Impresiones a primera vista (pero infalibles... o casi)

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IMPRESIONES A PRIMERA VISTA
(pero infalibles, o casi)

  • Alta, con una blusa verde, pantalones ajustados negros, el pelo largo ensortijado, andando y mirando al frente con la mirada perdida en algún punto del horizonte y en compañía de un gran perro blanco que parecía llevar un antifaz negro, aquella joven había sufrido un desengaño amoroso absolutamente inesperado. Nunca, ni por asomo, pensó que le pudiera pasar a ella. Se recuperará, pero quedará esa cicatriz traicionera, esa huella que nunca se borra del todo.

  • Aquel hombre parado junto al semáforo estaba hueco. No había la menor duda. Durante un tiempo había vivido por encima de sus ilusiones más utópicas. Más tarde se acercó un poco a la realidad. Luego cayó en un profundo mutismo al comprobar, cuando aún era joven, que todo era inútil, que él jamás sería lo que soñaba con ser de “mayor”. Y allí, esperando en el semáforo, aún oía pero no escuchaba. Aún miraba pero no veía. Parecía que sentía pero ya no sufría. Estaba hueco. La luz verde del semáforo se encendió, pero aquel hombre hueco permaneció inmóvil, como una estatua olvidada en un parque abandonado de las afueras, mientras las luces iban del verde al rojo, del verde al rojo, del verde al rojo… y la gente iba y venía, iba y venía, iba y venia…

  • El perro flacucho me miró como si yo ya fuera su próximo amo. Total, solo por haberlo acariciado cuando se me acercó moviendo el rabo como un molinillo. Seguro que su amo, tras la última tormenta de anoche y el brutal desbordamiento del río, había muerto ahogado, arrastrado por las aguas, y él abandonó el cortijo donde ambos vivían, quedándose solo en el mundo. Ahora me seguía por el carril donde acostumbro a pasear al atardecer, creyendo por un momento, iluso, que ya éramos dos (y no uno) los que regresábamos a “nuestra” casa.

  • El niño se reía con una intensidad fuera de lo común. Se estaba poniendo rojo como un besugo recién sacado del horno. La madre lo abrazo y lo calmó poco a poco. Aún no sabía hablar y no podía explicar de qué se reía. Al cabo de un rato, lo que tardó la madre en fumarse un Philip Morris sentada en el banco del parque, el niño empezó a llorar con tal fuerza que volvió a ponerse del color del besugo al horno, pero esta vez acompañado de grandes lagrimones. La madre volvió a abrazarlo y a besarlo y se le corrió el rimel de los ojos con tanta lágrima. Al final pudo calmarlo y entre hipo e hipo, niño y madre se miraron y parece ser que comprendieron que ni él ni ella sabían lo que era el “término medio”. De tal palo tal astilla, se dijo la madre para sus adentros y el niño suspiró profunda y entrecortadamente.

  • Los dos amigos bebían cerveza en el bar. Los tenía enfrente, a unos cinco metros de mi mesa. Ellos estaban junto a la ventana y yo los veía a contra luz. El de mi izquierda gesticulaba como un árabe regateando el precio en un bazar. El otro asentía de vez en cuando y sonreía sin ganas. Seguro que son cuñados, pensé. Eso deduje al rato de observarlos, aunque apenas podía oír lo que decían debido al volumen de la música. Al final, como había imaginado, apareció la chica. Se sentó junto al que gesticulaba y le dio un beso en los labios. Ella pidió una coca light, lo supe cuando se la sirvieron, porque ya digo que no podía oír apenas nada de lo que hablaban. La chica se bebió su consumición en un pis pas y los enamorados se levantaron y salieron del bar. Allí quedó solo y pensativo el otro amigo, que pidió un coñá con hielo y se puso a mirar lánguidamente por la ventana. Ahí me dí cuenta del error. No eran cuñados. Eran los típicos dos amigos enamorados de la misma mujer. Y por supuesto, la mujer había elegido al hombre equivocado. Aunque siempre hay tiempo para rectificar. ¿O no?

P.D.- En el próximo post veremos que las apariencias engañan. 

14 comentarios:

Rick dijo...

Hombre, sobre la única impresión que podemos opinar es sobre la primera, ya que vemos la foto. Y no sé qué te diga: no está mirando al frente, sino a un lado; y las miradas perdidas, eso es cierto, por lo general son al frente. Así que a lo mejor puede ir cabreada, pero cuidado con ella. Y la foto, muy bien hecha, realza su prestancia. El perro, a su bola.

Las demás están bien planteadas; sobre todo la del hombre hueco y la del perro podrían ser exactamente como tú dices. De las otras dos necesitaríamos más datos. Pero como ya avisas de que las apariencias engañan, seguro que sales con alguna realidad inesperada. Como debe ser.

Milena dijo...

Me han gustado tus retratos Bab, tienen mucha miga.
Impactantes todos, aunque las apariencias engañan, eso seguro.

Saludotes

Juanjo Mestre dijo...

A primera vista y a la que no es tanto es un lujo leerte con esas descripciones de tus personajes. Abrazossss.

Antoni dijo...

Como siempre, he pasado una ratito muy agradable leyendo estos relatos cortos, alguno bastante dramático como el señor del semáforo o el perro sin amo. Me ha hecho mucha gracia el de la madre y el hijo, por que me he sentido identificado, no por mi, si no por mi mujer y mi hijo (son clavaditos). Tiene razón Rick, se echa de menos alguna foto más que acompañe a los relatos e inspire un poco. Pero bueno, esta muy bien.

Genial, babelain.

Un saludote.

babelain dijo...

Muy observador, Rick, no se te escapa una jejeje. Cuando vi a mi posible “víctima”, estaba mirando al frente con la mirada perdida en el horizonte, pero cuando le quise dar “caza” miró hacia un lado. La historia parte del instante anterior a la “captura” fotográfica. Tengo ese defecto, que me pongo a elucubrar a las primeras de cambio. Aunque tengo que decir que me divierte bastante. La cosa es no tomárselo muy en serio.
Las demás historias no parten de ninguna foto. Son aún más ficticias si cabe. Y las segundas impresiones…en breve.
Gracias.

Saludossssssssssssssssssss

babelain dijo...

Gracias, Milena. Como ves, no tengo remedio. Y si que es verdad que las impresiones engañan. Incluso me engaño a mi mismo cuando las escribo, para que parezca más “real” el engaño. No se si me he explicado o la he liado más jejeje.

Y Felicidades de nuevo, aunque por otro motivo.

Saludossssssssssssss

babelain dijo...

Gracias Johnny, pero no todo el monte es "orgasmo" que decía aquél jejeje.
Mantente atento a la pantalla, que luego vendrá otra versión del asunto.

Saludossssssssss

babelain dijo...

Gracias Ántoni, con la historia del niño y la madre habrá alguna sorpresa, no todo es lo que parece. Todo parecido con la realidad...es culpa de la realidad, dicen por ahí las malas lenguas.

jose kortozirkuito dijo...

hay que ver lo que dá de sí,sentarse y obsevar,sobre todo con una imaginación tan rica como la que tú demuestras,estoy encantada de tener otra vez tus escritos en la pantalla ,veamos que sorpresa nos depara el futuro,la foto es buenisima,habla por si sola.a mi tambien me gusta observar a la gente que no conozco,sobre todo cuando voy a la ciudád y me meto en el metro,siempre imagino y les pongo un momento en sus vidas ,dependiendo de lo que me transmitan sus caras,sus gestos...nos vemos
Sebi

Pues te ha quedado cuanto menos lánguido, todos rezuman un poco de tristeza, lo bueno de tus escritos es que te meten en un mundo a veces confuso, que no sabes explicar muy bien pero que te cautiva,
Pillín, ya amenazas con la continuación, ya se sabe y se ha demostrado aquí que los culebrones enganchan.
Saludotes
Jose

Ficus dijo...

Long tall Sally, traffic lights man, skinny dog. crying laughing child and two old friends.
Bellas Impresiones a primera vista, dear bab.
Me han gustado estos cinco relatos, en clave melancólica, sobre la observación del anonimato.

Un abrazote.

babelain dijo...

Sebi, pues ya somos dos. Se nos va la olla imaginando jejeje. Yo también estoy encantado con tus comentarios. Animan mucho. Y Mavi me dice que te de gracias especiales por tus comentarios sobre las ilustraciones del cuento de “la” Espe” y “el” Tele.

Jose, me gustan los mundos confusos, sin perfilar demasiado. Así cada cual se imagina lo que quiere. No os lo voy a dar todo hecho jejejeje
Y seguro que te enganchan estos culebrones por lo bien que te los lee Sebi. Apostaría a que es por eso jejeje

Gracias a los dos.


Saludossssssssssssssssssssssssssss

babelain dijo...

Gracias Ficus. La primera impresión… es solo eso, una primera impresión. Y la segunda… ya veremos. Cada cosa a su tiempo. Nada es lo que parece, casi nunca. O nada parece lo que es. Vete tú a saber.

Saludossssssssssssssssssssssssssss

Unknown dijo...

Un ramilletes de cortitas historias ejemplo de las gentes que nos cruzamos analizandolas equivocadamentes o !!!bingo¡¡¡ acertadamente.
El conductor de un todopoderoso 4x4 esperando en un semaforo luz verde: serio, triste, amargado... que por las noches no puede dormir porque ese mismo buga no lo puede pagar y se lo van a embargar y al que se le acerca el africano a ofrecerle pañuelos, muy optimista y con una sonrisa de oreja a oreja que solo tiene una bicicleta y duerme en un albergue, eso si, pero del tiron.
Es que como bien das a entender, Bab, ni nada es lo que es, ni nada es lo que parece.
Saludos.

babelain dijo...

Fito, ya veo que tu también elucubras jajaja. Me alegra verte por aquí, ya que no puedo hacerlo yo en tu blog.

Saludosssssssssssssssss

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