como he olvidado también la llave, tengo que llamarla a gritos desde la calle. Era Paqui, o Loli, algo así. Apúntame el nombre en un papelito. Sería un buen invento ponerle una acreditación como la tuya con su nombre, pero seguro que no se deja. ¡Qué cruz! Si no vuelvo a por los refrescos es que me he olvidado, no te lo tomes a mal. No, si al final voy a tener que dejar la mistela. ¡Qué cruz! Por cierto, Susi, ¿estás casada? Es por si las moscas... bueno, ya me lo contarás luego».