Nueve de marzo
Tribus
A veces encuentro el significado
de las palabras en su sombra. La palabra, tan importante ella, me
confunde. Su sombra es más humilde, más directa. Esto no es válido
para las palabras que se mecen en los cánticos de las tribus del
sur. Cantos alrededor del fuego. Esas palabras y sus sombras
acarician los cuerpos y los hacen vibrar al son de una música
impregnada de eternidad, por delante y por detrás de todo lo
conocido.
En el norte es distinto. Las
tribus de esas latitudes son más altaneras. No se dejan mecer por
nada ni por nadie. Solo por lo que brilla más allá de las montañas;
entre el hielo eterno. Tienen cierta nostalgia de las majestuosas
aves negras que emigraron al pico más alto. Donde nadie más puede
sobrevivir. Sus palabras no tienen apenas jugo. Se han resecado, y
por eso las visten con escuetos adornos. Y sus sombras se han
contagiado con el tiempo. No tienen ya esperanza de hacer vibrar a
nadie.
Las tribus del centro están
divididas. Unas se inclinan ligeramente por las sombras del fuego.
Otras, por la nostalgia del hielo eterno. Aunque la mayoría ha
adoptado una pose intermedia que trata de sobrevivir entre los dos
extremos. Es difícil no caer en tentaciones. Hay mucha propaganda de
las tribus del norte que canta lo excelso de su programa. Las del sur
son más discretas, pero se dejan querer en la distancia. Las tribus
del centro siguen buscando un lenguaje que explique bien lo que
quieren expresar. Lo que pasa es que, a veces, no encuentran el
fondo, el significado. Aún andan enredados en la forma. Y su sombra
no se aclara. Es complicado en ese escenario.
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