…aquella noche volví a soñar con delfines y murciélagos; de la cebra, ni rastro. Comentaban anécdotas y curiosidades sobre terremotos (los murciélagos) y tsunamis (los delfines). De madrugada, con los primeros rayos de sol, me levanté un tanto melancólico sin razón aparente. Los gritos no salían fluidos, eran casi opacos, sin garra. No le quise dar mucha importancia pero al final me preocupé de tanta melancolía sin venir a cuento. Volví a ponerme las gafas “de ver personas” y fui a ver al médico para que me dijera si tenía algo raro. El médico fue muy agradable y me dijo que me encontraba perfectamente y que últimamente estaba muy contento con mi “evolución”. No entendí eso de mi “evolución” pero hice como que me enteraba. No quise hablarle de lo de las gafas, le di las gracias y fui al comedor.
El menú consistía en cazuela de fideos con almejas y de segundo sangre encebollada. Odio la sangre encebollada y estoy seguro de que me habían puesto un plato enorme para fastidiarme. No probé el segundo plato, tomé una manzana y salí al jardín, melancólico pero a la vez cabreado. No era mi día.
Me puse las gafas un rato para orientarme o porque necesitaba compañía en el estado en que me encontraba, no lo se, el caso es que en un banco apartado encontré a una viejecita muy simpática con el pelo blanco que me saludaba con su abanico. Me senté un rato con ella y charlamos de flores; le gustaba mucho una planta llamada “vincapervinca” con unas florecillas azules muy bonitas. A mi también me gustaba pero al charlar con ellas en alguna ocasión, me dio la impresión de que se burlaban un poco de mí y no volví a dirigirles la palabra. Esto no se lo dije a la viejita por si las moscas.
La conversación con aquella viejecita tan simpática me había relajado y la melancolía desapareció. Incluso me atreví a escribir algo parecido a un poema (no se si es un atrevimiento de mi parte llamarlo así, pero…):
Las mañanas son puertos de donde zarpan navíos
Las tardes, claroscuros en un rincón del oasis
Las noches, espejismos que confunden a los brujos.
Fue meterme en la cama y ponerme a soñar…
4 comentarios:
No desesperéis, en el VI se desvela el tercer deseo y en el VII se completa el relato. Hay que ir paso a paso. A los dos lectores que ya lo conocen, les ha gustado, espero que a vosotros no os defraude.
Saludosssssssssssssssssssss
¿Lectores enchufados...? Ummm. A ver si voy a tener que hacer como las vincapervincas...
Eso algo parecido a un poema es maravilloso. Se merecen una canción... Y la ilustración de Mavi, una portada.
Un abrazo desesperadamente intrigado...
Paco, los dos lectores "enchufados" son mi "filtro" antes de publicar en el blog. Mavi, para los gráficos y su opinión personal y mi hijo Bruno, siempre viene bien el punto de vista de un joven (17 años), ¿no?. A veces se nos escapan cosas y vienen bien contrastar opiniones (aunque luego no les haga caso casi nunca jejeje, bueno,en alguna ocasión si).
Ves, a Mavi también le gustó mucho el poemilla ese que comentas, sin embargo Tristán no estaba muy convencido.
Esta noche, la solución al tercer deseo y mañana el final ¡apoteósico" jejeje.
Gracias, Paco.
Saludosssssssssssssss
Como veo que la cosa está floja de comentarios, pospongo el capítulo VI para mañana. Esta noche duermo fuera, así que habrá que esperar.
Saludossssssssssssssssssssssss
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