BabElAin Single.- Sentado en el porche. Qué inocencia

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        Para desearos un Feliz Año 2014, os presento un nuevo single de BabElAin. Espero que lo oigáis al menos una vez (si no es mucha tortura jejeje).
     Los dos temas del single son de cosecha propia.


       Pues eso: Feliz Año a todo el mundo.


1.- Sentado en el porche




Sentado en el porche
(Letra y música.- Babelain)

Estoy sentado en el porche/esperando a la eternidad
un indio me pregunta/por el camino de la verdad

Iba harto de hongos/casi no podía andar
le dije que descansara/que la verdad podía esperar

Yo ya no me fio/ de lo que dice el manual
de instrucciones para vivir/viene explicado fatal

Le invité a un tequila/y no se quiso sentar
se lo bebió de un trago/ y se puso a caminar

Le dije a voz en grito/que si encuentra a la verdad
que venga y me la presente/y así podremos charlar

Yo ya no me fio/ de lo que dice el manual
de instrucciones para vivir/viene explicado fatal

Al cabo de un tiempo/el indio volvió a pasar
mientras yo seguía esperando/a que llegara la eternidad

Le pregunté si había encontrado/lo que había ido a buscar
y me dijo que solo mentiras/ y ni rastro de la verdad

Yo ya no me fio/ de lo que dice el manual
de instrucciones para vivir/viene explicado fatal

Nos tomamos unos tequilas/y nos pusimos a charlar
salieron las estrellas/ y se pusieron a brillar

Pasamos un buen rato/y pudimos olvidar
tanta búsqueda y espera/de verdad y de eternidad.

Yo ya no me fio/ de lo que dice el manual
de instrucciones para vivir/viene explicado fatal

2.- Qué inocencia


Qué Inocencia
(Letra y música.- Babelain)

A veces construimos
castillos en la arena
que siempre se derrumban
y nos llenan de pena
qué inocencia
y qué tristeza

A veces nos dormimos
en nuestros laureles
perdiendo tanto tiempo
con lo poco que queda
qué inocencia
y qué torpeza

El tiempo pasa
a gran velocidad
no nos da tiempo
ni a pensar

El presente ya es pasado
y en la diana
solo nos queda
el mañana

Buscar la perfección
es como suicidarse
colgándose de un árbol
sin querer despeirnarse
qué incongruencia
y qué inocencia

Solo queda el mañana
y aún no hemos llegado
pero yo por si acaso
no pierdo la esperanza
de ver si amanece
por lontananza

El tiempo pasa
a gran velocidad
no nos da tiempo
ni a pensar

El presente ya es pasado
y en la diana
solo nos queda
el mañana



Portada para su distribución en el mercado Persa:



Link Single con portadas:


Amor sombrío

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Amor sombrío

Una mañana, muy tempranito, buscaba la maquinilla de afeitar en un armario del cuarto de baño cuando descubro a mi sombra acicalándose y poniendo caras interesantes frente al espejo.

-¿Qué haces? ¿Te has vuelto coqueta de repente?

-Ummm… ¿yo, por qué?

-¿Por qué te he pillado arreglándote frente al espejo como si tuvieras una cita?

-Nooooooo, que va.
-Mira que te conozco desde hace mucho y tú no eres nada presumida. Algo te pasa.

-Bueeeeeeno, te lo voy a contar: Empiezo por el final. Me he enamorado de la sombra de tu mujer; como lo oyes. Ella y yo nos conocemos desde que vosotros os conocéis, pero nunca había reparado en ella más de lo normal. Vosotros no sois muy cariñosos en público a la luz del día, así que la sombra de tu mujer y yo, nunca hemos estado en situaciones comprometidas como para intimar. Vuestros juegos amorosos los dejáis para la oscuridad de la noche, que es cuando nosotros, las sombras, nos disipamos, desaparecemos hasta el día siguiente. Pero, no hace mucho, se os ocurrió ir a una playita escondida entre unos acantilados en la costa granadina. No había nadie, y allí, a pleno sol, frente al mar y contra todo pronóstico, os pusisteis a hacer el amor en plan desenfrenado. Claro, a mi me pilló de sorpresa y me ví de pronto entrelazado en una postura un poco complicada con la sombra de tu mujer. Aquello me pareció sublime. No lo había probado nunca. Lástima que, de pronto, en medio del fragor de la batalla, oímos “los cuatro” algo así como si unos niños bajaran corriendo por los acantilados, aunque luego resultó ser un rebaño de cabras montesas realizando sus imposibles cabriolas sobre las rocas. Aquello nos cortó el rollo (a los cuatro) pero yo ya había caído perdidamente enamorado de su sombra

-Mira que calladito te lo tenías ¿eh? Si no te pillo mirándote al espejo, ni me lo cuantas. Bueno, yo te podría dar algunos consejos, pero prefiero que seas tú la que vayas descubriendo todas esas sensaciones nuevas. Lo que si te digo es que mi mujer no está muy contenta con su sombra, siempre me dice “pero no ves lo cabezona que es” o “mira que perfil más grotesco” y cosas por el estilo. Tú sabrás donde te metes. Ahora, eso si, cuando hagas el amor con ella, toma todas las precauciones, no quiero que la casa se nos llene de sombritas por todos los rincones. Por ahí no paso. ¡Lo que nos faltaba!

Bab-El-Ain Single. Ni Luna ni Sol-Vuelvo al Sueño- ¿Qué es esto, un huevo?

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Presentamos el nuevo single de Bab-El-Ain con tres temas. Dos canciones y un instrumental. En esta ocasión no hay versiones.


1.- Ni Luna ni Sol



NI LUNA NI SOL
(Letra y música.- Babelain)

Me he puesto el traje
de las tormentas
retumban los truenos
mil rayos van a caer
antes del amanecer

Sopla el viento
de otras estrellas
parece que la luna
empieza a desfallecer
Aúlla el lobo otra vez.

Los astrónomos y los poetas
están buscando una razón
de esta catástrofe
que nunca habían visto
y no tiene comparación
La Luna se estrelló.

Me he puesto el traje
de las hecatombes
esto se pone feo
el sol empieza a caer
No sé que vamos a hacer.

La luz se extingue
y en la oscuridad
la tierra se convierte
en un cementerio estelar
Ya cae la estrella polar.

Los astrónomos y los poetas
están buscando una razón
de esta catástrofe
que nunca habían visto
y no tiene comparación
Ya no hay Luna ni Sol


2.- Vuelvo al Sueño


VUELVO AL SUEÑO
(Letra y música.- Babelain)

De madrugada
abandono los sueños
y entro en ese mundo tan real
veremos este día
hasta donde nos llevará

Hipnotizado
por el canto del Búho
paseo por el bosque de cristal
camino con cuidado
si no todo se romperá

La gente del bosque
va flotando por el aire
y canta melodías
que antes nadie
había escuchado
en esta vida
nunca jamás
nunca jamás
nunca jamás

Junto al río
por donde fluye la sangre
paro un rato para descansar
y alguien me cuenta un cuento
sobre la vida real

En el cuento
nadie parece contento
viven una vida tan real
que lo que todos quieren
es huir de la realidad

Aun sigo hipnotizado
por el canto del Búho
llego a casa muy cansado
y ya en la cama
me olvido
de ese cuento
y vuelvo al sueño
vuelvo al sueño
vuelvo al sueño


3.- ¿Qué es esto, un huevo? (Instrumental. Música.- Babelain)



El título es parte de un verso de un poema de Samuel Becket bastante extraño, de título Whoroscope, algo así como Horoscoño:

“¿Qué es esto?
¿Un huevo?
Por los hermanos Boot. apesta a fresco
Dáselo a Guillót.”

Pero me trae muchos buenos recuerdos de otros tiempos y se ha quedado como una frase “legendaria”.

Single con portadas:

https://mega.co.nz/#!xp9BULSb!SYvUmFoz4vZgIdOZepOZWFbdpBRYajVWFKJeNmPq6l0

También aquí:
http://www61.zippyshare.com/v/23956091/file.html

Esta segunda portada es para el lanzamiento del single en el mercado Austrohúngaro. Creemos que es más adecuada para esa zona.

(Para las portadas he utilizado dos fotos distintas del gran Man Ray, retocándolas un poco para llevarlas a mi terreno. Perdonen el sacrilegio. No he podido evitarlo.)


Marcel y Tristán

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Marcel y Tristán son dos viejos amigos que se encuentran en plena calle después de algunos años sin verse y deciden charlar un rato sentados en un parque a media tarde. Aquí solo se refleja, y de manera muy burda, el final de esa conversación


Marcel.- Pero… ¿quién es el guionista?????

Tristán.- No se yo si hay guionista

Marcel.- Ya, puede que haya guionista o puede que no, pero…hay un guión, de eso estoy seguro. Y el guión me tiene maniatado.

Tristán.- Pues sáltate el guión si no te gusta.

Marcel.- Pero… si me lo salto…seguro que ese salto estaba previsto en el puto guión.

Tristán.- Puede ¿y?

Marcel.- ¿Cómo que Y? Pues que…

Tristán.- Mira, yo no me complico, me levanto por la mañana y hago lo que tengo que hacer.

Marcel.- Claro, qué fácil. Yo, a veces, me levanto por la noche y no sé si poner una bomba o escribir un poema. ¿Quién elige? ¿Qué elegir?

Tristán.- Yo primero pondría la bomba y una vez relajado, cuando se disipe el estruendo y el polvo, escribiría el poema. Es un decir. Ni me gustan las bombas ni se escribir poemas. En realidad es una cuestión de prioridades.

Marcel.- ¡¡¡Y qué sé yo cuales son mis prioridades a estas alturas del melodrama!!!

Tristán.- Tampoco sé yo cuales son las mías, pero disimulo y hago como que me las sé de memoria. Cuestión de actitud.

Marcel.- Cuestión de leches.

Tristán.- Cuestión de no cuestionarse mucho. Cuestión de tirar “palante”. ..

Marcel.-Ya…

(Se despiden y Marcel se marcha calle abajo cantando a voz en grito “Soy mineroooooo”, intentado convertirse, de una vez por todas, en el dueño de sus actos a partir de ahora.)

Tristán tira en una papelera la cajetilla de tabaco a medias y jura y perjura que no va a fumar más. A continuación llama a su novia y rompe con ella porque así lo ha decidido de pronto. Entra en un bar y se emborracha a golpe de martinis. Sale a la calle y compra otra cajetilla de tabaco, se fuma cinco cigarrillos seguidos y llama de nuevo a su novia para proponerle una cena romántica. La novia, como es normal, lo manda a hacer gárgaras, pero él, con una actitud encomiable, entra en otro bar y se pone tibio de coñá. En un último intento de cambiar el guión establecido, entabla amistad con una prostituta gallega que estaba de vacaciones en el pueblo y acaban llorando los dos a moco tendido después de contarse sus penas. Las últimas palabras de Vanessa -así se llamaba la prostituta, que era muy simpática-, antes de desvanecerse sobre la barra del bar, fueron: “aunque no lo creas, soy virgen a mi manera”. Tristán salió del bar tambaleándose y se dirigió a su apartamento al otro lado del pueblo. Era noche cerrada y solo se cruzó en su camino con algún que otro gato pardo.)



Hay quien dice...

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I

Hay quien dice que No hay Eternidad

Si se exprime el jugo
de los sueños de los muertos
(Sin incluir a los Mitos)
Entramos en otra materia
La materia de los circos
Con vuelos de trapecistas
Y elefantes barritando

Nadie en su sano juicio
se ríe del Océano (por ejemplo)
Puede que del misterio
o de los cementerios
Pero no de la Eternidad
Primero hay que sopesarla
Luego, ya vendrá el Vértigo


Y se llora por todo
Por los vivos y los muertos
Con música de chirimías
o tambores africanos
Se llora a tumba abierta
Se llora simétricamente
Con cierto protagonismo

Hay quien sueña con ser otro
surcando una partitura
arquitectónicamente perfecta
Pero el sueño se va al traste
de una forma irreversible
al saltarse los silencios
y quedarse en un bufido.


(O al saltarse un requisito, o una indicación de Satie en una de sus partituras:
“Retire la mano y métasela en el bolsillo” o Sin pestañear demasiado”,
o “Provéase de clarividencia”, o “Con un profundo olvido del presente”,
o “Con un candor recatado pero conveniente”) *


* Ver Cuadernos de una Mamífero. Erik Satie








 II

Hay quien dice que SI hay Eternidad

Si se exprime el jugo
de los sueños de los Vivos
(Incluyendo a todo dios)
entramos en otra materia
la materia del Teatro
asesinando primero (requisito imprescindible)
al tenaz Apuntador

Nadie está en su sano juicio
y se ríen en general
de todo lo que se mueve
pero nunca de Ellos mismos
Aunque luego se arrepienten
rezan siete “avemarías”
y creen en la Astronomía

Lloran siempre a escondidas
Por los vivos y los muertos
Sin música ni alharacas
y sin mirar a la Meca
Es un llanto muy viscoso
difícil de consolar
aunque el tiempo hace milagros

Hay quien sueña con No Ser
Es decir, con alcanzar
ese estado tan simpático
El de la Inmortalidad
Que persiguen incansables
Los ingenuos y los fatuos
O los cantantes de blues.

(O los encofradores turcos, o los albinos del Congo,
o los remeros del Volga, o el Lobo de Caperucita,
o la que canta boleros, o un bohemio muy muy triste,
o la novia de King Kong, o un barbero de Sevilla,
o el cura que da latín, o un poeta muy ambiguo,
o una novia ya olvidada, o una maga de Sumeria,
o un bailarín del Japón, o la Poupee qui fait non, non, non, non…)








III

Hay quien dice que Ni cree Ni deja de creer en la Eternidad

Si se exprime el jugo
de los muertos vivientes
o de los vivos más bien muertos
entramos en otra materia
la Cinematográfica
con Monsieur Hulot al volante
o en el tren con Buster Keaton

Nadie está en su sano juicio
Con el camarote lleno
riéndose de su sombra
sueñan un final felíz
como ese “nadie es perfecto”
o algún otro esperpento
que nos haga sonreír

Y en materia lacrimógena
¡ni que fueran plañideras!
Ahí explotan sus truquillos
vilmente y sin compasión
empapando los pañuelos
y olvidando por un rato
los problemas verdaderos

Hay quien sueña con la gloria
Otros con olvidarse
del pueblo en donde nacieron
ocultando sus acentos
y tiñéndose el cabello
Y todos quieren ver escrito
su nombre en aquella acera


(veremos que pasa luego, si hay o no hay Eternidad,
pero primero veamos, ¿todo esto de qué va?,
hay sospechas y opiniones, nadie sabe la verdad,
exprimamos nuestros sueños, vivos, muertos, que más da,
que por su propio peso, al final todo caerá) *

* Disculpen, no pude evitar la rima, estaba “a huevo” y salió sola.






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Aún no amanecía

Aún no amanecía y salió a caminar. Se había pasado la noche en blanco, dándole vueltas a los mil y un problemas que había ido acumulando últimamente. Ya en el muelle, entre la bruma, aceleró el paso. Su cuerpo poco a poco empezó a perder células con la fricción del viento. Llegado el momento se quedó en el esqueleto. El espeluznante gruñido de una gaviota rompió la monotonía de la marcha. El viento producía un silbido peculiar al pasar por las cuencas de los ojos y entre las costillas. Al encontrarse más liviano, aceleró el paso aún más y las células de los huesos fueron desprendiéndose hasta que el esqueleto se desintegró por completo. El peculiar silbido se apagó. Nada ofrecía ya resistencia al viento. Nada. 

Mandarinas, abismos y flores en el pelo

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Mandarinas, abismos y flores en el pelo

...hace un día tan luminoso que hasta me apetece levantarme. Está bien, me levanto. El agua está fría, el calentador no funciona...me c... en la leche. En fin...hay cosas peores...por ejemplo, este temblor en todo el cuerpo, como si mis miembros tuvieran vida propia, como si fueran a su bola, sin mi permiso. Hay mucha gente por los pasillos pero paso de ellos, bueno, de Magdalena no paso del todo, hoy está bellísima, a sus cincuenta y cinco años, según me dijo ella el otro día en el banco del jardín, cuando los pájaros anunciaban la noche y en mi cabeza no terminaban de fijarse unos pensamientos inquietantes. Revoloteaban como mariposas, pero no lograba atraparlos y ponerlos en orden. Aunque hoy Magdalena no me ha visto, anda con sus pequeños pasos, la mirada perdida y su media sonrisa de siempre, pero da la impresión de que ahora tiene un destino claro, un lugar donde ir, en esta mañana tan...tan...no sé, tan … que no sé, vamos, pero es una mañana fuera de lo normal. O seré yo. Pues no sé, aún no estoy lo suficientemente despierto para hacer distinciones tan complicadas. Iré al comedor a desayunar algo, me siento extrañamente juvenil, ¡qué raro es todo! ¿Porqué ayer estaba tan alicaído y me asustaban hasta los cuadros del comedor? con esos acantilados tan burdamente pintados pero que para mi eran abismos sin final por donde en cualquier momento podría caer. Me atraían de una forma extraña. Hoy me encuentro fuerte, no caeré en esa estupidez de los abismos. Si al menos fueran buenos cuadros. No sé si es mi imaginación o me pareció que Magdalena llevaba una pequeña flor blanca en el pelo ¿No sería un reflejo de las luces del techo? Me suena el estómago, será de hambre. Ayer cené poco, se me ocurrió ver un rato el telediario en la tele del salón y se me cortó el cuerpo. En el comedor quedan aún algunas personas, pero reina un silencio acogedor. Elías me saluda con la mano desde una mesa en la otra punta del comedor. Elías es lo que yo llamo un amigo. Un tipo que no se mete nunca donde no le llaman, nunca jamás, pero siempre está ahí cuando lo necesitas. No hay muchos así por aquí, o al menos yo no los he visto. Me siento con él y me cuenta un sueño que ha tenido esta noche. En el sueño, él trata de comprar fruta en el mercado, pero nadie lo atiende, parece como si fuera invisible. Va de puesto en puesto pidiendo “un kilo de mandarinas, por favor”, pero en ese mundo nadie parece darse cuenta de su presencia, así que al final, armándose de valor, coge una bolsa, la rellena de mandarinas y se va sin pagar. Se come un par de mandarinas y el resto las va repartiendo entre los mendigos que se sientan en el suelo cerca del mercado. Estos si que ven a Elías y a las mandarinas y le dan las gracias respetuosamente por el regalo. Elías se ha levantado esta mañana muy feliz y ahora me cuenta su sueño con cara de niño travieso. En el jardín me ciega el sol por un momento y pienso en el Apocalipsis, no se porqué, yo soy agnóstico de pura cepa. En cosas peores me he entretenido, cuando dejo fluir libremente mi imaginación, algunas de esas interminables tardes de verano, esperando que algún familiar venga a visitarme al manicomio. No estoy seguro de haberme tomado la medicación esta mañana...

El Doble

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El Doble

       Me lo había dicho ya tanta gente que no tuve más remedio que ir a comprobarlo yo mismo.

     En una ciudad del norte había un tipo que era absolutamente clavadito a mí. Todos coincidían en la descripción: tímido, prudente, atractivo, misterioso, escurridizo, amigo de la soledad, imprevisible, ni alto ni bajo, abstemio, poco hablador, relativamente culto, un muermo para algunos, encantador para otros…

    Me habían dado tanto la lata que decidí presentarme en esa ciudad y demostrarle a todo el mundo que como yo no hay otro, faltaría más. Cogí el AVE y en unas horas me planté en B. Me habían informado en donde vivía, donde trabajaba y que garitos frecuentaba (eso ya me sonó raro, yo no suelo frecuentar garitos a estas alturas de la película).

     Como llegué al mediodía, decidí esperarlo a la salida del trabajo, oculto tras unos arbustos de un jardín cercano. A eso de las dos de la tarde empezó a salir gente de la empresa donde trabajaba “mi doble” (¿o era yo “su doble”?). Me quedé estupefacto cuando lo vi. Era mi vivo retrato (o yo el suyo). Además se montó en una Vespa igualita que la mía y se incorporó con prudencia al intenso tráfico que reinaba en la calle en esa hora punta.

    Busqué un restaurante para comer. Era uno de los que me habían dicho que a veces iba mi doble. No hubo suerte pero comí de maravilla (ni mucho ni poco, un menú equilibrado, dentro de lo equilibrado que se puede comer en un restaurante normal).

  Por la tarde, sin dormir la siesta (y esto es algo que no suelo perdonar) fui a tomar una copa (muy rara vez voy a los bares a tomar una copa) a otro de los sitios que supuestamente frecuenta nuestro “amigo”. Ya iba por la tercera copa (y eso que soy abstemio) cuando mi doble se presenta en el bar con gabardina y sombrero (de esa guisa vestía yo también ese día, en plan Philip Marlowe). Se escurre hacia un lateral y ocupa una mesa medio oculta detrás de una columna, no muy lejos de donde me encuentro parapetado estratégicamente también tras otra columna. Lee un periódico que el bar facilita a sus clientes.

   El bar es silencioso y puedo oír que mi doble pide con voz queda un té con canela, añadiendo un “por favor” al final. El camarero le pregunta si quiere algo de comer, pero mi doble, a esa hora no suele comer nada (como yo, por cierto)

   En una especie de arrebato y después de pensármelo varias veces, me atrevo a levantarme, acercarme a su mesa y sentarme frente a él, copa en mano, sin pedir permiso.

  Mi doble me mira disimulando su asombro (lo se porque yo disimulo muy bien también en este tipo de situaciones). Nos miramos a los ojos, sin avasallar, durante un tiempo que no sabría concretar y de pronto, sincronizadamente, alzamos nuestros vasos y los entrechocamos en un brindis silencioso. No tenemos nada que decirnos, lo sabemos todo el uno del otro con solo mirarnos, así que dejo mi copa en la mesa, intentamos ambos una leve mueca de simpatía mutua, me levanto y salgo del bar sin que nadie note mi ausencia, excepto mi doble, al que no parece importarle mucho (o al menos, lo disimula muy bien)


4º Aniversario de Toto Vaca

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No estamos en Junio, ni está lloviendo en el sur (de momento), pero como es el 4º Aniversario de Toto-Vaca y mi grupo preferido de todos los tiempos son The Kinks, pues me he dicho ¿porqué no celebrarlo con una versión de The Kinks?. Y me he puesto manos a la obra con un oscuro y ambiental tema del Face to Face que con quince añitos oía en la terraza de mi casa de Ceuta mirando como entraban y salían los barcos por la bocana del puerto.

Pues ahí la tienen. Y además, una foto de un rincón del jardín de nuestra casa (retocada de aquella manera, por supuesto)

Gracias a todos los que asoman la cabeza por esta ventana y comentan (o no, que hay de todo)

Rainy day in June





... And everybody felt the rain
Everybody felt the rain
Everybody felt the rain
Everybody felt the rain...

Link:


Fin de semana en

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(no se si le interesará a alguien, pero... quien se quiera asomar a esta ventana, que se asome. Las fotos las he retocado un poco para difuminar las caras - y porque me gusta retocarlas, todo hay que decirlo)

TÁNGER

Viernes 11 de octubre.

Salimos de Tarifa en el barco a las 13:00. Una excursión de chinos o japoneses, en un pequeño despiste nuestro, se nos cuela por la cara en el control de pasaportes dentro ya del barco. Casi todas son mujeres de mediana edad que parece que se han cortado el pelo en la misma peluquería. Los pocos hombres que las acompañan parecen de más edad. Llegamos a Tánger a las 12:30 (hora de Marruecos) Nos recoge un empleado de la agencia con una furgoneta y nos lleva al hotel. Nos dan la habitación 207 con vistas al mar y a la piscina. La playa está bordeando el muro de la piscina. Es un hotel de tres estrellas, modesto pero limpio. Los empleados son amables y discretos.

Después de comer y de dormir la siesta, Mavi y Bruno se dan un baño en el mar mientras leo una novela de Félix Romeo donde se habla de Tánger y de Ceuta y luego salimos andando por el paseo marítimo hasta la entrada de la Medina (unos 4 kms. en la publicidad; 8kms. según Mavi) Con la cámara de fotos agarrada a la mano derecha, en posición horizontal y mirando al frente, con el brazo extendido y sin parar el bamboleo natural de los brazos al caminar, voy haciendo fotos a todos los personajes curiosos que vamos encontrando en nuestro camino, calculando el enfoque “a ojo”. Si me descubren, me linchan.
Mavi llega a la Medina con los pies doloridos (se empeña en ponerse el calzado más incómodo para caminar) así que lo primero que compramos en una de las tiendas son unas sandalias de cuero, que con el regateo se nos quedan en 40 DH (unos 4 €) Sigo haciendo fotos. Nos han dicho que hay niños contratados por las mafias para robar a los turistas en la Medina. Vamos con cuidado. Hay miradas desconfiadas de algunos hombres. La mayoría de las mujeres van con trajes largos y pañuelos en la cabeza, pero se arreglan elegantemente con colores vistosos. Ellas miran con disimulo, pero no pierden detalle. Fuera de la Medina, en los barrios ricos, hay gente que viste a la europea, mezclada con otra que viste tradicionalmente.
Sigo haciendo fotos pero para colmo, encima de que tengo que enfocar a ojo para que no me descubran, ya hay poca luz.

Salimos de la Medina y buscamos un restaurante frente al puerto. Nos persigue un tipo estrafalario hablando un idioma entre árabe e italiano. No nos fiamos ni un pelo. En el restaurante, los camareros ahuyentan al tipo raro y nos sentamos en la terraza. Pedimos dos cous cous y un tallín para los tres. El dueño es un joven muy amable, con una sonrisa curiosa. El cous cous es en plan casero, pero está sabroso. Las verduras son "de verdad". Después de cenar entramos en la batalla para pillar un mini taxi y volver al hotel. Los mini taxis cobran 20 DH y solo pueden llevar a tres pasajeros. Al final solo conseguimos un taxi normal (50 DH) Aquí es costumbre compartir taxi con el que lo solicite, hasta completar el cupo.
Al llegar al hotel, como estamos muy cansados, nos dormimos enseguida oyendo el sonido del mar.








Sábado 12 de octubre.

Después de una ducha y un abundante desayuno, salimos del hotel y concertamos por 20€ una ruta por Tánger con un taxista (Hamed) que resultó ser un buen guía. Hamed tendrá entre cincuenta y cinco y sesenta años. Conduce un mini taxi nuevo, marca Dacia. Habla un español fluido y gracioso. Nos cuenta que su padre fue profesor Coránico. También presume de haber sido caddy para los extranjeros en los campos de golf hace unos cuarenta años, he incluso dice jugó al golf con un handicap 5. Nos lleva por las afueras de Tánger y nos va señalando los palacios de los Jeques Árabes, construidos en zonas no edificables, “pero el dinero es el que manda”.
Pasamos por los distintos barrios que se formaron en la época del protectorado y cuando Tánger era una ciudad internacional (barrio Inglés, Francés, Sueco, Judío, Español, Italiano…) Nos pasamos por las Cuevas de Hércules, La Alcazaba, la entrada del famoso Café Hafa. Hamed nos demuestra que está bien informado, conoce a Paul Bowles, a Mohamed Chukri, Tahar Ben Jellun y se asombra de que nosotros también los conozcamos. Terminada la visita, nos despedimos de Hamed ya en el hotel y nos damos un baño.

Después del baño y la ducha, decidimos ir a comer al centro. En la puerta del hotel hay un mini taxi y le pedimos al taxista que nos lleve a un restaurante barato de comida marroquí. Nos lleva al Alí Babá, casi al final del paseo marítimo, cerca de la entrada a la Medina. Aquí la comida es más elaborada, pero no es nada cara. Nuestros vecinos de mesa son una familia compuesta por el padre, que viste a la manera occidental, la madre que viste rigurosamente de negro, con el traje típico de allí y solo deja al descubierto los ojos; para comer tiene que introducir la cuchara por debajo del pañuelo que le tapa la cara. Una niña de unos seis años con una blusa y una falda, que no para de mirar a Mavi (nosotros somos los raros) y una adolescente que ya empieza a vestir a la manera típica árabe, aunque aún deja la cara al descubierto. El taxista nos recoge una hora después y nos devuelve al hotel. Siesta, baño en la playa, baño en la piscina, ducha y volvemos a la Medina. Más fotos, algunas compras (unos calzoncillos de algodón largos tipo John Wayne, que vienen muy bien para el invierno en casita debajo de unos vaqueros, leyendo junto a la chimenea) y volvemos andando por el paseo marítimo. Nos tomamos un té con hierbabuena en la terraza del restaurante donde cenamos ayer y luego decidimos cenar en el Alí Babá. Vuelta al hotel y a dormir después de leer un poco. Me acuerdo de la novela de Ángel Vázquez “La vida perra de Juanita Narboni”, que transcurre en Tánger en los años 60 época de los Bowles, Burroghs, Capote etc… cuya mujer protagonista suelta un largo monólogo en el idioma extraño de los tangerinos de la época, mezclando palabras españolas y judías (yaquetía)







Domingo 13 de octubre.

Después del desayuno, vamos caminando por el paseo marítimo hacia la zona más moderna. El paseo marítimo está lleno de gente haciendo deporte. Hay pistas al aire libre, protegidas por alambradas, de baloncesto, voleibol, hockey, fútbol sala, fútbol 7. Algunas chicas juegan al voley y a baloncesto mezcladas con los chicos. En las playas la gente pasea por la arena, ha amanecido nublado.

Nos damos una vuelta por la zona moderna, donde frente a una inmensa limusina blanca aparcada junto a un centro de estética y peluquería, una mendiga sentada en el suelo, tose y escupe violentamente. Imaginamos a una harén entero bajando de la limusina y entrando en el centro de estética. ¡Qué buena foto sería esa, si no me metieran en la cárcel después! Enseguida volvemos cerca del mar. Nos hacemos algunas fotos y después del regateo habitual, compramos vasos de té y una manta en un bazar. El dueño, de nombre Jesús (no se como se escribe en árabe) nos cuenta que tiene una hija estudiando farmacia en Mallorca, y otro hijo estudiando medicina Inglaterra y le cuesta una pasta considerable. Además tiene una pequeña empresa que trabaja el mármol que traen de Macael. También habla inglés y presume de ello hablado con Bruno un rato. Bruno se ríe mucho, imagino que por el acento o los consejos que le da Jesús (le dice que se haga abogado, a pesar de que Bruno le ha dicho que estudia Filología Inglesa, que vaya a Inglaterra y se forre de pasta con los árabes ricos -con turbante- que viven allí). Volvemos al hotel. Después del último baño en el mar, nos duchamos, hacemos las maletas y esperamos a que nos recoja la furgoneta de la agencia a las 13:00h. para llevarnos al barco.

En el barco se nos vuelven a colar los chinos/japoneses de la ida. Se las saben todas, con esa cara de no haber roto un plato y charlando bajito entre ellos sin parar. ¡Qué listos son, haciéndose los tontos!

El miércoles es la Fiesta del Cordero en Marruecos y los barcos van hacia Tánger cargadísimos de gente que no se quiere perder la fiesta, por eso llevamos retraso en los horarios. Llegamos cerca de las cuatro de la tarde a Tarifa, donde nos espera nuestro coche y emprendemos viaje a casa. Desde la carretera se ve la costa de África a tiro de piedra. Tan lejos y tan cerca.









Vicktor

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Vicktor

Un hombre llamado Vicktor soñó que se convertía en caracol. Era una noche de otoño inusualmente calurosa, como de fin del mundo. Una noche rara. Vicktor, de pronto, ya no era un hombre, era un caracol. Su cuerpo y sus pensamientos eran resbaladizos, babosos y blandos, Se encontró atravesando lo que a él le parecía un bosque pero no era más que un trozo de césped de un jardín asilvestrado. Sus cuernos se movían nerviosamente bajo la intensa luz de la luna llena. Jadeaba y refunfuñaba porque no veía ni un claro en el tupido bosque y sus pensamientos bullían torpemente en esa cabecita tan peculiar.

Encontró un pequeño claro en su camino, miró a la luna, cruzó sus cuernecillos y quiso gritar pero no pudo. Otro caracol más grande que él apareció entre la hierba sin cortar. Se puso a dar vueltas a su alrededor y Vicktor empezó a inquietarse. No tenía ni idea de cómo comunicarse con el visitante, y este parecía ajeno a cualquier maniobra que no fuera hacer círculos y círculos dejando una estela babosa en el suelo que brillaba a la luz de la luna. Fue consciente en ese preciso momento, sin saber como, de su condición de hermafrodita; cosa que le turbó considerablemente. Pero también supo, como una especie de revelación divina, que no podía autofecundarse y se hizo un auténtico lío. Vamos, que estuvo a punto de perder el conocimiento. Volvió a intentar gritar pero era como si no tuviera boca. En un intento desesperado utilizó toda su energía para salir de ese círculo que trazaba el intruso y a una velocidad bastante aceptable para ser un molusco gasterópodo se perdió en el “bosque”.

El sueño se desvaneció como desaparece la bruma cuando el sol va elevándose por el horizonte y Vicktor se volvió a sentir hombre un instante antes de despertarse. Se tocó la piel y la notó extrañamente fría y resbaladiza. Pensó que sería por el calor asfixiante que no había remitido en toda la noche. Tenía una sensación extraña, pero no recordaba el sueño. Una vez, de pequeño, soñó que de mayor soñaría que se convertía en caracol, pero él no le daba ninguna importancia a los sueños e inconscientemente los borraba de su mente antes de despertarse.