¿SUEÑO?

¿SUEÑO?

I

Estaba en el balcón, en su silla de ruedas. La habían sacado a pasear un rato y ahora descansaba del ajetreo. La luz de la tarde se disipaba. Cerró los ojos e inmediatamente se durmió. Por arte de magia, como si pasara la página de un libro, entró en otro mundo.

II

Sin apenas darse cuenta fue absorbida por una especie de remolino; no era una fuerza violenta, pero era imposible zafarse de ella. Se posó en un espacio neblinoso de luz blanquecina con un ligero tinte turquesa. Allí habitaban otros seres; estaban envueltos en una especie de halo transparente, como una pompa de jabón. Se dio cuenta que ella también tenía esa membrana. No había gravedad propiamente dicha. Los cuerpos se movían a unos centímetros del suelo, aparentemente por azar, pero el azar no existe. Seguramente de regían por unas leyes físicas que explicaran el fenómeno, pero no alcanzaba a comprenderlas. Chocaban unos contra otros produciendo un sonido cristalino. Chocaban dos, o tres, incluso cinco cuerpos que formaban acordes extrañísimos. La brisa que corría entre las esferas se convertía en una melodía “inédita”, y sostenida por aquellos extraños acordes, componían una sinfonía que, a regañadientes, podría calificar como “Sinfonía de la Inocencia”, despertando la armonía recóndita que habitaba en aquellos seres. El ligero tinte turquesa de la neblina fue ganando terreno al blanco y poco a poco oscureció la escena hasta volverse completamente negra.

III

Abrió un ojo y comprobó que las farolas de la calle ya estaban encendidas, se oía el murmullo de los transeúntes; los empleados de los restaurantes sacaban mesas y sillas a la calle ya que a esa hora cortaban el tráfico en verano. El calor había remitido. No recordaba muy bien el sueño, incluso no sabía si aquello había sido un sueño o lo había “vivido” realmente, pero una suave sonrisa se le dibujó en los labios y por un momento se sintió moderadamente feliz.