Segundas impresiones. No todo es lo que parece.

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SEGUNDAS IMPRESIONES
(Disculpen las precipitaciones. No todo es lo que parece)
  • Parece ser que aquello no fue un desengaño amoroso en toda regla. La chica alta de la blusa verde solo había tenido una mala tarde. Su chico, que no aguanta una voz más alta que otra, se rebotó cuando ella le levantó la voz por alguna tontería mientras bebían una cerveza en una terraza al mediodía. Él se levantó y se fue a la playa a caminar por la arena, sintiéndose triste y ofendido por la afrenta. Cuando yo la vi ayer, ella paseaba con su perro pensando que todo había acabado, pero aún creía que la razón era suya. Al final de la tarde se reconciliaron con un largo y cálido beso. Hoy vi como desaparecían calle abajo montados en una bici para dos, felices y empapados por la lluvia que caía mansamente. El que estaba triste ahora era el perro, que se había quedado solo en casa mirando por la ventana cómo caía la lluvia. Pues eso, que ni cicatriz, ni huella, ni nada, una simple escaramuza.

  • Aquel hombre no estaba hueco. Aún le quedaba algo de “relleno”. Se había quedado inmóvil en el semáforo, sin saber hacia donde dirigirse, porque los primeros síntomas del alzheimer empezaban a manifestarse tímidamente. Fue un pequeño lapsus. Parece ser que había tenido una vida más o menos equilibrada entre “fracasos” y “triunfos”; aunque la balanza se inclinaba algo más del lado de los fracasos, pero ¿a quien no le ocurre lo mismo o peor? De pronto su cerebro se iluminó y recordó que se dirigía a la oficina de correos a enviar una carta de pésame para un familiar lejano, en el espacio y en el árbol genealógico, entonces reanudó su marcha al mismo tiempo que en su rostro se dibujaba una disimulada sonrisa. Menos mal que en ese momento no pasaba ningún coche porque el semáforo estaba en rojo.

  • Llegué a casa y el perro se quedó fuera, en el jardín. Abrí la ventana y allí estaba él, haciendo pis al pié del pruno y mirándome con cara de incredulidad. Enseguida se oyó un silbido a lo lejos. El perro se giró y salió escopetado moviendo el rabo hacia donde sonaba el silbido. Salí fuera y, a lo lejos, el perro daba saltos de alegría alrededor de un hombre que se tambaleaba con claros síntomas de embriaguez. Se fueron los dos juntos, uno dando tumbos y el otro dando saltos tan felices y contentos. Por lo visto, el amo del perro no se había ahogado en la riada tras la tormenta, pero casi se ahoga con el alcohol ingerido en los últimos dos días seguidos de juerga. Entré en casa, me serví un whisky y puse la tele. Estaban re-poniendo la serie Kung Fu. El maestro Po le estaba dando un “repaso” al Pequeño Saltamontes. ¡Qué tiempos aquellos!

  • Nada de lo de “de tal palo tal astilla” ni de no saber cual era el término medio. El asunto era el siguiente. La madre había dejado al niño en el suelo para que jugara con un cochecito diminuto. En un descuido, un pequeño saltamontes (no era David Carradine, no, este era de verdad) se había introducido entre la ropa del niño y al principio le hacía cosquillas. Por eso no podía parar de reír, hasta que la madre lo cogió y lo abrazó. El saltamontes se sintió aprisionado por aquel abrazo y al principio se quedó inmóvil. El niño se calmó, pero el saltamontes, irritado por aquél achuchón materno, se enfureció y empezó a frotar sus patas contra la sensible piel del niñito. Entonces vinieron los llantos. Luego, el saltamontes aprovechó un hueco en la manga de la camisa del niño para huir a campo abierto. El niño suspiró aliviado y la madre se fumó otro Philip Morris para celebrarlo. No todo es lo que (a mí me) parece.

  • Aquí la primerísima impresión era la correcta. Esos dos si que eran cuñados, más o menos. Luego, llevado por mi calenturienta imaginación, pensé que los dos amigos estaban enamorados de la misma mujer. Cuando los enamorados salieron del bar, el amigo que se quedó solo se dirigió a la barra para pagar las consumiciones. Allí le contó al camarero que por fin le había buscado un novio a su hermana, aunque para eso tuvo que mentir como un cosaco y “venderle” su hermana a su amigo como un dechado de virtudes sin parangón en cien kilómetros a la redonda. Indudablemente era una chica guapa, de eso no había duda, pero le dijo al amigo que era una joven muy equilibrada, alegre, con iniciativa, de buen carácter…cuando la realidad era bien otra: hacía unos años que le habían diagnosticado trastorno bipolar tipo II que le hacía pasar de la euforia a la languidez y la tristeza en menos que canta un gallo. De cualquier forma, la chica tenía todo el derecho a enamorarse. Esperemos que el amor le sirva de terapia de choque. Nunca se sabe.  

11 comentarios:

Milena dijo...

Pues sí, a veces no nos damos cuenta de que nuestra mente construye la vida de los demás a partir de los patrones propios de pensamiento... y nada que ver...

Interesante tu "juego" Bab... demuestra que juzgando nos solemos estrellar...
Y como dicen los franceses conviene que "chacun s'occupe de des oignons" (que cada uno se ocupe de sus cebollas, es decir de sus asuntos)... aunque elucubrar, imaginar, así como lo haces, es bien divertido ;D

ssssssssssssssssssssaludoteS

jose kortozirkuito dijo...

Hola:
Pues que quieres que te diga, parece que has querido arreglar unas primeras impresiones, pero al final, las segundas, me parecen bastante amargas, creo que no logran borrar las primeras. Supongo que las primeras son las que calan y cuesta Dios y ayuda deshacerse de ellas.
Jose
oyeeee ¿tu como te lo haces para imaginar y desimaginaaaaar?que tio,bueno,lo mejor de este escrito,es la cosa de enredar la madeja y luego desenredarla otra vez¡con un par¡
esperando otra de las tuyas MARISEBI se vá a dormir¡chin pon¡buenas noches guapos

Ficus dijo...

Pues yo en eso, coincido plenamente con el novio de long tall sally. Si hay algo que me irrita sobremanera, es el tono de voz alto, y en este país somos especialistas en ello.
Que no estaba muerto no, que estaba tomando cañas jejeje...
¡Qué tiempos aquellos!, recuerdo otra serie en esa linea que se llamaba La frontera azul - liang shan po.
Lo del cuñado me ha recordado a Gila hablando de su mujer, co aquello de: "Anda que me la vendió bien mi suegra, por que la niña sabe, la niña vale..." jejeje...
Mejores incluso que las first impressions, dear bab.
Pa que luego digan que "la primera impresión es la que cuenta", o aquello de "nunca segundas partes fueron buenas". Como dijo Groucho Marx "El otro día estuve en un partido de fútbol y fue mejor la segunda parte que la primera".

Un abrazote.

Rick dijo...

Ah, bien. Entonces era verdad que la chica iba mosqueada. Menos mal que no me falla todavía la intuición a pesar de la edad.

La "oquedad" del otro, bueno, es agridulce. La palabra "alzheimer" impresiona, pero parece que de momento se va librando. Y la historia del perro acaba bien, o al menos de un modo tolerable. Cuando hay animales por medio en alguna historia, real o ficticia, algunos sufrimos más que ellos.

Lo del saltamontes y el niño es un poco rebuscado, pero original. Al final queda bien el asunto del cigarrillo. Y el asunto de la novia bipolar, curioso también. Ahora, como la chica empiece a dar problemas, me temo que el "novio" se va a mosquear con su amigo.

En conjunto son unas historias curiosas, sí señor. No se le ocurren a cualquiera.

babelain dijo...

Milena, eso de "...los patrones propios de pensamiento...y nada que ver", nunca mejor dicho jejeje.
Lo de cada uno se ocupe de sus cebollas suena mejor en francés. Pero tampoco está mal en español.
Y tienes toda la razón eso de elocubrar me divierte. Y eso ya es mucho en los tiempos que corren

Gracias.

Saludosssssssssssssss

babelain dijo...

Bueno, me divierte más elucubrar que elocubrar, pero bueno. Las erratas también tienen derecho, no?

babelain dijo...

Si Jose, es cierto eso de que es difícil borrar las primeras impresiones. De todas formas, las dos son ficticias, así que da igual que las borren o no jejeje

Sebi, no desimagino, no se hacerlo, solo imagino y vuelvo a imaginar jejeje. O como tú dices, enredar y luego desenredar, para enredarlo de nuevo aún más.
Espero que hayas descansado bien, MariSebi.

Gracias.

Saludossssssssssssssssssssss

babelain dijo...

Ficus, a mi también me pone de los nervios el tono de voz alto. Aquí en el pueblo hay una barriada que se le ha quedado el nombre de Lian Shan Po. Así que como verás, también caló la serie. Y Groucho, como siempre, vale pa tó.

Gracias.

Saludossssssssssssss

babelain dijo...

Rick, no te falla la intuición, la tienes bien afilada, no tienes por qué preocuparte. Y ya te digo, no se te escapa una.

Pues para que veas, el asunto del niño viene de una historia bien real. Hace ya mucho tiempo, Mavi recogió la ropa del tendedero (vivimos en el campo) y entre la ropa había un pijama de nuestro hijo pequeño; tendría un añito o así. Le puso el pijama y el niño se empezó a poner nervioso. Al final, Mavi le quitó el pijama y encontró un saltamontes dentro. Para que veas como la realidad, a veces, supera a la ficción.

Gracias por los comentarios. Siempre se aprende algo cuando leo los vuestro.

Saludosssssssssssssss

Juanjo Mestre dijo...

Qué poderío para imaginar lo que puede ser y no es. Yo generalmente tengo cierto poder de intuición aunque algunas veces falla para bien o para mal. Abrazossss.

babelain dijo...

Johnny, imaginar es gratis. Una de las pocas cosas que quedan. Hay que aprovecharlo.

Gracias por la visita.

Saludossssssssssssss

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