Insomnio.

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Insomnio

 Las manos vacías de ojos

o con alguna hoja caída en otoño

en la sombra donde se pierde el mar

y ya entre su espuma divaga

alguna mariposa con insomnio


Había olvidado ya el frágil cristal

pero no la melodía de los muertos

ni al huésped acariciando al gato 

con la mirada perdida en los márgenes

y el deseo de arañar sonrisas
El paisaje se quitó los guantes

hizo una severa reverencia

y se tragó el matasuegras

Mala suerte la de las calaveras

que no tenían sentido del humor


La sombra de la locomotora en la orilla

arrebató la gloria al navío errante

Las olas llegaron a la noria

y los niños que zozobraron en el sueño

pudieron contemplar a las sirenas

 

Babelain. La mueca irónica del destino.

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La mueca irónica del destino. Nuevo instrumental con acompañamiento de fotos (que me perdonen los fotógrafos de verdad).

 

Fue repentino.

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 Ilustraciones: Mavi

Texto: Babelain

 Fue repentino

… Aún me vienen algunas ideas, como a un pollo al que le han cortado la cabeza y sigue corriendo sin control, pues algo parecido a eso; pero en realidad he muerto hace un rato. Fue repentino; nadie lo esperaba. Como decía Cioran: «No haber nacido, de solo pensarlo, ¡qué felicidad, qué libertad, qué espacio!». Yo sí he nacido, y ahora siento lo mismo que él decía de no nacer, solo que al morir. No se está nada mal, se va disgregando todo, hasta el vacío, los sueños, las sombras... Aquí ya no cuentan ni la lluvia ni los amaneceres ni el arte ni la risa ni el suspiro ni la noche ni el tiempo... Las ideas se deshilachan y se confunden entre ellas. La luz... la luz... esas voces... ¿recuerdos...? ¿para qué...? A lo lejos... nada... Qué felicidad... qué libertad... qué espacio...

Y al tercer día... resucité... A lo hecho, pecho... A perro flaco, todo son pulgas... Cada loco con su tema... Si te he visto, no me acuerdo... El poeta nace, no se hace... Para muestra, un botón... Hoy por ti, mañana por mi... Caras vemos, corazones no sabemos... A las diez en la la cama estés, y mejor antes que después... La voz del culo no tiene remedio ni disimulo... Cada día que amanece, el número de tontos crece... No renuncies a tu sueño, sigue durmiendo... ????????? ¿Y esta angustia...? Espasmos ultramodernos esquizoides... Visiones panorámicas nerviosas... Incalculables beodos de todos los rincones del planeta se dejan bigote... y luego se lo afeitan en una fiesta sibilina... sus novias los abandonan en tropel, y después todos se apelmazan y se queman en la hoguera... al poco rato los beodos y sus novias, ahumados, hacen las paces y cambian de pareja... olvidan las afrentas... todos salen ganando incomprensiblemente... deambulan sin ton ni son por tierras pantanosas... ??????? Disculpadme... ¿será todo un simulacro...? estoy un poco confuso... nunca antes había estado muerto... que yo recuerde... y de lo de resucitar, ni te cuento, claro.


Babelain. El esqueleto del eco. Flora y Fauna XV.

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 Nuevo  instrumental: El guionista del eco, que sirve de B.S.O. para una nueva entrega de Flora y Fauna.

Sin identidad.

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Sin identidad
(Babelain)

El rayo que salió de la oscuridad
se deslizaba ahora hacia la luz
con intenciones oscuras
provocativas y misteriosas

Los viajeros sin identidad 
atravesaron la cascada
guiados por la esperanza

Detrás del agua estaba el bosque
donde crecía la flor caníbal

El rayo incendió el bosque
Cuando se disipó el humo 
pasó por allí un tranvía
con un único destino

¿Hay pruebas de que exista el vacío?
Eso se preguntaba dentro del tranvía
uno que había robado una flor caníbal

El revisor del tranvía que fue jardinero
en una reencarnación anterior
confiscó la flor caníbal con un gesto brusco
y a continuación anunció: “Fin del Trayecto”

Nadie se atrevía a mover un dedo
risitas nerviosas y disimulos

“Todo el mundo fuera”  rugió el revisor
y fueron saliendo de uno en uno
absorbidos por la nada
 y olvidados para siempre
sin dejar pruebas de su existencia
como si nunca hubieran nacido

Babelain. Abismo espeso CD

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 CD con las grabaciones de 2022. De nuevo cuento con mi amigo Rick (https://eltugurioderick.blogspot.com/) para la presentación del disco. Os prometo que no lo he sobornado para que escriba algo tan... tan... Comprobadlo vosotros mismos. Ya le he dicho que se ha pasao cuatro pueblos, pero no voy a quejarme por eso, faltaría más.

Babelain - Abismo espeso 

Sí señor, Bab es otro de esos personajes fieles a unas costumbres: cada año nos regala un ramillete de piezas musicales de su cosecha, y aquí tenemos el correspondiente a 2022. Por si entre los lectores hay algún recién llegado a este blog, diré que su titular es un músico por verdadera afición, aparte de que haya tenido otros trabajos, y que domina una gran variedad de instrumentos, tanto los de cuerda como los teclados, los de viento o las percusiones. También escribe, tanto en verso como en prosa, lo cual le permite ser el letrista de sus propias canciones. O sea, que él mismo lo hace todo. Hace falta ser muy versátil para eso. 

En cuanto a su obra musical, la mejor prueba de esa versatilidad es que, a diferencia de otros que se centran en un estilo y no salen de ahí, él ha ido buscando una evolución que se confirma en este nuevo grupo de piezas. Cuando escuché sus primeras canciones, hace ya unos cuantos años, se le notaba la influencia del espíritu americano y trabajaba mucho el rock cercano al country, entre acústico y eléctrico. Pero también hacía piezas de medio tiempo con estructuras y arreglos de tono psicodélico, que se notaban sobre todo en el tratamiento de las guitarras, con varios pedales distintos (precisamente las cuerdas eran, o son, su especialidad). Por otra parte, incluso en las baladas más “sentidas” -por decirlo así- se nota en las letras que Bab tiene mucha coña: es medio “gallego”, aunque él se defina como africano. 

Centrándonos en las músicas: aquí hay muestras de sus tendencias tradicionales, pero sobre todo del camino que ha emprendido desde hace uno o dos años. La apertura con la pieza que da título a esta selección representa muy bien su estilo de siempre, en medio tiempo y con la estructura “normativa” de grupo estándar, esto es: base rítmica de bajo y batería, guitarras y teclado. Destacan sus arreglos de cuerdas y la originalidad de las percusiones (ahí sí que debemos admitir su vena africana: esa riqueza de sonidos y ritmos no es frecuente ni entre los supuestos profesionales al uso). Y el cierre con “Sinfonía al óleo” puede considerarse como una buena mezcla de los estilos propios de la casa pero ya influida por una nueva perspectiva: en el comentario que le hice cuando la publicó dije que me sonaba a cruce entre la música de club de los años 60 con un cierto aroma funky por momentos, e incluso podía recordar en otros a una banda sonora intemporal.  

Y justo el asunto de la banda sonora es el hilo que nos lleva al momento presente. Aparte de su gran inventiva con las percusiones, y aunque tal vez su especialidad sean las cuerdas, de un tiempo a esta parte se está aficionando a investigar las posibilidades de los teclados electrónicos. Ese es un mundo aparte que obliga a cambiar de perspectiva; pero a cada momento que pasa lo veo más a gusto en ese camino, y sus habilidades como músico le ayudan a dominar el “espíritu” de los instrumentos. Y una de las estrategias que le están resultando más útiles para desarrollar ese dominio es precisamente crear “bandas sonoras”, es decir, ambientes musicales que pueden aplicarse para dar protagonismo a sus poesías o a las imágenes fantásticas que crea Mavi: cuando trabajan los dos juntos acaban creando verdaderas performances. Hay unos cuantos ejemplos en esta colección: “El ojo del árbol”, que hace surgir momentos de discoteca electrónica en un tono general de ambientación casi “selvática”, o el vago suspense de “Fauna que no has de beber”, e incluso momentos que podrían recordar a Weather Report, en piezas como “Ella es única”. 

En otras piezas en cambio, y aunque las haya utilizado inicialmente como fondo musical, se nota ya una vida propia. Hay varios ejemplos: “A otra cosa, mariposa” es un buen compendio de estilos, y tengo una cierta debilidad por “Ni sueño ni vigila”, en la que el protagonista supuestamente principal es la guitarra pero el envoltorio de teclados le da una fuerte personalidad, marcada además por esa percusión tan moderna y a la vez tan clásica en los locales “intemporales”. Y también “El instinto del instante” o “Reunión insólita” tienen algo de ese espíritu. Hay momentos en los que se funden varios estilos y el resultado es notable, como pasa en “Qué hacemos ahora con los volúmenes dulces”: por momentos me recuerda el espíritu de CAN o Pink Floyd, y así se lo dije. Que por cierto, los alemanes rebuscaban en las percusiones de origen tribal (a diferencia de la mayoría de las bandas progresivas, más cercanas a los ritmos del jazz rock), y también Bab lo hace con frecuencia. El ambiente del rock progresivo de los años 70 también ha dejado rastros en “La cruda realidad”, otra de mis favoritas, en la que hay una gran variedad de cuerdas, además –otra vez- de una percusión que le sienta divinamente. Gusta de vez en cuando recuperar ese tipo de músicas, aunque últimamente parece que no están muy de moda en esta actualidad circundante de indies y motomamis. 

Lo dicho: que Bab se está reinventado, y eso siempre es bueno. Un músico, como cualquier otro creador, está vivo mientras investiga, experimenta, cambia, evoluciona. Y esta es una magnífica demostración.

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Este vídeo es solo un pequeño resumen del Cd, con las portadas de los singles.                                


En el improbable caso de que alguien quiera bajarse el CD completo con sus portadas:

Aquí tienen el enlace:
https://mega.nz/folder/c1cUQZgR#QUj2Yybr-ybYfOtv6GCbQQ

Lentitud absurda.

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Para disfrutar de las ilustraciones de Mavi, se recomienda verlo en pantalla grande.



Lentitud absurda
(Babelain)

Los brazos desnudos del bosque mojan sus dedos en el río huyendo de la tristeza
lo hacen con disimulo para no molestar a las viscosas multitudes vigilantes

Las heridas del otoño buscan el trueque inútil con la armonía de la primavera 
y la memoria encerrada en gotas de lluvia intenta atrapar algo de luz del amanecer

La felicidad pasa desapercibida deslizándose por el espeso paisaje camino del valle 
escoltada por cigüeñas que perdieron el rumbo y buscan un motivo para seguir existiendo

Nubes en llamas sobre mares donde la multitud camina sobre ellos en silencio
mientras por las puertas de la oscuridad braman las campanas que antes callaban

El grito unánime de las viudas enlutadas animan la noche que se va despeñando poco a poco
y los difuntos exigen su copa de elixir que les mantenga al margen de la existencia para siempre

El cerebro del chófer se heló nada más salir de viaje y todo fue ya distinto
cayendo por el precipicio aprendíamos un nuevo lenguaje de flores y golondrinas

No hay tiempo ya para los manantiales y para las voces tiernas de los niños de ayer
la derrota del equilibrio queda compensada por la ignorancia que todo lo inunda


Entre el grito de las viudas 
las heridas del otoño
los brazos desnudos del bosque
la felicidad que pasa desapercibida
nubes en llamas y campanas bramando
el cerebro helado del chófer
el nuevo lenguaje de flores y golondrinas
los manantiales y el equilibrio derrotado
junto a la ignorancia que todo lo inunda
va pasando la tarde con una lentitud absurda
    
  

13º Aniversario de Toto Vaca. Sinfonía al óleo. Ilustraciones: Mavi. Texto y música: Babelain.

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Para celebrar el 13º Aniversario de Toto Vaca hemos elegido esta coplilla. Las ilustraciones son de Mavi, como ya podéis suponer. Texto y música de Babelain. Esperamos que os guste.

(Mejor en pantalla completa)


Sinfonía al óleo

(Canción)

Me dirijo a una fiesta donde la vida es de broma

El camino está bordeado de cipreses centenarios

A los lados se vislumbran sepulturas blanquecinas

Por debajo de las losas se agitan brazos y piernas

No recuerdo cómo y cuando me invitaron a esta fiesta

No recuerdo cómo y cuando me invitaron a esta fiesta


Abro la puerta y me siento como un idiota

El espejo de la entrada me devuelve demacrado

Un efebo va sorteando bailarines en la pista

Imita a una esquiadora bajando por la pendiente

La escena de ralentiza, las sonrisas se congelan

La escena se ralentiza, las sonrisas se congelan


Alguien me distrae ofreciéndome una copa

y me asalta una pregunta que no puedo responderme

¿Qué pinto yo en esta fiesta, el rey de los insociables?

¿Qué pinto yo en esta fiesta, el rey de los insociables?


La letra para la canción está sacada de un poema más extenso publicado en el blog  en 2017. El poema completo lo tenéis aquí:

https://totovaca.blogspot.com/2017/01/sinfonia-al-oleo-safari_31.html#comment-form


 Por si alguien tiene interés en leerlo entero, cosa que dudo mucho. Está acompañado de fotos clandestinas del mercadillo de los domingos, con comentarios de algunos habituales del blog.




Si por H o por B. Hnos. Albadalejo.

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 (Foto: Eliezer Godoy)


Si por H o por B

Hnos. Albadalejo


En la voz del rapsoda chaouni Paco Cumpián.

Ilustraciones: Mavi Herrero

Vídeos de la grabación del audio: Eliezer Godoy.

Otros vídeos: Babelain.


Babelain. ¿Qué hacemos ahora con los Volúmenes Dulces?

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 Portada: Mavi

Otro instrumental con fotos (o viceversa). El título viene de un poema de hace ya algún tiempo, que terminaba así:

Han conectado La Noche

¿Qué hacemos ahora

con los Volúmenes Dulces?


Babelain. A otra cosa, mariposa. Flora y Fauna XIV

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Babelain. "A otra cosa, mariposa"

Algunas fotos del mercadillo de los domingos, junto a otras tomadas en Cádiz. La Banda Sonora es del estilo de las últimas que han aparecido por aquí; eso es lo que hay.


Babelain. Entre el sueño y la vigilia.

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Le pasé este poemilla a Mavi para que lo ilustrara:

Entre el sueño y la vigilia

(Rompecabezas)

Al otro lado del tictac del reloj de cuco

el de en medio del sueño y la vigilia

donde las estrellas podrían mudar la piel

los pianos despeñarse montaña abajo

las mujeres parir en ataúdes

cerca del ombligo del universo

con un orfeón de muertos sonrientes...

… un barquito de papel desafía a la tormenta


Y aquí está el resultado con banda sonora incluida:


Babelain. Ella es Unica (Zürn)

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Tirando del hilo de Henri Michaux, uno de mis escritores preferidos, encontré a Unica Zürn y a Hans Bellmer. Si os interesa el asunto, aquí tenéis un enlace:

https://es.wikipedia.org/wiki/Unica_Z%C3%BCrn

A raíz de ahí, leí el libro “El hombre Jazmín” de Unica Zürn, busqué dibujos de ella, y fotos de las muñecas-objeto de Hans Bellmer. Los metí en un vídeo y le puse música.


Babelian. Reunión insólita (unusual meeting).

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Babelain. Reunión insólita (unusual meeting).

El Enemigo

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O

 Ilustración: Mavi


El enemigo

Lunes 12

El enemigo acabó con toda mi familia y, luego, con todos mis amigos. Ahora solo quedamos él y yo en la isla. Por ahí andará agazapado. Todas la noches me siento en el porche y toco la misma canción con la guitarra. Noto su presencia entre los arbustos. Creo que le gusta esa canción. ¿Será por eso que a mí me ha respetado? Esta noche guardaré silencio; veremos qué ocurre.

Martes 13

No acudió a la cita. O no noté su presencia. Solo una brisa entre los arbustos, y un búho que se hacía cada vez más pesado quebrando el silencio. Ahora, en la isla, se notaba un cierto equilibrio: el enemigo y yo; solos los dos. Puede que él no se sintiera tan seguro si acababa conmigo ¿Quién le quedaría para anular? No hay más candidatos. Veo que mi experiencia hasta la fecha ya no me sirve para nada.

Miércoles 14

He ido a la playa y me he bañado desnudo. Luego he corrido un rato hasta quedar agotado. Creo que me observaba desde detrás de los árboles. No sé si es hombre o mujer, ahora que lo pienso; lo que me desconcierta aún más. Me he puesto a gritar como un poseso, por si provocaba alguna reacción en él (o ella), pero nada, solo el rumor de las olas y algunas gaviotas que revoloteaban encima de mi cabeza. Esta noche encenderé una fogata delante de la cabaña y tocaré la misma canción de siempre. El tiempo, últimamente, adquiere una nueva dimensión, a veces retrocede como si quisiera recalcar ciertos episodios; otras, se detiene un instante, para luego avanzar vertiginosamente sin ningún control. Y hace mucho que no consumo hongos.

Jueves 15

Ayer noche tampoco apareció. Recorrí toda la isla. Me acompañaban algunos pajarillos yendo de rama en rama, silenciosos, como si notaran algo extraño en el ambiente. Esta noche lo volveré a intentar con la dichosa canción. Mi corazón late muy lentamente. No soy de los que analizan, pero la situación está enquistada y me desorienta por completo. Últimamente sueño con caminos sin salida que recorro a cámara lenta; sé que no hay salida, pero voy hasta el final. O con edificios abandonados en pleno bosque, con pájaros sin alas, con tormentas secas...

Viernes 16

Sin noticias del enemigo. Apenas recuerdo cómo era mi vida anterior. Ya solo prospera la perturbación, la incertidumbre. El vacío que se respira es enorme. Como esto siga así voy a tener que abandonar la isla. Esta soledad es insoportable sin un enemigo al acecho...


Callejón sin salida. Poema ilustrado.

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CALLEJÓN SIN SALIDA
(Ilustraciones: Mavi. Texto: Babelain)

 Las ideas se iban espesando

Empecé a utilizar el negativo fotográfico de la realidad para poder burlarla

¿De qué color era el grito que emergía del subsuelo?
¿Cuál era su fundamento?

Palpitaciones arrítmicas

Creía que las sorpresas debían de ser exquisitas

Sensación paradisíaca incontrolable

Fuego cristalizado

Sueño sin red

Cadáveres de pájaros enterrados en sal

Orgasmo vegetal crujiente

La escalera terminaba en un lecho




Por la claraboya volvió a sonar el grito coloreado que emergía del subsuelo



Soledad absoluta
Impecable
Implacable


Las piedras rodantes invaden el espacio

Los huecos que quedan entre las piedras se inundan con agua cristalina

Poco a poco, las burbujas de aire van emergiendo...



...hasta quedar todo absolutamente sepultado.

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Callejón sin salida

Las ideas se iban espesando.

Empecé a utilizar el negativo fotográfico de la realidad para poder burlarla.

¿De qué color era el grito que emergía del subsuelo?

¿Cuál era su fundamento?

Palpitaciones arrítmicas.

Creía que las sorpresas debían ser exquisitas.

Sensación paradisíaca incontrolable.

Fuego cristalizado.

Sueño sin red.

Cadáveres de pájaros enterrados en sal.

Orgasmo vegetal crujiente.

La escalera terminaba en un lecho.

Por la claraboya volvió a sonar el grito coloreado que emergía del subsuelo.

Soledad absoluta.

Impecable.

Implacable.

Las piedras rodantes invaden el espacio.

Los huecos que quedan entre las piedras se inundan con agua cristalina.

Poco a poco, las burbujas de aire restantes van emergiendo hasta que queda todo absolutamente sepultado.  


Babelain. Single. El Instinto. Flora y Fauna XIII.

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 Autorretrato con pompa y boato (y mucha coña)

Nuevo single de Babelain, "El Instinto", que sirve de banda sonora para una nueva edición de la serie Flora y Fauna.

El Bar del Muelle de Poniente. Hnos. Albadalejo.

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Vestuario de Hnos. Albadelejo: cortesía de Ami Cumpián.

El Bar del Muelle de PonientePieza teatral de los Hnos. Albadalejo
(Ilustración: Mavi)

El Bar del Muelle de Poniente

Situación

No es un bar cualquiera. Se trata de un bar con dos puertas. Una comunica con el Muelle de Poniente; la otra da a la calle. Cuando atraca un barco hay mucho movimiento. Luego se calma la cosa. En una de las muchas mesas, junto a una ventana que da al muelle, Héctor, que es un cliente habitual del bar, trata de escribir algo en un cuaderno, mientras observa el ir y venir de los pasajeros y de los que van a recibirlos o a despedirlos. Poco a poco irán apareciendo más clientes.

Personajes

Víctor (Camarero)

Héctor (Cliente)

Inés (Cliente)

Hombre negro con maletín (Veterinario)

Dos policías de paisano

Siete guardias civiles

Tres hombres con trajes protectores

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Héctor.— (Al camarero.) Víctor, ponme otra, por favor. (El camarero se acerca a la mesa, le pone otra cerveza y observa el cuaderno de Héctor)

Víctor.¿Cómo va el poema del día?

Héctor.— En paradero desconocido. No me he quitado el autofreno aún. Solo tengo el principio. Quizá después de…

Víctor.— Pues léeme el principio

Héctor.— (Lee en voz baja.) Quedarte/Queda Arte. Quedarte con la sencillez de la anécdota / sin la hondura postiza del silencio / Queda Arte en los sombreados resquicios / de un orgasmo caducado...

Héctor mira al camarero para ver qué le ha parecido.

Víctor.— Creo que tiene enjundia; no sé de qué te quejas. Te dejo con tus musas, que me reclaman.

(Héctor se queda pensativo y tamborilea en la mesa con el bolígrafo, luego para y hace el gesto de oler algo desagradable varias veces. Entra Inés por la puerta de la calle con caminar tranquilo y solemne y se sienta en la mesa de al lado de Héctor, también junto a la ventana. Víctor se le acerca)

Inés.— ¿Se puede saber a qué huele, Víctor?

Héctor.— (Dirigiéndose a ellos.) Eso mismo me estaba preguntando yo, de dónde viene ese pestazo.

Inés.— Me parece un olor extraño, pero no me desagrada.

Víctor.— Os lo diré, doscientos camellos.

(Tanto Héctor como Inés ponen cara de perplejidad)

Víctor.— Van rodar otra versión de Lawrence de Arabia, y han traído doscientos camellos de extras, pero han contraído una enfermedad y están muy malitos; no sé si tiene algo que ver con el olor.

Inés.— (Dirigiéndose a Víctor.) Tráeme un gin-tonic; vaya historia.

Héctor .— (A Inés.) Perdona, ¿nos conocemos de algo?

Inés.— Yo a ti no, pero a mí me conoce todo el mundo.

Héctor.— Pues no caigo.

Inés.— Soy Marilyn Monroe. Ya veo que no eres cinéfilo.

Héctor.— Y yo soy Víctor Manuel de Saboya, de nombre completo Víctor Manuel Alberto Carlos Teodoro Humberto Bonifacio Amadeo Damiano Bernardino Genaro María, príncipe de Italia, también conocido como príncipe de Nápoles.

Inés.— Encantada. Luego me das tu tarjeta de presentación para presumir de amistades aristocráticas con Arthur Miller, que dice que soy una pueblerina.

En ese momento suena la sirena de un barco que está atracando en el puerto. Algunos de los clientes del bar se apresuran a pagar y a salir por la puerta que da al muelle, para recibir a los pasajeros.

Héctor.— (A Inés, después de una pequeña pausa.) Bueno, ahora en serio, creo que te he visto en alguna parte.

Inés.— Es posible; hago performances en fiestas privadas, en plazas, donde encarte. Aunque siempre voy disfrazada de algo.

Héctor.— Pues en algún sitio de esos te habré visto seguramente. Aunque no caigo...

Inés.— Ahora te toca a ti. ¿A qué te dedicas? Si es que te dedicas a algo, o solo a tomar copas en los bares.

Héctor.— Soy corrector de empalmes, pero Víctor dice que soy escritor. Él no sabe lo que es una ventana abierta, y además con lo de los camellos no sabría decirte. Puede que sean dromedarios; con esto hay siempre mucha confusión, una joroba, dos jorobas...

Inés.­— Eres un poco rarito, pero no estás del todo mal. Ya me contarás qué es eso de corrector de empalmes. Suena a castrador sexual o algo así.

Héctor.— Gracias por lo de rarito ¿Puedo sentarme en tu mesa?

Inés no contesta. Héctor se levanta y, sonriendo, se sienta en la mesa de Inés. Víctor se acerca con el gin-tonic, pero un hombre de color con un maletín en la mano que ha entrado por la puerta lo aborda.

Hombre negro.— (Con maletín y acento africano.) Perdone camarero, ¿sabría decirme dónde tienen instalados los camellos?

Víctor.— En el muelle uno, según se sale a la izquierda, pero con seguir el olor...

Héctor.— Parece un veterinario, negro y con ese maletín.

El negro del maletín sale por la puerta del muelle; Víctor deja la bebida sobre la mesa y se dirige a Inés y a Héctor.

Víctor.— Veo que habéis «congeniado». ¿Pilláis el juego de palabras? Dos genios juntos, je, je, je. Mira que sois clientes antiguos, y nunca habíais coincidido en el bar. Os dejo solos.

Héctor.— Con todo este ajetreo no he podido escribir ni una línea. Al menos he conocido a Marilyn Monroe, je, je, je, je.

Inés.— Puedo servirte de musa, o de mesa, o de misa, o de masa.... De moso no puedo. Pero soy muy versátil, ¿verdad?

Héctor.— Ya veremos. Estaba escribiendo un poema, antes de que llegaras, que jugaba con Queda Arte y Quedarte. Por cierto, ¿piensas quedarte mucho tiempo?

Inés.— Nunca se sabe. Y ya que estamos, ¿tú consideras una performance como algo artístico?

Héctor.— Supongo que sí; algunas me han sorprendido gratamente. Ahora, también he visto tomaduras de pelo, que tienen su arte también. No soy yo un juez en estos asuntos; ni en ninguno. Me gustaría verte actuar algún día.

Inés. Pero qué crees que es esto, esto es una pura performance.

Héctor.— ¿Sabes que eres una mujer muy hermosa? No me había dado cuenta hasta ahora.

Inés.— Sí, hombre, por eso te has sentado aquí.

Héctor.— Es que Víctor siempre está con la paliza de que no ligo.

Inés.— Te has sentado para ligarme.

Héctor.— Bueno, es una manera de hablar.

Inés.— Ya lo has intentado; ya puedes volver a tu mesa.

Héctor.— Pues comenzamos bien.

Inés.— ¡Ah! Pero ¿hemos comenzado algo?

Héctor.— Estamos los dos aquí peleándonos.

Inés.— ¿Peleando yo? Tú no me conoces.

Héctor.— Eso es lo que me gustaría, conocerte un poco.

Inés lo mira y le sonríe. Se quedan los dos callados. Está atardeciendo y una luz anaranjada lo envuelve todo. Se oyen risas y bullicio, van entrando los viajeros recién llegados, hay alegría y abrazos, unos salen por la puerta de la calle y otros ocupan algunas mesas. Entra el negro con el maletín sudando a la gota gorda, se acerca a la barra.

Hombre negro.— Un whisky por favor (Como hablando para sí.) Esto va a traer consecuencias, seguro que va a traer consecuencias.

Víctor.— ¿Cómo dice?

Hombre negro.— Nada, nada, hablaba conmigo mismo.

Alguien ha puesto en la máquina de discos algo de jazz clásico, alguna balada de Lester Young, por ejemplo. Víctor pasa junto a la mesa de Inés y Héctor.

Víctor.— Veo que hay química por aquí, ¿no?

Héctor.— No me seas cotilla y rellena los vasos, porfa.

Víctor.— ¡A mandá!

Héctor.— Se me acaba de ocurrir una idea un tanto rocambolesca para una performance.

Inés.— Dispara.

Héctor.— Algo así como que tú alunizas (en la Luna, claro) y los lunáticos alucinan contigo. Me explico: Eres una alquimista que lleva a la Luna la medicina universal (Azoth), esa sustancia compuesta de mercurio, azufre y sal. El Elixir de la Vida, vamos. Los lunáticos desconfían. Piden pruebas de la eficacia del elixir, como en el antiguo Oeste. Repartes piruletas entre el público como si fuera la sustancia mágica...

Inés.— Complicadillo el montaje, pero podría intentarse con un poco de imaginación. Habría que construir una pequeña nave espacial para dar el pego y...

Héctor.— Pero ahí no acabaría la cosa. Para terminar, tú te conviertes en serpiente. En pleno éxtasis, empiezas a devorarte por la cola. Ese es el momento en el que sale a escena otro actor que andaba escondido entre el público, y con una espada de fuego le corta la cabeza, junto con la cola engullida, a la serpiente. Fin.

Inés.— Oye, no se te da mal lo de ser guionista.

Héctor.— Con un poco de alquimia, la cosa cambia.

Inés.— Lo mismo te doy yo alguna idea para ese poema que no termina de cuajar.

Héctor.— Lo veo difícil. Esto de corrector de empalmes es una tarea extremadamente solitaria.

Inés.— No estarás llamando corrector de empalmes a ser poeta, ¿no?

Héctor.— ¿Qué otra cosa podría llamarlo? La poesía llega de un lugar que desconozco, y llega por fragmentos, como un puzle que el poeta ha de corregir y empalmar.

Inés.— O sea, que el poeta es como un transistor.

Héctor.— Más o menos.

Entra por la puerta que da a la calle el negro del maletín seguido de dos policías de paisano y siete guardias civiles; atraviesan el bar y salen por la puerta del muelle todos menos dos guardias.

Guardia número 1.— (Levantando la voz.) ¿Quién es el regente de este bar?

Víctor se le acerca.

Víctor.— ¿Qué problema hay, señor guardia?

Guardia número 1.— Agente, señor agente.

Víctor y Guardia número 1 hablan en voz baja. Guardia número 2 ocupa la puerta de salida al muelle. Se crea un silencio incómodo y todos los clientes observan extrañados.

Víctor.— (En voz alta.) Señores, el muelle uno está en cuarentena; nadie puede acercarse.

Murmullos de los clientes.

Guardia número 1.— Solo habrá un corredor para los viajeros y pasa por este bar.

Alguien entre los clientes se levanta y pregunta.

Cliente.— Pero ¿qué es lo que ocurre?

Guardia número 1.— Hay unos camellos enfermos y no sabemos aún si su enfermedad es contagiosa. Debemos tomar las debidas precauciones. Pero no se preocupen; todo está bajo control.

En ese momento empiezan los clientes a pedir sus cuentas y a marcharse con un cierto disimulo. Se quedan solos Víctor, Inés y Héctor. Al terminar de cobrar a los clientes, Víctor, con una copa de coñac, se sienta en la mesa con Inés y Héctor.

Héctor.— Voy al servicio; demasiadas cervecitas. Y tú, Víctor, no me seas cotilla; cuidado con lo que cuentas.

Víctor.— Descuida. Sabes que soy muy discreto jeje.

Héctor.— No te lo crees ni tú.

Y se marcha hacia el servicio, andando como si estuviera en un pase de modelos. Víctor e Inés se ríen a carcajadas.

Víctor. (A Inés.) ¿Qué te ha parecido, Héctor? Lo conozco desde que éramos unos niños.

Inés.— Me ha parecido un pelín inquietante, como si quisiera ocultar su verdadera personalidad.

Víctor.— Ha tenido un desengaño amoroso hace muy poco. Que lo han dejado tirado, vamos. Y esta vez parecía que estaba muy enamorado. Y, además, los poetas son muy egocéntricos. No sé por qué te digo esto; no le va a gustar.

Inés.— Yo no soy poeta, pero también soy egocéntrica. Más que nada, para vencer la esquizofrenia. Concentrar toda la personalidad en una «única» persona, que no es fácil. Mira, cambiemos de tema; por ahí viene Héctor.

Héctor.— ¿Qué? ¿Os habéis puesto al día?

Víctor.— Hablábamos de física cuántica, je, je.

Héctor.— Cuántico cuento tienes tú. Pues, mira, mientras estaba desaguando me han venido unos versos de repente para continuar con el poema; os recito, si no os importa:

Queda Arte en la ceremonia / siniestra del relámpago / Quedarte asilvestrado y sereno / junto al último difunto / Queda Arte aún en la sabia arquitectura / de tu esqueleto intacto / Quedarte para qué, vete y olvídame

Inés mira fijamente a Héctor y, tras una pausa, le dice:

Inés.— Ese último verso no estará dedicado a mí, ¿no?

Héctor.— Por favor..., no seas mal pensada. Ese verso está dedicado a una «amiga» que ya se fue y se olvidó de mí. Una especie de venganza. Aunque sucedió al revés.

Inés.— (Haciéndose la inocente, como si no supiera lo del desengaño amoroso de Héctor.) Vaya, aunque una mancha de mora, con otra verde se quita.

Entran por la puerta de la calle tres hombres con maletines vestidos con equipos de protección individual (EPI) y salen por la puerta del muelle. Víctor, Héctor e Inés los miran perplejos.

Héctor.— La cosa se pone peor.

Víctor.— (Asustado.) ¿Creéis que esto nos va a afectar?

Inés.— Creo que ya nos está afectando.

Héctor.— (A Inés.) Habrá que irse. Te acompaño un rato si quieres ¿Hacia dónde vas?

Inés.— Improvisaremos algo. Despistemos al destino. ¿Te parece?

Héctor.— Me parece perfecto.

Se despiden de Víctor y salen. Víctor pone en la máquina de discos una canción de Cheikha Remitti (la abuela del raï) con Robert Fripp: Mendirch el Haseb, y va recogiendo las mesas. Las luces del bar van menguando progresivamente hasta quedar todo oscuro. Mientras, el telón va cayendo poco a poco hasta el suelo del escenario.


Hermanos Albadalejo

Chauen/Nerja

Veintidós de mayo de 2022


Música para cerrar el bar y bajar lentamente el telón