Los Escritores

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Los Escritores

Entré en el vagón, no había nadie, acomodé mi maleta y me senté junto a la ventanilla. Encendí un cigarrillo y me puse a divagar con un libro en la mano pero sin leerlo. Estaba medio amodorrado cuando entró un joven con una mochila, barba y pelo largo:

-Hola –

-Hola –

Disimulamos cada uno como pudimos, como si todo fuera natural. Se sentó frente a mí y me sonrió tímidamente. Le ofrecí un cigarrillo, no fumaba.

-¿Tarda mucho el tren en llegar a…? me pregunta

-¡La verdad, nunca he hecho este trayecto, es la primera vez! Le contesto.

Intento concentrarme en el libro pero no consigo hilvanar dos frases seguidas. Lo cierro y me pongo a mirar por la ventanilla. El tren comienza a moverse lentamente.

-¿Qué lee, si no es indiscreción?-

- Los detectives salvajes, de Roberto Bolaño, ¿lo conoces?, pero no me hables de usted-

No había leído la novela pero conocía a Bolaño; él también quería ser escritor; de hecho viajaba para “acumular experiencias” según sus palabras. Ahora me tocaba preguntar a mí.

-¿Porqué vas a…, no contestes si no quieres?-

- He recibido una carta de una antigua novia que ahora vive allí; una carta inquietante que me perturbó. Fue ella la que me abandonó pero ahora quiere verme cuanto antes; cuestión de vida o muerte, dice.-

Me dijo que quería tirar de ese hilo y escribir su primera novela; partiendo de esa carta misteriosa y del próximo encuentro. Me pareció que seguía el camino correcto, no se porqué razón.

-¿Y usted, porque se dirige a…?- me pregunta sonrojándose

- Sería largo de contar, pero lo intentaré.- le contesto con cierta importancia.

Le dije que yo también seguía un hilo pero no estaba muy claro. La cosa era más o menos así: Yo también era escritor, estaba escribiendo mi quinta novela y me había quedado atascado en la mitad más o menos. En ese momento recibo una carta (qué casualidad) de un amigo de la infancia que vive también en esa ciudad ahora; me cuenta que le queda poco tiempo debido a una misteriosa enfermedad incurable. Tiene un secreto que contarme; algo que necesito saber. Los dos habíamos sido novios de una joven pelirroja en épocas diferentes aunque ella desapareció de nuestras vidas y nosotros conservamos nuestra amistad. La novela seguía un poco esa trama, con pasajes inventados mezclados con reales.

Poco a poco fuimos intimando y charlando de forma más relajada. Después de unas dos horas de viaje llegamos a nuestro destino. En la estación, una joven pelirroja esperaba a mi compañero de viaje. Nos despedimos amigablemente y partí hacia casa de mi amigo que vivía en las afueras, en una pequeña finca rodeada de árboles.

Encontré a mi amigo con buen aspecto, sentado en un cómodo sillón con una manta sobre las piernas, la chimenea encendida pero en sus ojos vi algo nuevo que nunca antes había notado. Estábamos charlamos animadamente tomando un vaso de vino y un poco de queso curado cuando sonó el timbre de la puerta…

7 comentarios:

babelain dijo...

La foto no es mía, la tomé prestada.

babelain dijo...

La segunsa parte es para que la continuéis vosotros jejeje. Ya hay alguno que yo me sé que ha empezado.
Saludosssssssssss Freaky

Picatierra dijo...

Curiosa historia, espero que los que llamaran no fueran los testigos de Jehová jejeje

Paco dijo...

¡Qué envidia me dan los escritores! Cuantas historias para contar y qué manera de hacer trabajar las mentes vagas de los que los leemos y hacernos pensar en cosa distintas a las cotidianas. Estoy dándole vueltas. Esa pelirroja... Un abrazo.

babelain dijo...

Pica, pues lo mismo eran los "testiguillos esos", cualquiera sabe; podría seguir por ahí jejeje.

Paco, apareces un poco más a menudo, lo que quiere decir que la cosa va un poco mejor. Me alegro. Yo también pasé hace un año por un episodio parecido al tuyo (según tengo entendido) pero el mío no salió bien.

Dale vueltas al final y te inventas algo.
Saludossssssssssssssssssssssssss

Jazzy dijo...

Hola

Cuentas una historia... describes a los personajes, tiene partes con diálogo
¡¡Perfecto para ser una apasionante novela!!
Dejas que cada uno sospeche un final...y yo quiero imaginarme al compañero que viajó con él en el tren, tocando el timbre.
Me encanta Bab. Es buenísimo. Súper.

Jazzy
un kilo de saludos

babelain dijo...

Gracias Jazzy, imagina lo que quieras, para eso es. Ya hay varias versiones por ahí.
Saludosssssssssssssss

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