Desde el Frenopático IV

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FRENOPÁTICO IV

…no, no creo que resultara tan fácil conceder el tercer deseo. Le dije a la cebra que para mí sería una especie de “renacimiento” si pudiera transportarme al momento en el que perdí la “inocencia”. La pequeña cebra me miró precisamente con unos ojos completamente “inocentes” y me dijo deletreando cada sílaba que “la inocencia no se pierde de golpe, se pierde poco a poco a lo largo de toda una vida”. Entonces, le pregunté, ¿no puedes concederme ese deseo?; no, es imposible, piensa en algo que yo pueda concederte, me contestó. Pensé por unos instantes pero aquello me había desconcertado por completo; me había ilusionado con los dos primeros deseos y ya me veía inmerso en otro proceso de reconversión casi sobrenatural.

Le pregunté si podíamos quedar para el sueño de la noche siguiente y así tener tiempo de pensar en el último deseo. Me dijo que no estaba segura de poder “aparecerse” de nuevo en mi sueño y que podría echarlo todo a perder. A pesar de todo, le rogué que lo intentara; prefería pedir un deseo bien pensado y que me produjera tanto bien como los dos anteriores y no desperdiciarlo en algo que no estuviera a la altura de las circunstancias por precipitarme sin sentido. La cebra hizo algo parecido a encogerse de hombros, solo que no tenía hombros y no me prometió nada.

Desperté, salí al pasillo y comencé mi sesión de gritos con una energía que hasta a mí me sorprendió.

Se me ocurrió ponerme las gafas y vi un corro de internos que discutían sobre lo que había pasado el día anterior en el jardín, que si Jacinto había disparado a uno de los médicos que lo atendían, suerte que tenía mala puntería, que había salido corriendo, saltó la verja y se escapó del internado. Jacinto, parecía ser un tipo muy querido por aquellos internos y con fama de anarquista de la vieja escuela; yo no recordaba a nadie con ese nombre, aunque sí que charlaba de vez en cuando con un grupito de jacintos que florecían en un parterre medio olvidado del jardín. Eran muy simpáticos y siempre me ponía de buen humor después de una corta conversación con ellos. Me gustaba su forma tan libre de expresar sus pensamientos. Eran sorprendentemente frescos y a la vez, atrevidos.

Ese día, el menú consistió en lentejas estofadas y de segundo habas con jamón y huevos fritos. Me puse como el quico y salí al jardín. Algún energúmeno había cortado los jacintos supuestamente para hacer un ramillete de flores. Me puse a llorar como un niño. Como un niño que odia con brutal inocencia. No podía parar de llorar. Me senté en un banco a esperar que se fuera la luz de la tarde…

11 comentarios:

babelain dijo...

Aquí está el IV, de nuevo con gráfico de Mavi. El gráfico para el V está terminado y en el horno quedan los del VI y VII.
Felices sueños.
Saludosssssssss

Maka dijo...

No comento,no sea que patine otra vez, pero me gustan un monton.La ilustracion de Mavi, !que colores!, me gusta mucho.
Abrazos

babelain dijo...

Freaky, te presentaré a la cebra, por si quieres quedar con ella en algún sueño jejeje. Yo no he escrito que Jacinto se comiera los jacintos, eso lo supones tú eh?.
Saludossssssssss

Maka, que prudencia, no te conozco jejeje. Ya queda menos, pero no te puedes imaginar por donde va la cosa. Ten en cuenta que los "locos" son imprevisibles, no los puedes medir con el mismo rasero.
Saludossssssssssssssssssss

babelain dijo...

Suponer es gratis Fraky jejeje. Pero ni yo se quién se comió los jacintos; el caso es que hace llorar a Tristán. Me gusta que os interese algo el relatillo este por entregas.
Saludossssssssss.

vikingo dijo...

Pues yo creo que aunque esta cuarta entrega parezca floja, no floja en cuanto a narrativa, encierra mucho sobre la trama final y no nos enteramos. El grafico de Mavi (como prudentemente cita Maka), es precioso, eso mismo digo yo ¡que colores!. Una maravilla visual.

Maka dijo...

Aunque patine, sigo creyendo que no esta loco, simplemente se esta defendiendo de este maravilloso mundo, que nos toca vivir.
Abrazos

babelain dijo...

Viking,ya os enteraréis jejeje; faltan tres capítulos. Esta noche, si puedo, pongo el V. La luz del atardecer con Tristán llorando...(qué grafista "tengo" en casa, eh?).
Saludosssssssssssssssss

Paco dijo...

Bueno, por lo menos ya sabemos por qué corría el celador. ¿Otro día más sin saber el tercer deseo? ¡Cómo eres! A ver qué trae la luz de la tarde...
La ilustración, magnífica,

babelain dijo...

Paco, eso es lo que tienen las historias por "entregas" jejeje.

Ya falta menos.

Saludossssssssss

Napi and Lisa Murphy dijo...

Si la cebra vuelve, apuesto a que Tristán se pide volver al claustro materno; tal como van las cosas y ya que no puede ser en el gineceo de los jacintos, Tristán se refugia en el de la mujer que de la que antes se olvidó ¡fijo! . . . ¡O no, vaya usté a sabé!

babelain dijo...

No está mal el intento, Napi, se ve que entiendes de "locos" y frenopáticos jejeje; pero me temo que por ahí no van los tiros.
Saludossssssssssssssssss

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