Un lance inesperado

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(Ilustración.- Mavi)

Veintitrés de junio


Un lance inesperado

Mavi y yo paseamos por una animada calle al atardecer, intentando encontrarles sustancia a las cosas más nimias cuando, de repente, nos cruzamos con dos chicas adolescentes. Una de ellas habla de algo que parece importante. La otra escucha con atención. Ambas miran al frente, ajenas a lo que ocurre a su alrededor. No ven a nadie. Avanzan con urgencia, obcecadas en llegar a algún destino misterioso y oscuro. Cualquiera podría pensar que tienen una misión importante que cumplir. Visten camisetas de tirantes y pantalón corto. El cabello recogido en coletas. Son delgadas, pero aparentan fortaleza. Mavi y yo comentamos algo sobre ellas. Nos sobrepasan y, enseguida, oímos voces a nuestra espalda: ¡Están desbocadas! ¡Están desbocadas!

Nos volvemos y vemos a las jóvenes a lo lejos corriendo como posesas, calle abajo. Nos dirigimos corriendo hacia donde se encuentran ellas, como todos los demás paseantes. Nos adelanta entonces, como una exhalación, una Atleta Olímpica, espigada, fibrosa, piernas larguísimas. Corre veloz sin que el viento parezca ofrecer resistencia.  A partir de aquí todo ocurre a cámara lentísima. Alcanza a las chicas y las agarra por las coletas, suavemente. Poco a poco consigue frenarlas de su desesperada carrera hacia algún abismo desconocido. Están aún en éxtasis. La mirada perdida. La Atleta las sienta en un banco cercano a una fuente y les salpica agua en sus caras. Ahora, la escena ocurre ya a velocidad real. Las chicas vuelven en sí y, entonces, se dan cuenta de que están rodeadas por una muchedumbre que antes no existía para ellas. Poco a poco se dispersan los curiosos. Al despertar de la pesadilla, las chicas se abandonan y rompen a llorar para aliviar la tensión acumulada. La Atleta Olímpica les sonríe, les acaricia la cabeza y desaparece calle arriba. Solo quedamos nosotros observando la escena desde la acera de enfrente, sin saber si irnos o quedarnos un rato más, por si descubrimos la sustancia de este lance inesperado.

2 comentarios:

javierfuzzy.blogspot.com dijo...

Bueno, menos mal que la pareja adolescente no veía nada ni a nadie a su alrededor por estar enchufadas a sus teléfonos móviles, situación mucho más usual que la descrita. Este hecho hace posible que la aventura vivida por ellas tenga más visos de realidad y menos de pesadilla.
Saludos,

babelain dijo...

Javier: en este relato se funden, en un sueño, dos escenas que hemos vivido en la realidad (¿). Por un lado, las dos adolescentes que se cruzan con nosotros en un paseo vespertino. Las chicas tenían su misterio y me impresionó la forma en la que hablaban. Por otro lado, en nuestras caminatas matutinas al lado de la playa, antes de que el sol caliente mucho, nos cruzamos de vez en cuando con una atleta que impresiona por su forma de correr (velocidad, flexibilidad, potencia, larga zancada…). El resto es el sueño, convenientemente (o no), transformado en relato.

Saludosssssssssss

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