4º Aniversario de Toto Vaca

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No estamos en Junio, ni está lloviendo en el sur (de momento), pero como es el 4º Aniversario de Toto-Vaca y mi grupo preferido de todos los tiempos son The Kinks, pues me he dicho ¿porqué no celebrarlo con una versión de The Kinks?. Y me he puesto manos a la obra con un oscuro y ambiental tema del Face to Face que con quince añitos oía en la terraza de mi casa de Ceuta mirando como entraban y salían los barcos por la bocana del puerto.

Pues ahí la tienen. Y además, una foto de un rincón del jardín de nuestra casa (retocada de aquella manera, por supuesto)

Gracias a todos los que asoman la cabeza por esta ventana y comentan (o no, que hay de todo)

Rainy day in June





... And everybody felt the rain
Everybody felt the rain
Everybody felt the rain
Everybody felt the rain...

Link:


Fin de semana en

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(no se si le interesará a alguien, pero... quien se quiera asomar a esta ventana, que se asome. Las fotos las he retocado un poco para difuminar las caras - y porque me gusta retocarlas, todo hay que decirlo)

TÁNGER

Viernes 11 de octubre.

Salimos de Tarifa en el barco a las 13:00. Una excursión de chinos o japoneses, en un pequeño despiste nuestro, se nos cuela por la cara en el control de pasaportes dentro ya del barco. Casi todas son mujeres de mediana edad que parece que se han cortado el pelo en la misma peluquería. Los pocos hombres que las acompañan parecen de más edad. Llegamos a Tánger a las 12:30 (hora de Marruecos) Nos recoge un empleado de la agencia con una furgoneta y nos lleva al hotel. Nos dan la habitación 207 con vistas al mar y a la piscina. La playa está bordeando el muro de la piscina. Es un hotel de tres estrellas, modesto pero limpio. Los empleados son amables y discretos.

Después de comer y de dormir la siesta, Mavi y Bruno se dan un baño en el mar mientras leo una novela de Félix Romeo donde se habla de Tánger y de Ceuta y luego salimos andando por el paseo marítimo hasta la entrada de la Medina (unos 4 kms. en la publicidad; 8kms. según Mavi) Con la cámara de fotos agarrada a la mano derecha, en posición horizontal y mirando al frente, con el brazo extendido y sin parar el bamboleo natural de los brazos al caminar, voy haciendo fotos a todos los personajes curiosos que vamos encontrando en nuestro camino, calculando el enfoque “a ojo”. Si me descubren, me linchan.
Mavi llega a la Medina con los pies doloridos (se empeña en ponerse el calzado más incómodo para caminar) así que lo primero que compramos en una de las tiendas son unas sandalias de cuero, que con el regateo se nos quedan en 40 DH (unos 4 €) Sigo haciendo fotos. Nos han dicho que hay niños contratados por las mafias para robar a los turistas en la Medina. Vamos con cuidado. Hay miradas desconfiadas de algunos hombres. La mayoría de las mujeres van con trajes largos y pañuelos en la cabeza, pero se arreglan elegantemente con colores vistosos. Ellas miran con disimulo, pero no pierden detalle. Fuera de la Medina, en los barrios ricos, hay gente que viste a la europea, mezclada con otra que viste tradicionalmente.
Sigo haciendo fotos pero para colmo, encima de que tengo que enfocar a ojo para que no me descubran, ya hay poca luz.

Salimos de la Medina y buscamos un restaurante frente al puerto. Nos persigue un tipo estrafalario hablando un idioma entre árabe e italiano. No nos fiamos ni un pelo. En el restaurante, los camareros ahuyentan al tipo raro y nos sentamos en la terraza. Pedimos dos cous cous y un tallín para los tres. El dueño es un joven muy amable, con una sonrisa curiosa. El cous cous es en plan casero, pero está sabroso. Las verduras son "de verdad". Después de cenar entramos en la batalla para pillar un mini taxi y volver al hotel. Los mini taxis cobran 20 DH y solo pueden llevar a tres pasajeros. Al final solo conseguimos un taxi normal (50 DH) Aquí es costumbre compartir taxi con el que lo solicite, hasta completar el cupo.
Al llegar al hotel, como estamos muy cansados, nos dormimos enseguida oyendo el sonido del mar.








Sábado 12 de octubre.

Después de una ducha y un abundante desayuno, salimos del hotel y concertamos por 20€ una ruta por Tánger con un taxista (Hamed) que resultó ser un buen guía. Hamed tendrá entre cincuenta y cinco y sesenta años. Conduce un mini taxi nuevo, marca Dacia. Habla un español fluido y gracioso. Nos cuenta que su padre fue profesor Coránico. También presume de haber sido caddy para los extranjeros en los campos de golf hace unos cuarenta años, he incluso dice jugó al golf con un handicap 5. Nos lleva por las afueras de Tánger y nos va señalando los palacios de los Jeques Árabes, construidos en zonas no edificables, “pero el dinero es el que manda”.
Pasamos por los distintos barrios que se formaron en la época del protectorado y cuando Tánger era una ciudad internacional (barrio Inglés, Francés, Sueco, Judío, Español, Italiano…) Nos pasamos por las Cuevas de Hércules, La Alcazaba, la entrada del famoso Café Hafa. Hamed nos demuestra que está bien informado, conoce a Paul Bowles, a Mohamed Chukri, Tahar Ben Jellun y se asombra de que nosotros también los conozcamos. Terminada la visita, nos despedimos de Hamed ya en el hotel y nos damos un baño.

Después del baño y la ducha, decidimos ir a comer al centro. En la puerta del hotel hay un mini taxi y le pedimos al taxista que nos lleve a un restaurante barato de comida marroquí. Nos lleva al Alí Babá, casi al final del paseo marítimo, cerca de la entrada a la Medina. Aquí la comida es más elaborada, pero no es nada cara. Nuestros vecinos de mesa son una familia compuesta por el padre, que viste a la manera occidental, la madre que viste rigurosamente de negro, con el traje típico de allí y solo deja al descubierto los ojos; para comer tiene que introducir la cuchara por debajo del pañuelo que le tapa la cara. Una niña de unos seis años con una blusa y una falda, que no para de mirar a Mavi (nosotros somos los raros) y una adolescente que ya empieza a vestir a la manera típica árabe, aunque aún deja la cara al descubierto. El taxista nos recoge una hora después y nos devuelve al hotel. Siesta, baño en la playa, baño en la piscina, ducha y volvemos a la Medina. Más fotos, algunas compras (unos calzoncillos de algodón largos tipo John Wayne, que vienen muy bien para el invierno en casita debajo de unos vaqueros, leyendo junto a la chimenea) y volvemos andando por el paseo marítimo. Nos tomamos un té con hierbabuena en la terraza del restaurante donde cenamos ayer y luego decidimos cenar en el Alí Babá. Vuelta al hotel y a dormir después de leer un poco. Me acuerdo de la novela de Ángel Vázquez “La vida perra de Juanita Narboni”, que transcurre en Tánger en los años 60 época de los Bowles, Burroghs, Capote etc… cuya mujer protagonista suelta un largo monólogo en el idioma extraño de los tangerinos de la época, mezclando palabras españolas y judías (yaquetía)







Domingo 13 de octubre.

Después del desayuno, vamos caminando por el paseo marítimo hacia la zona más moderna. El paseo marítimo está lleno de gente haciendo deporte. Hay pistas al aire libre, protegidas por alambradas, de baloncesto, voleibol, hockey, fútbol sala, fútbol 7. Algunas chicas juegan al voley y a baloncesto mezcladas con los chicos. En las playas la gente pasea por la arena, ha amanecido nublado.

Nos damos una vuelta por la zona moderna, donde frente a una inmensa limusina blanca aparcada junto a un centro de estética y peluquería, una mendiga sentada en el suelo, tose y escupe violentamente. Imaginamos a una harén entero bajando de la limusina y entrando en el centro de estética. ¡Qué buena foto sería esa, si no me metieran en la cárcel después! Enseguida volvemos cerca del mar. Nos hacemos algunas fotos y después del regateo habitual, compramos vasos de té y una manta en un bazar. El dueño, de nombre Jesús (no se como se escribe en árabe) nos cuenta que tiene una hija estudiando farmacia en Mallorca, y otro hijo estudiando medicina Inglaterra y le cuesta una pasta considerable. Además tiene una pequeña empresa que trabaja el mármol que traen de Macael. También habla inglés y presume de ello hablado con Bruno un rato. Bruno se ríe mucho, imagino que por el acento o los consejos que le da Jesús (le dice que se haga abogado, a pesar de que Bruno le ha dicho que estudia Filología Inglesa, que vaya a Inglaterra y se forre de pasta con los árabes ricos -con turbante- que viven allí). Volvemos al hotel. Después del último baño en el mar, nos duchamos, hacemos las maletas y esperamos a que nos recoja la furgoneta de la agencia a las 13:00h. para llevarnos al barco.

En el barco se nos vuelven a colar los chinos/japoneses de la ida. Se las saben todas, con esa cara de no haber roto un plato y charlando bajito entre ellos sin parar. ¡Qué listos son, haciéndose los tontos!

El miércoles es la Fiesta del Cordero en Marruecos y los barcos van hacia Tánger cargadísimos de gente que no se quiere perder la fiesta, por eso llevamos retraso en los horarios. Llegamos cerca de las cuatro de la tarde a Tarifa, donde nos espera nuestro coche y emprendemos viaje a casa. Desde la carretera se ve la costa de África a tiro de piedra. Tan lejos y tan cerca.









Vicktor

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Vicktor

Un hombre llamado Vicktor soñó que se convertía en caracol. Era una noche de otoño inusualmente calurosa, como de fin del mundo. Una noche rara. Vicktor, de pronto, ya no era un hombre, era un caracol. Su cuerpo y sus pensamientos eran resbaladizos, babosos y blandos, Se encontró atravesando lo que a él le parecía un bosque pero no era más que un trozo de césped de un jardín asilvestrado. Sus cuernos se movían nerviosamente bajo la intensa luz de la luna llena. Jadeaba y refunfuñaba porque no veía ni un claro en el tupido bosque y sus pensamientos bullían torpemente en esa cabecita tan peculiar.

Encontró un pequeño claro en su camino, miró a la luna, cruzó sus cuernecillos y quiso gritar pero no pudo. Otro caracol más grande que él apareció entre la hierba sin cortar. Se puso a dar vueltas a su alrededor y Vicktor empezó a inquietarse. No tenía ni idea de cómo comunicarse con el visitante, y este parecía ajeno a cualquier maniobra que no fuera hacer círculos y círculos dejando una estela babosa en el suelo que brillaba a la luz de la luna. Fue consciente en ese preciso momento, sin saber como, de su condición de hermafrodita; cosa que le turbó considerablemente. Pero también supo, como una especie de revelación divina, que no podía autofecundarse y se hizo un auténtico lío. Vamos, que estuvo a punto de perder el conocimiento. Volvió a intentar gritar pero era como si no tuviera boca. En un intento desesperado utilizó toda su energía para salir de ese círculo que trazaba el intruso y a una velocidad bastante aceptable para ser un molusco gasterópodo se perdió en el “bosque”.

El sueño se desvaneció como desaparece la bruma cuando el sol va elevándose por el horizonte y Vicktor se volvió a sentir hombre un instante antes de despertarse. Se tocó la piel y la notó extrañamente fría y resbaladiza. Pensó que sería por el calor asfixiante que no había remitido en toda la noche. Tenía una sensación extraña, pero no recordaba el sueño. Una vez, de pequeño, soñó que de mayor soñaría que se convertía en caracol, pero él no le daba ninguna importancia a los sueños e inconscientemente los borraba de su mente antes de despertarse.

Vamos a ir yéndonos

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Vamos a ir yéndonos

Vamos a ir yéndonos (señoras y señores)
habrá que hacerse a la idea
de que esto no es eterno.
Desde que por “la puerta” entramos
ya Empezamos a Ir Yéndonos
pero ¿quién lo reconoce?

Vamos a ir yéndonos (repito)
con parsimonia oriental
Como al perro que aún le queda
medio hueso por roer
¡Y que nadie se lo quite,
pues le hincaría los dientes!

Vamos a a ir yéndonos
con una mano delante
y con la otra detrás
Como una puesta de sol
un día cualquiera de otoño
que dure más de la cuenta

Creo recordar que he dicho
“Vamos a ir yéndonos”
Porque a veces se me olvida
Siento mi culo en un sitio
y de allí nadie me mueve
aunque se me pasa pronto

No recuerdo de que hablaba
No se está mal por aquí
¿alguien ha visto el paraguas?
se avecina una tormenta
Luego caerán cuatro gotas
pero es mejor prevenir.