



El olvido
Alguna vez fuimos nosotros
Sin ningún lugar a dudas
Hoy no podría decirte
Donde están esos Oasis
O si son solo Espejismos
El olvido
Alguna vez fuimos nosotros
Sin ningún lugar a dudas
Hoy no podría decirte
Donde están esos Oasis
O si son solo Espejismos
LOS RECUERDOS
Ha pasado mucho tiempo
Las marionetas colgando
No responden a los hilos
Y el escenario está roto.
La imagen es muy borrosa
Ya casi no se distinguen
Los rostros tan orgullosos
Que posan frente a la cámara
Pero hacemos un esfuerzo
Y envolvemos con cariño
Esos mágicos momentos
En papel de celofán
No son recuerdos precisos
Pretenden contar la historia
Como pudo haber pasado
Si hubiéramos sido más libres
Fuimos los que vivimos
El sueño casi imposible
Los que oíamos la música
Que venía de las estrellas
Nada era inalcanzable
Nadábamos en un lago
De aguas tan cristalinas
Que nos parecían reales
Ese tiempo ya ha pasado
Fue verdad y fue inventado
Aunque seguimos creyendo
Que el sueño no ha terminado
20 de abril de 2.010
Comenzamos el 8º C.D. de Babelain con este E.P. de cuatro temas.
La portada es de Mavi una vez más, como podéis comprobar.
Cara A.-
Infierno de Polvo y Grillos (Letra y Música .- Babelain)
Conversación Animada (Instrumental. Música.- Babelain)
Cara B.-
Devuélveme el corazón (Versión de un tema de Los Cheyenes)
Mantra (Instrumental. Música.- Babelain)
El tratamiento adecuado
Últimamente no me encontraba muy “fino” de salud y los médicos no daban con la tecla. Un amigo de un amigo me dio el teléfono de una extraña clínica; llamé y me dieron cita: “29 de febrero de 2008 (año bisiesto) a las diez de la noche”
Me presento puntual a la cita; el conserje me hace pasar a una habitación; entro en la sala y está vacía. Todo es blanco, no hay un solo color. Espero de pié en silencio. Al poco rato entra una enfermera vestida de riguroso blanco. Solo destacan sus ojos negros con una mirada casi animal. Muy seria me da una orden: ¡desnúdese y túmbese boca abajo en la camilla!-. No dudo ni un instante y la obedezco.
Transcurre un tiempo que no sabría calcular y de pronto noto como me arañan la espalda con una precisión milimétrica, bordeando la frontera entre el dolor y el placer. No puedo emitir ningún sonido porque no sabría decidirme por cual. Veo de reojo que la enfermera está trazando dibujos en mi piel, siguiendo unos supuestos “meridianos”, con sus uñas cortadas de forma puntiaguda pero no muy largas.
Superado el primer momento y acostumbrado al dolor punzante, me llegan oleadas de un placer desconocido. Me parece oír algún gemido de la enfermera pero no podría asegurarlo. Cesan por un momento los arañazos. Mi piel está ardiendo. La enfermera se desnuda completamente y se tumba encima de mi cuerpo. Al contacto con su piel, recibo una especie de descarga de escozor, como si me hubieran rociado con alcohol en las heridas; esa primera sensación, da paso a un frescor sublime. Noto como el cuerpo de la enfermera se relaja completamente encima del mío. Nuestras respiraciones se acoplan. Cierro los ojos…………………me encuentro en paz, siento como la sangre circula alegremente por mis venas; el malestar ha desaparecido; el tratamiento ha funcionado.
En un chequeo que me hice a mi mismo realizado en 1979, me salió este diagnóstico:
(A modo de autorretrato)
Por corazón tengo una papaya
En cada oreja una historia por oír
Niebla a la altura del pecho
Un cerebro en cada ojo
Y en el lugar del cerebro
Una vieja linotipia
Suenan cristales de colores
Si giro el caleidoscopio
En los poros de mi piel
Mi brújula se enamoró
De una voluble veleta
Que odia el viento del oeste
No tienes por qué creértelo
Pero en el alma tengo un chumbo
Que perdió todas sus púas
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