Veinticinco de febrero
Se abre una grieta
Se abre una grieta en el verde
en la frontera de la madrugada
por donde se cuelan algunos muertos
que aún transpiran y agitan sus maracas
Caminan obstinados, pero sin rumbo
alcanzan la meseta con esfuerzo
El sudor frio le resbala hueso abajo
pero algunos silban ufanos
Otros se encogen de hombros
mirando alrededor, buscando calor
y solo encuentran pájaros que ríen
en árboles frondosos y muy circunspectos
Sopla una racha de viento fuerte
El aire se llena de plumas de pájaros
y del milagroso silencio de algunas amazonas
que cabalgan con pericia a ras de tierra
en rayos domesticados y cometas indómitos
Al cesar el viento, reptiles ociosos
se unen a tapires y zarigüeyas
aplaudiendo embobados la puesta en escena
Mientras un tímido sol naciente
se apunta al espectáculo
dándole un aire de aquelarre
a este instante irrepetible
y a la vez, tan entrañable