Desde el Frenopático VII (último)

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FRENOPÁTICO VII

…aquel amanecer fue distinto a todos los que había conocido. No había una ventana frente a mí por donde entrara la luz del sol. Todo a mí alrededor era una ventana. Sentí que mis raíces penetraban lentamente en la tierra, reconociendo el subsuelo tan misterioso, tan nutriente, tan oscuro. Mis ramas se mecían con la suave brisa de la mañana. Los pájaros ya no me huían, al contrario, venían a refugiarse en mi copa, a cotillear, a amarse, planeaban futuros nidos, volaban de rama en rama. A unos cinco o seis metros se encontraba una Acacia preciosa con la que comencé una relación extraordinaria, difícil de explicar a los “humanos” y que duraría toda una vida.

Cobijándose en mi sombra, los furtivos amantes del internado se juraban amor eterno y grababan corazones con su nombre en mi tronco, cosa que me producía unas cosquillas desternillantes. Así fui enterándome de todos los romances que ocurrían en aquel lugar y nadie puede imaginar la cantidad de locos que se aman con locura. Una locura que nada tiene que ver con el mundo “exterior”. No sé si el aroma de mis flores amarillas producen relajación y bienestar pero los amantes se encontraban en la gloria junto a mí. De la poda de las ramas que crecen demasiado, los artistas utilizan la madera para crear sorprendentes esculturas…

Mi vida cambió radicalmente como podréis imaginar. Se acabaron los sueños; no eran necesarios. Al concederme el último deseo, desapareció el pasado, no tenía ya referencias reales y el futuro me importaba un pepino, no tenía ningún sentido. El tiempo casi desapareció o no lo tenía en cuenta, para qué. Ahora las sensaciones eran de otra índole. Penetrar la tierra, penetrar el aire, absorber los líquidos y nutrientes, dar cobijos a pájaros, ardillas, arañas, hormigas, orugas, líquenes…

El que no daba crédito era el jardinero, un loco reconvertido. Cuando por primera vez “descubrió” al Tilo Plateado, comentó en voz alta: “cómo es posible no haber reparado en este árbol antes”. Se rascaba la cabeza, ponía los brazos en jarra, resoplaba, me miraba de reojo con un ojo más abierto que otro, como si alguien quisiera engañarle y él no se fiaba. Yo me reía por dentro y no sé si por fuera también, pero le cogí cariño al viejo jardinero, me trataba con mucho mimo aunque nunca dejó de asombrarse de mi extraña aparición.

El amanecer, la lluvia que baña, el sol que calienta, las flores, el jardinero incrédulo, las hojas vibrando, el viento que mece, las sombras que cambian, los “locos” amantes, las raíces, los pájaros, la tarde, la acacia, las ramas, las nubes que pasan, la noche, la vida…

FIN

11 comentarios:

babelain dijo...

Pues eso es todo. Acabó la "aventura" del relato por entregas del frenopático. Espero que haya gustado un poquito al menos.
Saludosssssssssssssssssssss

Napi and Lisa Murphy dijo...

Leyendo el relato entero, he apreciado mucho más los hallazgos de tu prosa, Bab, como las gafas para "ver personas", a las que me apuntaría en sentido inverso (¡¡¡jajaja, para no verlas ni oírlas!!!)
O Tristán hundiendo sus raíces en la madre tierra y brindando el fruto de la transformación de la luz ¿puede haber un ofrecimiento más desinteresado que la maravillosa cadena que comienza con la función clorofílica?
Los caducifolios comienzan a brotar,
es tiempo de germinación y siembra, y en el jardín del frenopático hay una nueva sombra que invita a narcóticas siestas (se dice que, bajo las ramas del tilo, tiene Morfeo su hábitat)
Gracias, Bab; te has marcado otra maravilla de escrito aderezado con la sencillez que te caracteriza; muchas, muchísimas gracias y ¡enhorabuena, killo, estás sembrao! (nunca mejor dicho, jajaja)

Paco dijo...

De acuerdo con Napi, estás sembrao. Muy bonito, Bab, muy bonito relato. Ya me imaginaba su relación con la acacia, pero pensaba que ésta se convertiría en mujer, no al revés. Muy original el desenlace. Y el tiempo casi desapareció...
He mirado varias veces la preciosa ilustración de Mavi. Ahora da un poco de pena que termine...
Un abrazo y dos gracias.

babelain dijo...

Napi, tú has sido uno de los animadores del relato, inventando o intentando averiguar la continuación de cada capítulo jejeje. Gracias por tus visitas y comentarios.

Paco, ya se que no te gustan los pájaros, pero cuando uno se convierte en árbol, como Tristán, parece ser que se reconcilia con ellos. Has sido uno de los que ha seguido el relato al día y eso anima mucho. Gracias.

Freaky, lo mismo te digo y ya sé que a ti te gustan los árboles así que te habrá parecido bien el final jejeje. Te envié por gmail mi colaboración para el post de La Paz de tu blog. Gracias.

Gracias de parte de Mavi.

Saludossssssssss a todossssssssssssss

vikingo dijo...

Bueno, primero de todo admirar los graficos de Mavi, sus pinturas coloridas son geniales; y tu escritura Bab. Y decir que no me ha impresionado este final, si acaso sorprendido, porque no lo esperaba. Y que mejor que convertirse en arbol. Es decir, lo mejor que pudo hacer Tristan es alargar su vida metido en un quieto arbol para observar desde esa quietud a todos los que se le acercaban. Aparte de sentir ese contacto con la Tierra. Un arbol persona. Genial. Desde ahora a todos los tilos plateados que vea les llamare Tristan.

Gracias por tu arte.

Abrazos.

babelain dijo...

Gracias, Viking; vamos a tener que estudiar botánica a partir de ahora. Yo estoy haciendo mis "pinitos" (nunca mejor dicho) para cuando me jubile y tenga mas tiempo (difícil lo veo) poder cuidar del jardín.

Saludossssssssssssss

Maka "el perdido" dijo...

Si volver a la Naturaleza es locura, divina locura.


Merece, no, se debe de encuadenar, lo espero y dedicado.
Abrazos

Maka "el perdido" dijo...

Por supuesto, con los dibujos maravillosos de Mavi.
Otra vez Abrazos

babelain dijo...

Estamos en ello, Maka "el perdido y hallado" (no en el templo, jamasssssssssss jejeje.

Maka dijo...

y si me hago monje "cataro". hosti tu, que cojunada, buaa seria un puntazo increible...me lo pensare.......pero necesitaria unas cuantas vidas mas, y ya se sabe, este de arriba nunca contesta.
Abrazos

babelain dijo...

Monje "cátaro/ácrata", pues no estaría mal, suena bastante "intimo" como decíamos en nuestros tiempos "caballas" jejeje. Habrá que consultar a monseñor Rouco.
Saludossssssssssssssssssss

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