El Encuentro

|

El encuentro

Con treinta y pocos años, Peter aún no había mantenido relaciones sexuales satisfactorias. Es decir, había tenido escarceos con alguna compañera de juegos y roces con la criada de la casa cuando era adolescente, pero nada más. El sexo le daba miedo. O quizá eran las mujeres las que le daban miedo.

Una tarde vio un anuncio en el periódico que decía: “Organizo encuentros entre desesperados del amor o del sexo” y un teléfono de contacto. Él era un desesperado en ambos. Reunió el valor necesario después de fumar un par de cigarrillos y llamó al número indicado. Una mujer de voz ronca pero dulce al mismo tiempo lo citó para el día siguiente en una casa de un barrio casi en las afueras de la ciudad.

Peter se presentó puntual a la cita. Le abrió la puerta una mujer morena de unos cuarenta años, vestida con pantalones ajustados y jersey de cuello alto, negros. Le sonrió y le invitó a sentarse en un sillón y le ofreció un té. La mujer le explicó que en una de las habitaciones iba a empezar uno de los encuentros y que cuando acabara con el té, podría asomarse para ver si le agradaba la escena y quería participar en ella. Peter se puso muy nervioso y casi tira la taza de té al ir a depositarla en la mesa. La mujer lo cogió de la mano y lo llevó a la habitación. Abrieron un poco la puerta y desde allí pudo ver con dificultad, ya que la habitación estaba en semipenumbra, a una mujer joven con la mirada perdida, un hombre entre los cincuenta y los sesenta años y otro hombre, calvo pero aún joven, de complexión atlética. Los tres se estaban desvistiendo con parsimonia, como si quisieran retrasar el encuentro.

Peter no comprendía nada en ese momento. Pensaba que el encuentro sería con una mujer. Durante unos instantes se quedó inmóvil mirando la escena. De pronto dio un empujón a su anfitriona y salió de allí espantado.

En la calle, cuesta abajo, se vio envuelto en una manifestación de índole política, pero no lograba enterarse de que iba el asunto. Entre los manifestantes distinguió con claridad a los dos hombres que acababa de dejar en la habitación de encuentros. Gritaban consignas disparatadas, incomprensibles. Peter empezó a dudar de su cordura y miraba a su alrededor tratando de comprender que es lo que pasaba. En sentido contrario a la manifestación, calle arriba, venía caminando muy despacio la joven del encuentro. Con la mirada buscaba a alguien desesperadamente entre los manifestantes. Cuando vio a Peter, llegó hasta él apartando a la gente a codazos, lo cogió del brazo y le dijo:

-¿Dónde te habías metido? Ando años buscándote.

Peter recobró la cordura de golpe y aunque estaba perplejo, se dejó llevar por la joven.

La manifestación siguió su camino con sus consignas disparatadas mientras ellos continuaron calle arriba como si no existiera el pasado y un futuro prometedor les esperara al doblar la esquina.

10 comentarios:

babelain dijo...

Ilustración made in Mavi.
Saludosssssssssssss

Le.chatnoir dijo...

Me gusta! ;)

Besos.

Napi and Lisa Murphy dijo...

Curioso ese mundo donde lo único que pasa es el tiempo: quien anda desesperado solo encuentra con la espera, quien ansía un mundo mejor se manifiesta de forma incomprensible y quien pierde la mirada encuentra la compañía deseada. Gracias, Bab, esto tiene el saborcito de las pequeñas cosas que engrandecen una vida.
¡Ah! Y un abrazote a Mavi, que sigue más genial que los de los cuentos del "érase que se era".

babelain dijo...

Me alegro, chatnoir.

Napi, un mundo curios, si, cada vez más curioso. No deja de sorprendernos. Se lo diré a Mavi. Gracias.

Saludossssssssss

Ficus dijo...

Sorprendente relato con final inesperado.
Cuando crees que todo sigue el orden establecido, aparece ella de entre el gentío y dice que lleva años buscándole.
Me ha hecho pensar, y eso me gusta.

Un abrazote.

babelain dijo...

Ficus, el final es inesperado hasta para mi. Nunca se de antemano por donde voy a salir. Sale así. Así que te gusta pensar, ¿no? bueno, bueno.

Saludosssssssssssssssss

Paco dijo...

La verdad es que para los que estamos ya con síntomas de Alzheimer estos relatos se pueden considerar terapéuticos.
Yo diría, después de un rato de estrujamiento de cabeza, que trata sobre la lucha del hombre con o contra su destino, en este caso, un futuro prometedor.
Es gracioso que ni tú puedas manipular el destino de tus personajes, jeje. ¡Qué narración tan chula!
Abrazos gigantes.

babelain dijo...

Paco, pues si, para mi son terapéuticos. Me voy descubriendo poco a poco jejeje (para bien o para mal)
Es que no me gusta manipular ni en broma. Los personajes tienen vida propia, si los dejas, claro.
Gracias, Paco.

Saludossssssssssssssssssssss

Juanjo Mestre dijo...

Me coloco al lado de Paco, estos relatos tienen efectos terapéuticos, que bien vienen en un lunes. Conozco algún caso que el sexo ha sido un problema de timidez o vaya a saber qué. Saludosssssss.

babelain dijo...

Hola Johnny, siempre es bueno ponerse al lado de Paco, ¿verdad?
El relato lo has leído el lunes pero es del jueves. Me temo que hay muchos casos como ese. Gracias por comentar
Saludossssssssssssssssssss

Publicar un comentario