Mi amigo Bob
Bob fue mi mejor amigo en la
universidad. Luego nos perdimos de vista mutuamente y ahora, de pronto,
aparecía de nuevo en mi vida. Yo era un crítico de arte más o menos conocido;
Bob llamó al periódico donde escribía mis crónicas semanales y dejó una nota
para mí con su teléfono. Lo llamé y después de los consabidos reproches por no
haber contactado antes, me invitó a ir a su casa a conocer a su “familia”.
Sería una cena en plan informal. ¿Estás
casado, John?, me preguntó. Le dije que si y que además él la conocía de la
universidad. ¿Quién coño es, cabronazo?,
Lucy la pelirroja, le dije y después de un corto silencio, imagino que de
sorpresa, me dijo: Que bien te lo montas
eh? Creía que serías un soltero
empedernido, con lo que te gusta a ti la juerga. Pues ven con Lucy, os
esperamos mañana sobre las seis de la tarde.
Llegué
a casa y me encontré a Lucy subida en una escalera arreglando una lámpara. Le
conté el reencuentro con Bob después de tantos años y la invitación a cenar. A
Lucy no le gustó mucho la idea, recordaba a Bob vagamente, nunca llegó a tener
confianza con él pero si a mi me apetecía la idea, iríamos a la cena.
Bob
vivía en una casa con un pequeño jardín en las afueras de la ciudad. Nos abrió
una mujer de nuestra edad, morena, muy guapa y sonriente: ¿Lucy y John, supongo? Supones bien, ¿llegamos demasiado temprano? No,
no, yo soy Sara, entrad.
Nos
hizo pasar a la cocina y allí estaba Bob preparando la cena con otra mujer
exactamente igual que Sara. Bob nos presentó a la gemela de Sara: esta es Joan, mi “otra” mujer. Lucy y yo
disimulamos nuestra sorpresa como pudimos y yo les presenté a Lucy como mi “única” mujer. Ellos se rieron de
buena gana. Pero a mi me pareció, después de decirlo, un comentario de mal
gusto, un chiste malo e inoportuno.
Después
de un aperitivo regado con abundante vino blanco, nos sentamos a la mesa y nos
contamos nuestras trayectorias después de separarnos al terminar la universidad.
Bob había trabajado en otra ciudad durante un tiempo en una gran empresa de
seguros, pero luego, con los ahorros, había montado un negocio de venta de
coches usados muy cerca de su nueva casa y no le iba mal. Sara y Joan
trabajaban en unos grandes almacenes de ropa. Lucy era escritora y estaba
alcanzando un cierto éxito de ventas con libros enfocados a los adolescentes.
Bob
nos preguntó de sopetón si nos extrañaba que viviera con dos mujeres y además
gemelas. Lucy no quiso hablar, sabía que con unas copas de más podía llegar a
ser muy cínica si la ocasión se presentaba y yo respondí que si, que por qué no
nos explicaba cómo habían llegado a esa situación. Bob apuró su copa y comenzó
a hablar con la parsimonia que da el vino:
“primero
fui novio de Sara, pero las gemelas no podían vivir separadas, así que Joan se
vino a vivir con nosotros. Poco a poco, de forma natural, Joan fue haciéndose
imprescindible en nuestras vidas. Una tarde, creyendo que era Sara, al cruzarme
en el pasillo le dí un pellizco en el culo a Joan. Se limitó a reír, y desde
lejos me dijo que me había confundido de hermana. Otra noche, tenía sueño y quise irme a dormir
antes, así que fui a la cocina y besé a …Joan, confundiéndola con Sara. Me dijo
que no besaba mal pero que me había vuelto a confundir. Volvió a soltar esa
sonrisilla deliciosa. Así, poco a poco, la cosa fue haciéndose habitual, pero
ya de forma consciente. Las hermanas hablaron entre ellas y llegaron a un
pacto. Seríamos un trío con todas las de la “ley”, pero para las “cuestiones” amorosas, iríamos de dos
en dos; las cosas tienen su límite y ese era el nuestro. Nunca me he acostado
con las dos a la vez, ni he besado a una
en presencia de la otra. Y nos va de maravilla, ¿no es verdad?”
Sara
y Joan asintieron entre risas y aspavientos. Lucy y yo nos miramos de reojo y
Bob sirvió champán al final de la cena para celebrar nuestro reencuentro. Nos
despedimos prometiéndonos que nos llamaríamos para salir por ahí de vez en
cuando.
Ya
en el coche, Lucy me preguntó en plan de coña si no tendría yo un hermano
gemelo: “sobre todo para cuando te
levantas con el pie izquierdo, estás
todo el día hecho un capullo y no hay quien te aguante”, me
hice el loco y puse la radio; sonaba “I need a miracle everyday” de Grateful
Dead.
13 comentarios:
La foto es de una gran fotógrafa americana llamada Diane Arbus. Espero que os guste el relato de hoy.
Saludosssssssss
En mi pais hubo una historia parecida pero con final tragico ; el hombre mas afortunado y envidiado paso a mejor vida muy "pronto" jeje .
Arrancastes la velada con un comentario para pasar el momento y la tuvistes que cerrar abruptamente gracias a la ayuda de los Dead jajaja .Por suerte siempre tenemos algun amparo para situaciones incomodas .La piloteaste bien ,che babelain !
Un abrazo y buena semana
Vaya historieta más guapa y bien contada, amigo Bab, de verdad. Dos hermanas y gemelas. Un amigo me dijo que no hay nada más grande que meterse en el lecho con dos hermanas (aunque no es el caso). Creo que Bob controla perfectamente la situación. Abrazosssss.
Pues despues de leer el relato, me estoy planteando seriamente el hecho de convertirme en mormón jejeje...
Aunque pensándolo mejor, creo que en el fondo Lucy no ha sopesado bien la situación, imaginate a dos John habiendose levantado ambos con el pie izquierdo.
Casi que, viendolo así, me quedo como estoy jejeje...
Un abrazote.
¡Genial! ¡Qué buen golpe el de Lucy, jejeje, se apunta a un bombardeo!.
Casual o "causal.mente, acabo de ver algún capítulo de una serie yanki, Big Love, que trata de una familia polígama de Utah, pero sólo para ellos ¡nunca varios esposos para una mujer! La "regla" llamaban a la poligamia, y tiene que ser una complicación de relaciones personales . . . ¡de tres pares de narices!
¡Leshe! Pero si, siendo uno más una, en algunas ocasiones ya es multitud ¡quien soportaría el tema por duplicado (o triplicado, com el de Big Love).
Muy sugerente, tú, Bab; como siempre. Muchas gracias por el buen rato.
Un abrazote.
Gracias Luther. Me gusta eso de "la piloteaste bien che..."
Lo de los Dead era una buena salida, no? jejeje
Saludossssssssss
Johnny, yo preferiría no hacerlo; lo de las dos hermanas digo jejeje
Bob controlaba o al menos eso parece; aunque cuando menos te lo esperas, salta la liebre.
Saludossssssssssssss
Ficus el mormón, no estaría mal. Dos John levantados con el pié izquierdo el mismo día no pueden con una Lucy recién levantada de la cama (con cualquiera de los dos pies)
Saludossssssssss
Napi, alguna vez he visto esa serie; supongo que es la misma, no recuerdo el título. La idea del relato surgió porque conozco de vista a unas gemelas aquí en el pueblo y siempre las veía juntas y contentas por la calle. Hace poco vi a una de ellas sola y con un bebé. Al poco tiempo vi a la otra paseando con un joven. En ninguno de los dos casos las vi tan contentas como cuando iban juntas. De ahí salió el relato.
Saludossssssssss
Fito, no ha salido tu comentario en el blog. Esperaré a ver si sale; si no, lo copiaré del gmail y lo pongo aquí.
Saludosssssssssss
Vale, el comentario era para el post anterior, que tambien va de gemelos.
Saludosssssssssssss
Gran y simpática narración, aunque no me imagino con una gemela de mi mujer. No puedo con una, cuanto más con dos, jeje. Siempre me he preguntado qué coño, nunca mejor dicho, hacen los jeques...
Abrazo gigante.
Gracias Paco. Pues yo no tengo problemas en mi harén jejeje no se por qué te extraña el asunto. Solo tienes que decirle al eunuco: "esta noche le toca a "fulanita", tráemela sobre las diez". Y punto, así de sencillo, ¿no lo ves tú así?
Saludosssssssssss
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